No sé por qué muchos ven fantasmas y se empeñan. A mí el discurso de Álex de la Iglesia me encantó pero no por ello me voy a convertir en fan suyo y voy a ver todo lo que produzca (o le dejen producir o dirigir). Me gustó el discurso porque de verdad plantea algo, porque me parece coherente y porque de verdad expresa la necesidad de que la cultura sea accesible y el hecho de que en internet hay gente con muchísimas ganas de consumir calidad, ya que internet lo que ha hecho es aumentar, por norma general, el nivel crítico del consumidor medio ya que la oferta es casi inabarcable.
Yo no voy a ir balada triste de trompeta, solo iré a ver las pelis de cine español que puedan parecerme que, a lo mejor, tal vez merezcan una oportunidad. Sin embargo ni eso le quita valor y razón al discurso de Álex ni el discurso de Álex me quitará las premisas a las que respondo para ver una peli española en el cine ni tampoco me quitará la suspicacia inicial con la que afrontaré en los primeros minutos.
Lo que aplaudimos aquí es un acto de coherencia y de ser consecuente. De la Iglesia sabe, ahora más que nunca, que ha perdido un gran apoyo institucional y que si quiere seguir en esto del cine tendrá que hacer calidad porque es lo mismo que él ha definido y defendido en su discurso.
¿Qué más da ganar o perder si puede seguir haciendo cine? Esa es la actitud. Tú haz arte, cultura, trabaja esforzándote en lo que crees y ganarás tú y ganarán todos. Porque no piensas en el premio ni en el dinero. Piensas en la satisfacción personal, en el desarrollo artístico y creativo. Y aunque eso es mucho más duro y generalmente menos agradecido que tener de tu parte a quien suelta los euros, acaba siendo, al final, mucho más enorgullecedor y digno.