ENTRADA 6: El Rescate.

ENTRADA 6: El Rescate.

En el interior del 7F los 5 chavales esperaban a que sus amigos volvieran del apartamento de las italianas. Acababan de verse por la ventana, "todo bien", había dicho Capoira a Llovet.

-Todo bien jodido querrá decir, espero que esta gente nos saque de aquí - Pensó Llovet mirando al resto de ocupantes del apartamento. Francis daba vueltas nervioso, vestido con sus tirantes negros y el bañador de marca...con estilo hasta en la playa el jodio. Tony y Coletilla hablaban de lo que harían al ser rescatados, la aparición del helicóptero los había revolucionado, al parecer todo acabaría pronto. Rober estaba en el baño.

Se planteó la cuestión de qué hacer ahora, -pasar desapercibidos- era la opción de Francis, que aunque se encontraba mejor, seguía con el miedo en el cuerpo tras lo del andaluz.
-Pedir ayuda en cuanto bajaran -, esa era la opinión de Tony y de Coletilla, que hartos de estar encerrados, querían salir cuanto antes y parecía que la posibilidad de ser rescatados por los soldados era la más razonable. Rober salió del baño con el ruido de la cisterna de fondo.

-Llama otra vez a estos por la ventana a ver que hacen ellos.-Dijo refiriéndose a Llovet.

-Yo los llamo… pero tú cierra esa puerta o no harán falta monstruos de esos para matarnos.
Contestó Llovet. Al momento estallaron en carcajadas mientras Rober cerraba la puerta indignado. La tensión de las últimas horas había sido tremenda y aquellas risas suponían una válvula de escape natural a todo lo acumulado hasta ahora.

- Pues no huele tanto. – Aseguró con la boca pequeña, restándole importancia.

Los disparos y los gritos de los pisos superiores les hicieron cambiar la expresión de la cara y acabaron de golpe con el optimismo, como un cuchillo que cortó todo el bueno rollo.
-Estarán disparando a esas cosas- Comentó Tony intentando tranquilizar a los demás y a él mismo.

La conversación entre apartamentos volvió a iniciarse, Capo y Llovet procuraban levantar la voz lo mínimo indispensable, a nadie le importaba cuales eran los planes. La decisión fue esperar hasta que los soldados llegaran a nuestro piso.

Yo aún estaba en el sofá, tocándome el chichón con una mueca de dolor, viendo como las chicas sacaban sus equipajes al comedor a toda prisa, preparadas para salir de aquel lugar en cuanto fuera posible. Yo no tenía confianza al 100% en esos soldados (por los gritos de la gente) pero…difícilmente serían peores que esos locos sangrientos, y además no teníamos otra opción.





Sonaron unos cuantos disparos más, cada vez más cerca, parece que estaban dando buena cuenta de todos los infectados con los que se cruzaban. Estábamos pegados a la puerta, aguzando el oído, mirando por la mirilla, impacientes, asustados, pero también esperanzados y deseando que acabara aquella pesadilla.

Mientras pensaba en todas esas cosas, una voz sonó, diciendo en tono autoritario que nadie saliera de sus casas o serían tomados como una amenaza en potencia, lo que viene a significar que primero disparan y luego preguntan... “Amenazas en potencia”… serán cabrones.

-Bueno ahora tocaba esperar por fuerza- Pensé mientras me dirigía a la ventana para asegurarme que mis amigos del 7F habían escuchado el mensaje, lo último que quería era a uno de estos con una bala entre ceja y ceja por salir a pedir ayuda y ser considerados “una amenaza en potencia”.


En la radio de onda corta de uno de los soldados se escuchó, entre interferencias y jadeos, la voz de un hombre que decía a toda prisa que estaban llegando al punto de reunión, que veían el helicóptero, que eran 3 y un herido y que los otros 4 hombres del grupo eran bajas.
Al escuchar estas palabras Martín, el hombre al mando de los militares que estaban en la escalera del edificio, ordenó bajar rápidamente a la planta baja para reunirse con ellos y llevarlos de vuelta.



7 pisos más abajo Rafa y Juanky seguían encerrados en el Focus negro, la llegada del helicóptero había hecho que un par de infectados se fueran atraídos por el estímulo sonoro, pero aún había 3 o 4 rondando el coche. Los 2 chicos estaban agazapados intentando ocultarse lo máximo, sin mover ni un músculo y hablando con susurros apenas audibles. La situación era extremadamente peligrosa, llevaban al menos media hora inmóviles, esperando a que se esas cosas se fueran y poder tener vía libre para subir al piso.

-Juanky, ¿Y si arrancas y nos largamos? – Dijo Rafa como si fuera un cuchicheo, vigilando el exterior tras el asiento del copiloto.

-¿Y donde coño vamos?, con el caos que hay por la calle no llegaremos a ningún sitio, además estos deben estar en el apartamento.- Contestó Juanky haciendo un gesto con la cabeza hacia el edificio.


Apenas había terminado la frase cuando escucharon unos disparos, muy cerca, al levantar la vista vieron como 4 militares, uno de ellos herido y con la manga derecha ensangrentada, trepaban por la reja de acceso al parking.


Los recién llegados atrajeron la atención de todos los infectados cercanos, 2 de ellos abrieron fuego con sus HK, llenando el suelo con las vainas metálicas de los proyectiles, mientras otro ayudaba al herido a saltar la verja, debía estar bastante débil porque aunque era de unos 2,5 metros de alta, era fácil de saltar ya que tenía barrotes horizontales que servían de apoyo y agarre, eso sin contar con el medio metro de la base de hormigón, que hacía las veces de un perfecto escalón.

Cuando abatieron a todos los infectados de la zona del parking siguieron avanzando hacia la entrada del edificio, con los fusiles amartillados en el hombro, con mucha prisa. No sin que antes el más bajito les dedicara un “jodeos cabrones” y una ráfaga a los que había al otro lado de la verja.

Tras entrar al patio del edificio se encontraron con los hombres de Martín.

-¿Os han seguido? –Preguntó Martín.

-No, las puertas están cerradas, pero están afuera. Dijo uno de los recién llegados.

-¿Solo 4?- Añadió uno de los chicos del pelotón.

-Si, el conductor atropelló a una de esas cosas y perdió el control, se estrelló contra un muro. –Contestó el bajito. Después avisamos por radio para que viniera un equipo de apoyo, pero las órdenes fueron reunirnos aquí con vosotros. Por el camino esas cosas se nos abalanzaron. Al parecer…

-Al parecer tenemos que salir de aquí ahora mismo. -Intervino el sargento Martín cortando el relato.- Basta de historietas, el helicóptero está en la azotea, hay que salir de aquí, ese hombre necesita atención médica y nosotros tenemos que ir al punto de repliegue. Moveos.

Y diciendo esto comenzaron a subir las escaleras de nuevo, dejando atrás el panorama horrible del patio, en el que había un ascensor con 2 cadáveres de hombres jóvenes hechos pedazos, al parecer había habido una carnicería en su interior y esos 2 estaban demasiado destrozados incluso para revivir como infectados. La puerta seguía intentando cerrarse, tozuda, persistente, chocando una y otra vez la pierna que se interponía en su trayectoria.
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