El ultimo (Parte I)

Estaba reforzando el último tornillo.

Bajó de la silla que le mantenía a unos metros del suelo y se separó un poco. Ahí estaba. Su aparato de aire acondicionado estaba listo para funcionar. Volvió a subir a la silla para pasarle una gamuza y poder resaltar esos reflejos que solo sabe dar el plástico de primera nuevo.

Buscó entre la documentación que había estado examinando durante dos noches consecutivas. Instrucciones, garantía y demás papeleo habitual. De repente, ahí estaba. Lo tenía.

Aquel sobrecillo transparente albergaba un simple mando a distancia y dos pilas. El éxito o el fracaso de todo su proyecto en un minúsculo botón verde. Le empezaron a sudar las manos.

Colocó las pilas, que se le escurrían entre sus nerviosas y ahora, resbaladizas manos.
Había llegado el momento de la verdad. Cerró los ojos y apretó el botón.

Nada.

Ni un mísero pitido ahogado, ni una pequeña lucecita. La mas contundente de las nadas.
Su rostro adquirió la forma de una especie de careta de tonto y la lucía sin tapujos. Revisó paso por paso, los manuales de colocación e instrucciones de funcionamiento, sin encontrar el mínimo error. Al llegar al último punto de las instrucciones, se le escapó una risita histérica.

Miró hacia los lados, como si en aquel mísero piso en donde vivía, hubiera alguien más mirando. A continuación conecto el enchufe. Porca miseria.

Lo que ocurrió a continuación le recordó demasiado al sexo. Notar aquella brisa, despeinando su cabello, le produjo un estremecimiento realmente extraño. La satisfacción del deber cumplido, o más bien una explosión de su propio ego seguramente serían los culpables. Con dos cojones, se dijo, mientras se tiraba sobre el sofá.

El día acabo allí para él, con la ropa puesta y durmiendo sobre libros de instrucciones, papel, corcho y una caja en la que cabía un muerto. Pero la noche acababa de comenzar.

(Continuará)
Oye, que pinta muy bien, no tardes con la continuación!!!!!
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