La sombra siempre es cautelosa
entrometida en calles sin historia,
maquetas apenas.
Debí soñar con lágrimas nodrizas;
a menudo la barbarie es no tener recuerdos.
Hablábamos de muertes vanidosas,
sin un samaritano.
Hablábamos poemas mal enterrados
cuando los ogros pierden sincronía,
cielos absurdos sin identidad.
Hablábamos vacíos innecesarios,
evaluaciones próximas al delirio.
Otro cielo hecho con latas.
Hablábamos de todo, el espejo y yo.