Bueno, pues os dejo aquí un ensayo que tuve que escribir para el insituto (teníamos que participar [por fuerza xD] en un concurso literario) y que resultó ganador (el ensayo lo iba a escribir para un blog de informática, pero ya lo dejé para esto de lengua porque iba antes)
Ale, ahí se los dejo (es un poco largo):
Tetris
Tetris. Sobre eso voy a hablar, sí. Pero, antes de empezar, para los menos entendidos en los videojuegos, explicaré qué es el Tetris.
Allá por 1985, un joven ruso Alexey Pazhitnov, se inspiró en las fichas del antiguo juego Pentaminó para crear el que probablemente sea el videojuego de rompecabezas más famoso de toda la historia. Y lo mejor es que para ello solo precisó de una tarde, pues el fantástico juego es a la vez “sencillísimo” de programar. Fue sin embargo 2 años más tarde cuando alcanzó popularidad mundial al lanzarse junto a la Game Boy de Nintendo, pero esto ya es otra historia. Lo realmente sorprendente es que aún hoy, 20 años más tarde, el juego siga gozando de una popularidad desmesurada.
Hasta aquí solo tenemos una pequeña introducción histórica, pero la pregunta realmente importante sigue sin respuesta, ¿qué es el Tetris? Es tan simple en sí mismo, que resulta ciertamente difícil de explicar. Para entendernos, imaginemos mentalmente un cuadrilátero de 10 cuadraditos de ancho por 20 cuadraditos de alto. Ya tenemos la pantalla en la que se desarrollarán nuestras futuras partidas de Tetris. En esta simplemente caerán 7 tipos de piezas diferentes que deberemos amontonar para completar una línea de 10 cuadraditos, que una vez conseguida desaparecerá y nos otorgará una cierta puntuación. Esta variará según el número de líneas que hayamos conseguido hacer de golpe (el máximo es 4, que es a lo que se denomina hacer “Tetris”) y del nivel en que nos encontremos. El nivel inicial es 1, en el cual las piezas caen a una velocidad lenta, que irá aumentando conforme vayamos subiendo niveles cada vez que formemos 10 líneas.
Complicado de entender si nunca se ha jugado, ¿eh? No pasa nada, en cuanto se prueba se ve que no es tan difícil.
Bueno, llegados a este punto, lo más probable es que se esté diciendo, “Bueno, sí, vale, perfecto, me parece muy bonito el juego y tal, pero ¿Me puedes decir que tiene esto de nuevo? Yo también puedo informarme del Tetris si quiero, incluso jugarlo. Me parece que voy a dejar de leer” ¡Espere, espere! Le aseguro que lo que voy a contarle no lo puede usted encontrar en ningún sitio (al menos eso creo) y, en cualquier caso, tal y como lo voy a contar yo, tan desastrosamente, seguro que no.
Lo más seguro es que piense que soy un “viciado” (que no hago más que jugarlo, vamos) al Tetris. Bueno, no iría muy desencaminado, pero no es de eso de lo que voy a hablarle. Todo este asunto comenzó hace hoy una semana y cinco días (el 19 de mayo de 2007 más concretamente, porque usted puede estar leyendo esto dentro de una semana) Yo me hallaba jugando al Tetris, lo cual no es tan obvio, pero es lo más propio en este caso. Y, enfrascado en su complejo y absorbente juego de piezas y velocidad, sin previo aviso, algo hizo “clic” en mi cerebro y una voz (la mía, claro) dijo “Ey, qué narices, este juego es como…” Si, este juego me recordó a algo. Esa forma de aumentar su velocidad y complejidad. Esa manera de castigar cada fallo, de recompensar con un golpe de suerte la partida y dejar la pantalla casi vacía. Ese factor estrategia que lo rodea junto a ese plus de suerte que hace falta para llevar a cabo una partida perfecta. Ese nunca acabar, ese número de posibles combinaciones de piezas y por tanto de partidas cuyo límite es la imaginación. Esa sensación de encarcelada libertad, de saberse libre de hacer lo que se quiera pero a la vez estar preso en el juego. Ese tan exiguo número de piezas que a veces pueden combinarse y otras no, atendiendo a vete tú a saber que razones… ¿De verdad que no lo ve? ¿No lo siente? ¿No se le ha movido algo por dentro al imaginarlo? (Disculpe si no ha sido así porque la culpa es mía por tener un dominio de la lengua propio del Neandertal)
Sea o no así, es el momento de desvelar el pastel de esta fiesta (no vea usted que algarabía tenemos aquí montada…) El Tetris me recordó, ni más ni menos, que a eso que todos los que lo juegan y no lo juegan tienen, aquello que todo el mundo que se despierta cada día y se acuesta cada noche tiene: el Tetris es, ni más ni menos, la muestra más perfecta e inigualable de lo que es la Vida.
Y ahora le vuelvo a rogar que no deje aquí la lectura, porque puede que esté loco, pero al menos lo que digo lo sustento en algunos argumentos más o menos válidos (siempre puede pensar “Sí, válidos para un loco”, pero bueno, no pierde nada leyéndome)
La mejor manera de ejemplificar esto es ir jugando una partida de Tetris a la par que escribo. Así que, disculpe un segundo que coja mi vieja Game Boy y empiece a jugar…
Ya. Lo primero que veo ante mí es…bueno, es casi nada. Simplemente es la susodicha pantalla de 10x20 cuadraditos en blanco, mientras una ficha que forma un cuadrado de 2x2 cuadraditos cae por el centro. Pero que lento cae, por Dios. Lo bueno, es que es suficiente para empezar a explicar mi teoría. Supongamos que acabo de nacer. ¿Qué es lo que hay en mi vida? Nada. No hay absolutamente nada, excepto mi madre (que acaba de parirme, con el perdón de usted por la expresión), mi padre, que está a mi lado, el médico que me tiene en brazos y una enfermera que me mira con esa cara de tontos que a todos se nos pone cuando vemos a un niño chico…qué curioso, forman como un cuadrado los cuatro (risas…que mal chiste) Lo que si que es verdad es que todo, aunque se sucede rápido, parece ir sin embargo lento. No se si me explico. Me parece que en el siguiente párrafo voy a adelantar un pelín el reloj del tiempo para que se entienda más o menos (mientas, sigamos con la partida)
¡Bien! Me he hecho mis primeras cinco líneas (imagíneme haciendo un gesto de victoria) Pero como digo, esto va muy lento. Lo bueno que tiene es que tengo tiempo de ver venir las piezas y colocarlas a placer, e incluso me permito el lujo de formar figuras sin sentido. Aunque aún no me he arriesgado a intentar hacer 4 líneas de golpe. Tic tac tic tac…el reloj del tiempo se detiene en cualquier punto de la infancia, siempre y cuando en ese punto tenga (yo) suficiente uso de razón. Vaya, que interesante es esto de la vida. Tengo tanto tiempo para hacer de todo…casi no tengo cosas que hacer, excepto jugar a lo que quiera y como quiera. Dentro de mucho tiempo, quizás 1 año, tendré que empezar a estudiar o algo así he oído, pero bueno, ya llegará.
¡Ala! Acabo de descubrir que si hago muchas líneas de golpe (en concreto he llegado a hacer de momento hasta 3), obtengo más puntos. Pero también he descubierto otra cosa: al conseguir las 10 líneas, las piezas caen un poco más rápido. Ahora no me da tanto tiempo a colocarlas. Uuum…vaya con esto que llaman estudiar. Aprendo muchas cosas de golpe. Sí, e incluso tengo que sacrificar un poco de mis juegos para poder estudiar, pero tampoco mucho: me he dado cuenta de que ya 6 meses no me parecen tanto, pero 2 años si que es mucho, y es ahí cuando dicen que empieza lo duro de verdad…
¡Qué bien sienta conseguir 4 líneas de golpe! Me ha costado decidirme, pero cuando he conseguido hacer la primera (con mucho esfuerzo, eso sí) he sentido un regustín…ya voy por las 42 líneas, y bueno, no está mal, me he dado cuenta incluso de que sin hacer líneas mis puntos suben, aunque sea un poco…pero eso sí, esto cada vez va mucho más rápido, aunque aún es soportable. Buuf, como pasa el tiempo, parece que fue ayer cuando estaba jugando a la pelota siendo un enano. Bueno, en aquella época no me arriesgaba tanto como ahora, pero aunque tenía sus ventajas (era más seguro, obviamente) que bien sienta cuando arriesgas y ganas…aunque no siempre lo logro. Es difícil. Pero eso sí, aprendo cada día algo nuevo, aunque ese día no haya hecho nada en especial…
Hagamos un ligero parón por si acaso mi símil no ha quedado bastante explícito. Digamos que, los comienzos del Tetris son como los de la vida misma, al principio todo va muy lento, como cuando somos niños, y el tiempo parece algo infinito. Conforme se va avanzando en el juego, se van aprendiendo cosas, como que al hacer varias líneas de golpe se consiguen más puntos, igual que de niño, al jugar a algo digamos más “peligroso” se consigue (por decirlo de alguna forma) más diversión. Pero, quieras que no, conforme sube el nivel, las piezas van más rápido. El tiempo también pasa más rápido conforme avanza nuestra vida. Por último, y lo que creo que me ha quedado más claro, es que colocar una ficha (aunque sea mal) nunca es en vano, porque aunque sepas que te has equivocado, para la próxima vez lo colocarás mejor. Ningún día es inútil. Aún habiéndolo empleado mal, siempre aprenderás algo nuevo (aunque sea que emplearlo en lo que lo has empleado sea una tontería) Pero que siga la partida.
¡Uuuf, cómo se ha puesto esto! Tengo ya 73.648 puntos, y he hecho 92 líneas, pero ahora mismo mi situación es un poco precaria. Demasiados huecos libres, y solo una pieza de las 7 me puede salvar. Esperemos que caiga. Eso sí, ha habido momentos muy buenos. He tenido que poner mi destreza a prueba. Y en otros, me ha sorprendido lo que ha salido de un error. Me gusta, sí. Cómo es el mundo. Llevo tantas cosas adelante…pero me gusta. He dividido mi tiempo en muchas cosas, pero creo que no me va mal. He sentido cosas extraordinarias. Va todo tan rápido pero a la vez tan lento…es una vorágine de sucesos que nunca para, pero que te llena. Como cuando me demostraron por primera vez qué era la verdadera amistad, como cuando me enamoré por primera vez, como cuando me emocioné con un libro, una película…aunque ahora tengo demasiadas cosas que hacer, y no sé sí voy a poder con todo. Necesito suerte.
¡Cómo amo este juego, y cómo amo mi suerte! No solo me salió la pieza…sino que arriesgué aún más, con una colocación de las piezas que no tiene pinta de que funcione, y me salió bien… ¡hice 2 Tetris! ¡Perdone que lo diga, pero soy amo! Ahora llevo 101295 puntos y 119 líneas. ¡Yeah! Qué extraño es esto. No solo conseguí superar aquellas peleas, exámenes, y desacuerdos, sino que encima me atreví a decírselo…me atreví a soltarle aquello que sentía, que era mi Sol, mi Luna y mis Estrellas, que ni las arenas de la playa ni esas luces clavadas en el cielo eran suficientes para expresar en número lo que por ella sentía… ¡y me dijo que sí, me dijo que sí! Somos tan diferentes, no somos la típica pareja, y sin embargo…aquel beso…aquel beso fue… aquel suave y a la vez furioso roce de nuestros cuerpos… tan húmedos sus labios y tan secos los míos, aquel primer beso fue…me siento más que bien, ¡me siento vivo!
¡Me cago en todo lo que se menea! (Perdóneme de nuevo la expresión) ¡Se me están apelotonándome las piezas! Y todo porque cambié de opinión sobre dónde colocar esta pieza cuando ya lo tenía todo decidido... ¡Eh! Denme tiempo, ¿quieren? ¡NO CAIGAN TAN RÁPIDO! Cachí en diez, ¡No! Qué mal está todo. Qué mal. Y todo por aquella tontería…tenía que haber hecho lo que pensé al principio, era lo correcto, lo había meditado mucho…pero me dejé guiar como un imbécil…y ahora la he perdido, ahora la he perdido…y mi mejor amigo no me habla, no consigo concentrarme en nada, y todo se me viene encima…¡Denme un respiro, por favor! No puedo más, no, no puedo…
¡Nooooooooo! No puede ser… he perdido…121.494 puntos, 136 líneas…por qué ahora…y todo por una tontería…todo se acaba…ya no tengo ganas de seguir luchando… ¿para qué? ¿Por qué? ¿Me queda algo? Mi vida es pura monotonía, y los días pasan sin causa ni sentido, vagando libremente sin camino y sin mi permiso…
Hagamos un pequeño paréntesis, y analicemos, como antes. Al principio, el asunto estaba bastante mal. Pero hubo suerte. Una suerte inesperada. De esas piezas que llegan en el momento justo. Sin avisar. Como esa inspiración, situación, persona, que sé yo, llamémoslo X como se dice. Y todo se soluciona. Todo se hace posible. Y todo se ve de otro color. Uno se vuelve más valiente y arriesga más, para conseguir más líneas y así conseguir más puntos. Para conseguir lo que te pide no solo la mente, sino también el corazón…y ¡oh, maravilla! Sale. Sí, sale. De la forma más inesperada, de las piezas más extrañas, sale. ¿Quién ha dicho que piezas se pueden juntar y cuáles no? Todas encajan, depende de lo que hayas hecho antes. Y todas las personas, como las piezas, pueden acabar juntas. En ningún sitio está escrito por qué es así y por qué no es así, pero lo cierto es que lo es. Todo depende, como en las piezas, como en el Tetris, de cómo hayas organizado tus líneas…y entonces puede que encaje o no…y ni siquiera así, pues puede que una colocación que pareciera errónea al principio, como una persona con la que al principio no hubiera nada, al final acabe dándote más puntos que si lo hubieras hecho de forma lógica, como puede que sea el amor de tu vida sin que te lo esperaras.
Pero hay una regla, tanto en el Tetris como en la vida, que es conveniente aprender. En primer lugar, si has decidido colocar una pieza en un sitio tras haberlo pensado, colócala ahí. No dejes que nada te haga cambiar de opinión, porque intentar colocarla en otro sitio puede resultar tan difícil que no lo logres, y las consecuencias son terribles. Como en la vida, si decides algo de corazón, haz todo lo posible para lograrlo, no permitas que te hagan dudar si de verdad así lo has decidido…porque cambiar en un mal momento puede ser nefasto.
En segundo lugar, de nada sirve lamentarse. No vas a cambiar nada así. La pieza está donde está, y por mucho que le grites a la pantalla va a seguir ahí, mientras otra pieza ya cae sin que hagas nada. Igualmente, no te lamentes tanto del pasado, aprende de él, pero no le pidas que cambie porque no lo va a hacer.
Y en tercer lugar, no pidas que se detenga el tiempo, porque el juego no está programado para eso, ni luches contra él…juega con él, aprovéchate de que sabes como funciona y actúa. En la vida, jamás se va a parar el tiempo para que pienses, si no que deberás hacerlo sobre la marcha, y más en momentos difíciles. Juega con el tiempo. A fin de cuentas, quieras que no, es flexible. Pero sigamos con la partida…después de que haya acabado, ¿no podré jugar más veces? Dije que el Tetris es como la vida, pero nunca dije que la vida fuera una única partida de Tetris…
Me llama. Ese maldito juego me llama. Tengo que jugar, leñe. Me da igual volver a empezar desde 0. Allá que voy, que ahora sé más que antes. Ahora no me vas a pillar igual. Y si pierdo… ¡pues perderé! Pero no dirán que no lo intenté. Porque volveré a jugar. Por lo que más quiero que voy a superar mi record. Y cuando pierda, lo volveré a hacer. Mi límite soy yo mismo. Y no pienso perder contra mí (Suena la melodía del Tetris…)
Bueno, ya estoy mejor…qué narices, el mundo no se acaba aquí. Queda mucha vida. Sí, se me ha venido todo abajo, ¿y qué? Lo volveré a montar, una y mil veces más si hace falta. Ahora soy un pelín menos imbécil, y me saldrá mejor. Seguro. De nada me sirve rendirme. Y menos rendirme a mí mismo. No. No me da la gana. Sé que volveré a equivocarme y a caer. Pero mientras me levante después, podré decir con orgullo, que jamás me rendiré.
Pues sí. Así es el Tetris. Te engancha. Te “pica” contra ti mismo. Porque a fin de cuentas, la mayoría de las veces juegas contra ti mismo, contra la máquina. Y así es la vida. Una continua lucha contra ti mismo, contra tus miedos, contra el mundo.
Y en el Tetris no se puede predecir nada. No hay ningún límite a la colocación de piezas, ni salen según un orden, no, salen al azar, totalmente al azar, y debes conformarte con lo que te toque. La máquina pone las piezas, tú pones la disposición. Puedes elegir hacer muchas líneas y pocos puntos, o muchos puntos y pocas líneas, o intentar lo más difícil, que es hacer ambas cosas. Todo tiene su riesgo. Pero como se dice por ahí…el mayor riesgo, es no arriesgar.
Y en la vida no se puede predecir nada. No hay ningún límite a tus sueños y aspiraciones, ni conoces gente ni surgen oportunidades según un patrón definido, no. Ocurren al azar. Totalmente al azar. Y deberás conformarte con lo que te toque. La vida pone oportunidades, pero tú debes elegir si cogerlas o no. Y aquí es donde reside la mayor diferencia con el Tetris. La vida tiene más de tres opciones. Tiene infinitas opciones.
Creo que es por esto que el Tetris tiene tanto éxito, aún después de tanto tiempo desde que saliera al mercado. Puedes cansarte de él, como seguramente harás en más de una ocasión. Como de la vida, que también te cansas de ella a veces. Pero, qué más da. ¿Quién nos quita lo que hemos disfrutado jugando, con esas victorias y derrotas? ¿Quién nos quita lo que hemos disfrutado viviendo, con esas tristezas y alegrías?
La Vida y el Tetris no tienen más objetivo que ser la Vida y el Tetris, al menos, en principio. Los únicos objetivos los marcas tú.
Y aquí les dejo, porque el Tetris me llama, no sé si saben a lo que me refiero. Me quedan muchas partidas por jugar. Tampoco sé si ha comprendido algo de lo que he escrito. Para mí tiene significado, pero expresarlo con palabras es difícil, así que no sé si le ha llegado el mensaje.
Le propongo algo mejor. Juegue al Tetris. Juegue una gran partida de Tetris.
Porque la Vida, es simplemente (y a la vez tan complejamente) eso…
Una Gran partida de Tetris.
(aquí vendría mi nombre, pero como no es bueno decirlo por internet...) Sam (^^)