Aquí en Barcelona unos 12 grados. Y el hijo de puta del vecino de enfrente, como siempre, tiene a los perros en la terraza, en su casita de perros, ya imagino que medio helados y medio dormidos, como cada día, como cada noche, de los 365 días del año. Qué desagradable estar enfrente y saber que los perros están ahí todo el tiempo, excepto cuando los saca a pasear el vecino hijo puta.