Miró las curvas del monitor, me preguntó que hago aquí, sentado con el ratón en la mano mirando la pantalla, de la nada trató de sacar una imagen, un nuevo concepto, el logo que represente al cliente, guste a todos y sea vendible… casi me piden igualar la acción dios en los primeros días de la creación, al menos a él no le exigían tardar poco y ser barato…
Aparto la vista del escritorio de diseño, comprado en una multinacional sueca y que tan bien representa la nueva corriente de diseño minimalista y comercial que nos arrastra a todos los diseñadores estos últimos años. Tengo tiempo, la fecha de entrega aun queda lejos pero como si fuera la primera vez que entregaba un trabajo, aun me pongo igual de nervioso, me sudan las manos, miro con desespero la pantalla y me pregunto que hago aquí y cuanto tardara el cliente en darse cuenta de su error al elegirme y despedirme…
Pero se que al final saldrá adelante… siempre lo hacen... Como si tuvieran inteligencia propia, como si fuesen un golen que respondiese al Yiddish para cumplir su cometido… quizás es mas como un parto, una lenta gestación que culmina en un parto exitoso… me desconcierta como hombre, pensar en ser capaz de este milagro…
Cojo mi chaqueta, quiero tomar el aire, mi abarrotado estudio me devuelve una suplica muda, algunas prendas de ropa, escandalosamente mal dobladas, cuelgan en las esquinas y los diplomas de certámenes de diseño que por casualidad del destino, como una extraña broma, llevan mi nombre.
-¿eres feliz?- dijo ella-
Me apoyó contra la pared de la entrada, la he oído en mi cabeza como si estuviera junto a mí. Habría podido jurar que sus labios me susurrón al oído. Esas palabras… que para mí tienen dueña indiscutible… la primera pregunta que me hizo ella.
El edificio de cemento desnudo y extrañas escaleras, donde como en un bunker de otro mundo los estudiantes, futuros creadores, futuros constructores, luchábamos por ser mejores. El cemento cubria toda las paredes… desnudo… sin un barniz ni una pintura… puedo recordar su tacto rugoso y perforado que tanto disfrutaba estirando mi mano al pasar… su olor acre a tierra mojada, nunca sucio e indigno como algunos deseaban pensar, para catalogar la vida de forma mas sencilla.
Los olores traen recuerdos como laboriosos peones de obra, el azucena que me transporta a la casa de mis padres, o el picante olor a moho del omnipresente deposito de agua hecho con arenisca tipico de Lanzarote, que me hace por unos segundos despertar junto a mi abuela.
-¿eres feliz?- repitió-
Yo me quede callado, mirándola… pequeña, casi frágil como una muñeca de porcelana pero con una convicción en su mirada que habría desarmado aun ejercito y destruido sus almas.
¿Era feliz en ese momento?, ¿habia sido alguna vez feliz?, ¿le importaba a alguien?...
La ultima pregunta si tenia una respuesta… a ella, a ella le importaba, aunque fuese parte de un extraño juego del que carecía tener las reglas, a ella le importaba si era feliz. Pense, pense durante segundos, que es una eternidad en el dilatado mundo de nuestras mentes.
-Si soy feliz, no me falta nada de importancia y todos mis problemas son imaginarios- Respondi ante su extrañesa.-
Pareció darse por satisfecha, como si extrajera de su juego una energía invisible que la alimentase. Como si jugar con las personas a través de esa sencilla frase fuese el mejor de sus pecados…
Estoy caminando en dirección al centro, ¿Cuándo salí de mi casa?, no lo se, me he despertado de ese sueño y sigo andando por las calles empedradas. El vapor de mi respiración me hace la única compañía pues nadie mas atraviesa conmigo esta calle a estas horas de la tarde donde quien no esta trabajando prefiere la calidez de su hogar.
Me apoyo en el puente de uno de los canales, bajo el una barcaza pasa lentamente, la música me envuelve mientras observo a la pareja de novios bailar en brazos… les miro hasta que se pierden en el siguiente recoveco del canal… la sala de fiestas flotante parece ser la ultima moda en esta ciudad donde los gustos duran lo que un suspiro y crean las tendencias que alimentaran al mundo.
Sin pretenderlo llegó frente a mi museo favorito. El enorme cartel de sus fantasticos girasoles me da la bienvenida… no lo pienso, tengo tiempo y nada mejor que hacer. Saco de mi raída cartera el carnet de socio y paso a través de la enorme cola de turistas que esperan su entrada numerada, la mayoría no tendrán suerte, debe quedar muy poco para cumplir el cupo diario.
Paso junto al puesto de los aparatos de dictado, se muy bién como son, el diseño de su exterior fue obra de mi estudio, declino la oferta de la azafata, conozco bien la historia del pintor y de cada obra expuesta. Atravieso la zona dedicada a la exposición temporal, una comparación entra autores de le época poco agraciada… las nubes de turistaa me atraviesan con sus cámaras y extraños lenguajes, me paro, frente a uno de los cuadros de inspiración japonesa, frente a mi un grupo de chicos tratan de descifrar el enigma del cuadro. Han apagado sus dictáfonos y se afanan por tratar de analizar por ellos mismos. Su castellano me traen recuerdos del hogar… hacia tiempo que no escuchaba mi lengua materna en labios de otros.
Me apoyo levemente en la pared de pasillo y les escucho divagar sobre estilos, pinceladas y lo sueños encerrados en toda obra de verdadero artista. Sonrío para mi, me siento como no me he sentido en semanas de trabajo… feliz conmigo mismo.
La mujer se acercó a ellos, y en un castellano aun mas nostálgico les aclaró alguno de sus dudas. Estaba vestida con un sobrio traje y llevaba una chapa dorada en su pecho. La nueva directora del museo, aun no lo conocía, aunque fuese íntimo del anterior director que falleciese por un ataque cardiaco en su estudio hace unas semanas.
Muy complacido los chicos marcharon a ver otras obras, mientras la directora se quedaba quieta, mirando el cuadro que acababa de describir quizás preguntadose como podía decir con palabras tanto arte.
Me acerco al cuadro y se vuelve a mi.
-¿Cou sua?- ¿nesecita ayuda?, me pregunta Holandes-
-Quizas, solo tengo una curiosidad –le contesto en castellano- ¿eres feliz? –
Su sonrisa se ensancha, en el interior de sus ojos veo un recuerdo que se enciende.
-Si soy feliz.- contesta antes de darme un abrazo- Mucho tiempo tiempo grandullón... ven, hablemos con un cafe en la mano como los viejos tiempos-
Me condujo al interior del museo, a trabes de los pasillos de servicio hasta su despacho, allí pidió sendos cafes a su secretario y se sentó sobre el escritorio mientras me miraba de arriba a abajo, analizándome con esos ojos ante los cuales siempre me vi desnudo.
-No esperaba verte aquí, en Amsterdan.. aunque es lógico, esta es la cuna del diseño, donde los hipócritas se copian unos a otros y al final siempre repiten lo mismo uno y otra vez... el arte moderno es tan predecible...-
-Bueno, hacemos lo que podemos -me excuse- pero no es facil copiarse continuamente sin que se note demasiado ¡hace falta mucha experiencia!-
Su sonrisa lo fue todo para mi esos instantes, una amistad que recordaba con amor, la esperanza de cumplir un sueño, una ciudad que enamoraba, un buen trabajo... ¿que mas podía pedir para ser feliz?
P.D Estoy de vacaciones sin internet
![angelito [angelito]](/images/smilies/nuevos/angelito.gif)
Pero ire subiendo lo que escribo. Cuidaos