Manuela de Madre: «Quise ir al juez Garzón a aclararle algunas cosas»
Exalcaldesa de Santa Coloma. La vicepresidenta del PSC dice que la noticia del ‘caso Pretoria’ le produjo la misma estupefacción que la del impacto del segundo avión en las Torres Gemelas.
Manuela de Madre, el pasado viernes. Foto: ALBERT BERTRAN
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NÚRIA NAVARRO
Los dos últimos meses han sido duros para Manuela de Madre (Huelva, 1954). El 2 de octubre falleció su padre mientras dormía. Diez días antes de que se destapara el ‘caso Pretoria’ le extirparon la tiroides. Tenía nódulos y le rascaron la tráquea. Y estalló el escándalo. Su madre le dijo: «Porque tu padre ha fallecido, que si no, se moriría de pena y de vergüenza». Ahora, tras la investidura de la nueva alcaldesa, Núria Parlon, se siente algo más aliviada. Pero los efectos del ‘shock’ siguen ahí.
–¿Cómo se enteró del caso Pretoria?
–¡De una manera terrible! Mi hija mayor, Àmbar, iba a coger el metro sobre las once, me llamó y me dijo: «Hay un golpe de Estado; a papá y a ti os fusilarán, pero no te preocupes porque cogeré a Diana [la pequeña] y a la yaya y me las llevaré a Francia».
–¿Un golpe de Estado dice?
–Vio muchos guardias civiles frente al ayuntamiento y pensó en el 23-F. Luego me entraron otras llamadas avisándome de que el juez Garzón había detenido a Bartu. Me quedé estupefacta. Experimenté una sensación similar a cuando vi el impacto del segundo avión en las Torres Gemelas por la tele. Los primeros días estaba ida. Hasta quise ir al juez Garzón a aclararle algunas cosas sobre cómo funciona un ayuntamiento...
–¿Se ha serenado ya un poco?
–Sigo en un estado de incredulidad. Las imputaciones son muy graves y espero que la imparcialidad del juez Garzón permita que el asunto se aclare pronto. Porque es muy fácil hablar de la presunción de inocencia, pero se practica poco. Hay gente en Santa Coloma –una minoría– que ya ha sentenciado y condenado.
–El PSC también se los quitó rápido de encima.
–Pese a que pueda parecer que la dirección del partido actuaba con dureza, se aplicó lo aprobado en el último congreso y era necesario.
–Usted conocía bien al señor Muñoz.
–Desde hacía 33 años. Y a Manuel Dobarco, 25.
–¿En sus tiempos de alcaldesa no percibió nada raro?
–Bartu no tenía cartera. Y después, tras dejar la alcaldía, desaparecí de la vida municipal.
–«Se veía venir», dicen algunos.
–No sé lo que veían venir, porque no hay juicio ni sentencia. Y si algunos tenían pruebas, debieron ir a la fiscalía. Además, no es verdad eso de que las recalificaciones no tenían beneficios para el municipio. Sí, se reclamaban unas compensaciones económicas, pero también la construcción de viviendas tuteladas para ancianos. Además, en los ayuntamientos, para autorizar un pago, hay un tesorero, un depositario, un interventor... Puede pasar que no haya delito urbanístico, ¿eh? Y son muchos los que se han acercado hasta la agrupación a mostrar su apoyo.
–En otros tantos hay indignación.
–Es una indignación que reclama dejar fuera a los socialistas. Los que ahora gritan «chorizos», antes gritaban otras cosas.
–En un vis-a-vis de Soto del Real, ¿qué le preguntaría hoy al exalcalde?
–Si tuviera la sentencia, sabría qué preguntar... Se me hace difícil creer que Bartu ha hecho lo que se le imputa. No sería el Bartu que conocía.
–¿Cómo era el que conocía?
–Un hombre honesto, comprometido, con ambición para su pueblo. Hasta que se casó y se mudó al piso de su mujer, siempre vivió en Santa Coloma. Le gustaba el golf y la buena mesa, sí, como a muchos, y no por ello son indecentes. Y sé que Dobarco quiso ir a vivir a un piso más pequeño, pero no logró vender el suyo y no pudo… ¡Alguien enredado en chanchullos no tiene ese problema!
–¿Qué me dice de Luigi?
–Vino alguna vez al ayuntamiento. Nunca pensé mal de él. Pero, ¿alguien sospechaba de Millet y Montull?
–Probablemente no.
–Todo esto me ha hecho reflexionar sobre lo dañinos que son los comentarios que hacemos de los adversarios políticos. Algunas de las cosas que se publican pueden no ser verdad... Durante una época se dijo que mi marido [Antoni Fogué] era el dueño de las grúas de Santa Coloma.
–¿Aplaude que su marido no haya sido elegido alcalde?
–Sí. En su decisión pesó su compromiso con la ciudad y la militancia. Era el momento de la regeneración. Y la alcaldesa Parlon tiene la cabeza bien amueblada y el corazón limpio.
–¿No hay una razón doméstica?
–La hay. Yo sé lo que es ser alcalde de Santa Coloma. Si te arremangas, no tienes vida. Mis hijas lo han sufrido, y ahora que combino la tarea parlamentaria con la voluntad de cuidarme, que su padre asumiera el cargo… La menor dijo: «Si papá es alcalde, yo me voy de Santa Coloma».
–¿De qué herida no se podrá curar Santa Coloma?
–Del hecho de ver a su alcalde detenido y esposado. Es un golpe que ha dolido y también ha alegrado a algunos, que brindaron con cava. Los mayores dicen que cuando un litro de aceite se derrama, aunque lo intentes recoger, nunca recoges el litro entero. Así, cuando esto se aclare, las familias, la ciudad y el partido ya no podrán recoger todo el litro.
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Soy el único que flipa con lo marcado en negrita ? Es que me parece muy fuerte que la tia suelte eso y se quede tan ancha...