Pues yo no como caracoles, será que no he asimilado ni mi propia cultura.
En realidad, no como casi ningún animal que no tenga huesos o espinas. La única excepción son los langostinos, las gambas y poco más.
Jamás cocinaría o comería algo que estuviera vivo. Supongo que me traumatizó aquel programa de Con las manos en la masa en el que le dieron un "baño caliente" a un cangrejo delante de la cámara.
Jamás elegiría a un animal en una pecera o en cualquier otro sitio en el que pudiera verlo vivo para que lo prepararan para mí.
Vamos, que será cuestión de cultura, pero en la cultura en la que yo vivo se considera un privilegio ir a un restaurante y señalar a una langosta para sentenciarla a muerte. Y yo no puedo con eso.
Yo creo que esto es así porque tengo el privilegio de estar bien alimentada y no necesito comer cualquier cosa para sobrevivir. La cultura influye, pero yo debo de ser muy rara, porque creo que antes comería carne de perro o de rata que un caracol. O que un gusano de seda.