Prometí que os contaría cómo fue el resultado de mi viaje a Oivedo a Septem Ediciones. Me recibió un "quidam" muy prosopopéyico y todas esas cosas y parecía aquello un diálogo de besugos, pero de los de fuera de época cuando ya ha pasado el desove, que es cuando menos sabor tienen. Le volví a repetir que lo de poner yo dinero para editar, nada de nada, y ni siquiera se inmutó ni trató de encontrar alguna otra fórmula, aunque bien es verdad que yo no encuentro que exista. Le pedí que me devolviera los ejemplares de mi obra y aquí comenzó lo de siempre, que si estaba todo revuelto y había que buscarlos... que ya me los enviaría por correo... en fin. nada de nada. Que son todos unos tiburones que andan a la que salta. Todo es aprovechable, pues cuando yo estudiaba, de los trabajos obligatorios profesor hubo que los aprovechó para publicar un libro. No, no me digais nada. Lo tengo registrado en la Propiedad Intelectual, aunque las refundiciones se pueden hacer igual y si son buenas cuesta trabajo demostrarlo luego. En fin, me regaló un libro de la editorial que lleva por título Arrecifes de soledad. Os envío una pequeña muestra para que juzgueis, aunque si lo que publican es como esto menudo bodrio. De todas formas le he enviado a un amigo a recoger los ejemplares. No sé si se los querrán dar.abían ocupado el anaquel más elevado
La contraportada del libro dice cosas como estas:
"Basada en ese seguimiento y por más que las luces con las que se identifica el progreso alimenten las vanidades, la narrativa del autor ahondará en lo paradójico del drama de la vida en tanto que las sombras que determinen aquellas luces acentúen la intemperie en los escarpados "arrecifes de la soledad".
Y ya dentro del libro, en la primera página, se expresa así:
"La mujer depositaba cuidadosamente uno tras otro los viejos libros sobre los leños de la chimenea que caldeaba la estancia. Estaba especialmente atenta a que el fuego redujera a cenizas cada volumen de los que hasta entonces y desde hacía largo tiempo, habían ocupado el anaquel más elevado de la vasta biblioteca que cubría en su totalidad la pared opuesta a la que alojaba la lumbre en la que ahora ardían aquellos "inútiles" textos -como se decía a sí misma-, que para ella no contenían otra cosa que "tediosos" enunciados y "aburridas" fórmulas que no habían aportado luz a los pasajes sombríos por los que hubo de transitar en los momentos más confusos de los que pautaron sus ya lejanos días de adolescencia".
A lo peor el equivocado soy yo y gusta a mucha gente. Del mismo jaez es el resto del libro. El autor trabaja o trabajó para la Consejería de Industria, Comercio y Turismo del Principado de Asturias, y estos entes "subvencionan a veces las ediciones" de...
lo que sea, ¡qué importa!