En Catalunya, que está siendo el laboratorio de los recortes y donde más tajos se están dando por doquier, se ha conseguido reducir el déficit en unas pocas décimas. O sea, una mierda.
Además, el concepto de recorte de gastos en sí mismo no es malo. El problema es dónde se aplican esos recortes.
Estamos en una espiral de ortodoxia fiscal siguiendo al dedillo el dictado alemán, y lo único que hemos conseguido es volver a entrar en recesión. El déficit no lo vamos a cortar porque el consumo se está deprimiendo hasta límites alarmantes. La destrucción masiva de empleo trae consigo menos recaudación por IRPF. La desaparición de empresas y el descenso de la actividad económica, tres cuartos de lo mismo. O sea, que recortamos gastos pero a la vez los ingresos están cayendo a mayor velocidad, con lo que no generamos recursos para pagar la deuda.
Además estamos recortando justamente en los pilares que nos pueden permitir la recuperación: Educación e Investigación.
Mientras tanto, los inversores en la economía especulativa se están forrando. Esas inversiones no van a parar a la economía real, sino al puro trapicheo. Se obtiene dinero del BCE al 1% y se emplea ese dinero en comprar deuda soberana con un rendimiento del 6%. Y eso es lo que estamos fomentando con todas estas políticas neoliberales que han olvidado por completo que las políticas económicas no deben estar basadas en ideologías sino en servir a los ciudadanos.
Ahora sería el momento de hacer políticas económicas contra-cíclicas, para compensar. En lugar de eso, estamos acentuando los efectos negativos.
Y para ver todo esto no hace falta ser ministro de exteriores ni salir en Intereconomía ni tener un Nóbel. Sólo hace falta depojarse del absurdo disfraz de hooligan político y usar los ojos y la materia gris.