El paraíso vacío-RECOPILACIÓN (no escribir)

Bueno, aquí tenéis una recopilación de los tres capítulos de mi relato, con faltas y errores de tipografía corregidos(cosa que hará feliz a Heracles :P).



EL PARAÍSO VACÍO


CAPITULO 1 - Monotonía

Era una tarde igual que cualquier otra de domingo, solo que con lluvia, e I.D.G. estaba en su habitación, estirado en la cama y oyendo música. Por su mente pasaban infinitez de cosas, era un chico pensativo, siempre recordaba y daba vueltas a las cosas.
Pero esa tarde tenía ganas de salir a tomar aire fresco, a pesar de que estuviese lloviendo. Pese a que tenía bastantes amigos, esa tarde quería reservársela para sí mismo, él y su mente, tan sólo eso, y divagar por las calles del barrio, hasta cerca de la playa y quizás echar un cigarrillo.
Tras pasar las tres manzanas hasta la gasolinera, desierta, muy raro en domingo, y dar una vuletecilla por el casco antiguo del barrio, decidió tomar el paseo hasta la playa; a I.D.G. le encantaba el casco antiguo de su barrio, con esas casas abandonadas, y esas otras que no, con esas puertas góticas y esas figuras, grabados, etcétera de las antiguas casas, se sentía bien en esa parte de su barrio.
Conforme iba caminando por la calle, era más consciente de que no había ni una triste paloma revoloteando por los bancos. No le dio mucha importancia, sin embargo al llegar a la playa y ver ke habían muchas toallas y demás objetos personales esparcidos por la arena, como si alguien estuviera tomando el sol, pero no había nadie, I.D.G. se asustó. Miró en la cancha de tenis, miró hacia la otra punta de la playa por si había algún espectáculo multitudinario, incluso su desesperación le llevó a gritar tímidamente "¿¡hola!?" un par de veces.
La lluvia hacía rato que había ya dejado de incordiar a los cristales de casas y automóviles, y la humedad daba ese característico y fresco olor a la hierba mojada y a los árboles.
De nada le sirvieron los pocos centimillos del bolsillo, por si se compraba algún caramelo, porque el kiosco del paseo marítimo estaba abierto, pero nadie lo cuidaba, ni a éste, ni a la pollería, ni a la churrería, ni a la tienda de informática, y al entrar al centro comercial una profunda sensación de vacío llenó su sorprendida alma.El rumor de las voces de la gente, los niños corretear, las chicas de las ofertas...Vacío...ni un maldito conserge. Vaciló un poco, y se dirigió al puesto de helados; como era de esperar, ni un alma... Pensó en coger prestado algun que otro DVD, pero creyó que eso ya sería aprovecharse de la situación, así que tan sólo cogió una bolsita de patatas barata, para matar el hambre.
Mientras abría la minúscula bolsa notó una presencia, oyó el tarareo de una canción que no conocía, lenta y dulce, la voz de una chica de no más de 19 años la tarareaba, y al girar rápido la cabeza pudo aún ver un trozo de la sombra de esa chica girando la esquina hacia el pasillo de música.
"¡Hei, espera!" chilló él, mas la chica hizo caso omiso. Volvió a repetir un "espera, por favor" jadeante, pero al volver la esquina allí no habia nadie.
Continuó el pasillo entero, y al llegar al final de éste, otra vez la canción...pero ahora la voz de la chica sonaba tras él.
Al girarse, una chica de pelo moreno y largo, con un vestido de primavera de color verde manzana oscuro le miraba a los ojos; ella tenía unos preicosos ojos grises, de mirada penetrante. La chica desconocida le sonrió y, entre risas, volvió a correr y le dijo "¡vamos, persígueme...!"
Qué iba a hacer, no tenía elección, había llamado a casa y nadie le contestaba, era obvio que también sus familiares estaban desaparecidos, ya le extrañó no oir el típico "no tardes mucho" de su madre al salir de casa y decir "¡me voy por ahí!".
En fin, la persiguió, le siguió el jueguecillo, hasta que persiguiendo, persiguiendo, salieron del centro comercial y ella se empezó a perder por los árboles de fuera.
I.D.G., como todo inocente, giró el árbol y con una sonrisa de satisfacción, como alguien que logra algo importante dijo "¡¡te pillé!!", pero no, la chica no estaba ahí. Atónito ante lo que sus ojos veían, se apoyó en el árbol, descansó un poco y pensó para sí "no puede ser...esto debe ser un sueño, primero la gente, ahora esta chica desaparece..."
No tardó mucho en notar el calor de sus manos sobre sus brazos, súbitamente, la misteriosa chica estaba ahora detrás suyo, cogiéndolo por el cuello suavemente y dándole un beso en la mejilla. Él, sorprendido, se giró y la vió, con esos preciosos ojos, que dejaban desnuda su mirada.
"Te pillé", decía ella entre risas. Sorprendido él le preguntó "¿quién eres?, ¿y cómo has logrado desaparecer de detras del árbol?No logro comprender....."
"tssssssssst... hablas demasiado, escucha antes...¿o es que no te gusto?" Ante esas palabras la sorpresa de I.D.G. acabó de colmarse; ella continuó : "Lo del árbol, tan solo rapidez..."
"Pero, y...pero es que no...."
"tssss, calla tonto..." dijo ella dándole un golpecito cariñoso en la frente "he creado un mundo, un lugar sólo para nosotros, tu y yo... nadie mas, sin reglas, sin monotonía, tu y yo solos...
TU ...Y YO..."


CAPITULO 2 -

Parte 1: SU DESEO HECHO REALIDAD...

Impresionado, I.D.G. miró a la chica, y de golpe, soltó una carcajada.
"Esto es una cámara oculta, ¿verdad? Venga, ¿dónde está, dónde he de mirar...?"
"Escuha, ¿crees que si fuera una camara oculta toda la ciudad se hubiera molestado en cerrar las tiendas, o en esconderse solo por tí?"
"Oye, esto es...de hecho es verdaderamente extr..."
"¿Crees que nadie haría ruido, por tí? ¡¡Una cadena televisiva no se molestaria en hacer algo tan grande para una maldita camara oculta!! He hecho esto por tí, ¿¿¡Y ASÍ ME CORRESPONDES!??"
La chica, de nombre todavia desconocido, se rompió en lágrimas. A I.D.G., totalmente en blanco, sólo le pasaba por la mente la idea de abrazarla y calmarla, y es lo que hizo.
"Vamos, ya está, no llores, tssssssss, venga por favor, te pueden oir y pensar que te estoy robando o algo así...!"
"Nadie nos puede oír...todos han desaparecido, lo he hecho por tí. Escuchame antes de cortarme por favor."
I.D.G. permaneció callado mientras la chica procedia con su historia:
"No se si recordarás, que hara cosa de una semana tu llegaste muy triste a casa, en la cena aguantaste el llanto como pudiste y tomaste la excusa de que no tenías hambre para irte a tu habitación y llorar, perdido en un mar de tristeza. Ese dia tú...tú escribiste en tu diario lo siguiente: <<22 de abril de 2003, no soporto más la idea de ver a la chica que me gusta con otro, con mi mejor amigo, quien aprovechó las palabras que le conté que le diría a Nuria, para decírselas él y llevarse el trofeo. No puedo sufrir más, no puedo ver lo ruín que es la gente, y que tus propios amigos te clavan un sable por la espalda a la mínima oportunidad, en la jungla o sobrevives o te pisan, y yo estoy harto de que me roben mi tajada y me pisoteen; quisiera quemar la jungla, kisiera que ardiera y yo, victorioso desde un tejado, ver como mis ladrones arden en el fuego de mi rencor. Quisiera...quisiera estar solo en mi mundo, con una chica que me ame de verdad, que me escuche y me comprenda, que sea parte de mi alma, que en un beso caluroso nos fundamos el uno en el otro, quisiera un mundo para nosotros dos, sin reglas, sin falsos amigos, sin nadie que me ordene, que me ate cadenas a los tobillos...Eso quisiera, mas no logro encontrarte...¿Dónde estas, oh, mi alma gemela...?>>

¡Yo he hecho lo que tu querías! He quemado la jungla, he hecho arder a tus ladrones y tú has salido victorioso, he creado un mundo sólo para tí y para mí, aquí me tienes, tómame, soy tu amada, tu alma gemela..."

Parte 2: AVARICIA

Pobre chico, estaba desconcertado, ante las palabras de la chica de pelo moreno y mirada penetrante, de la cual ni siquiera sabía aún el nombre.
"¿Pero y mi familia? ¿Y mis verdaderos amigos?"Preguntó el muy alterado.
"Amor mío, están en un lugar mejor, ellos ahora piensan que has hecho un largo viaje, y que tardarás mucho en voler, y eso si vuelves, yo los conciencié sin que se enterasen...A todos, a todos y cada uno"
"¿Y la gente de la ciudad? Que ha sido de ellos"
"Tambien están, en una ciudad, en un lugar paralelo, donde ya no te recuerdan, total al señor del kiosco, un cliente más que un cliente menos no le importará, y tampoco querrías amistad con la señora de la pollería, ni con los guardias del centro comercial etcétera...¿verdad?", hizo ella en tono bromista.
"¿Puedo confiar en tí, pues?" Dijo, vehemente, I.D.G.
"Plenamente, yo nunca te engañaría, siempre estaré a tu lado" contesto ella, en un tono muy cariñoso.
"Antes de que me beses, ¿podría saber tu nombre?"
"Por supuesto. Mi nombre es Airun"
Hubo un largo beso, y luego los dos jóvenes se miraron mutuamente a los ojos. I.D.G. notaba en esa chica una extraña complicidad con él, parecía una extraña, pero a la vez era como si ya la conociese de toda la vida; sus ojos contaban una historia, una historia por ahora oculta bajo la nebulosa mirada de Airun.
A dónde irían, y qué harían ahora era una cosa que sólo Airun sabía, y que contó a su amado. Tomándolo de la mano, y como si fueran flotando raudos a ras de suelo, lo llevó hasta el otro extremo de la ciudad, dónde había una preciosa colina. Arriba de ésta, una casa pintada de azul claro, amplia, iluminada y rodeada de árboles frutales se erguía esperándoles.
"Esta casa será nuestra, la comida no será problema, tenemos el centro comercial y todos estos árboles frutales, y algun que otro animalillo correteando entre los matorrales", le decía Airun con una amplia sonrisa esbozada en su blanca tez.
"Pero algún día, los alimentos del centro comercial se acabarán, ¿no es así?", decía él, en un tono melodramático.
"No te preocues, amor mío, eso no pasará..." le aseguró ella tomándolo del brazo y dirigiéndolo a la bonita casa.
Dentro de ésta, una cocina-comedor preciosa y amplisíma, con cortinas blancas ondeadas por el viento, una mesa a juego con el color de las paredes, pintadas de amarillo vainilla, unos fogones, un horno y una modesta nevera. Tras pasar la cocina y el pequeño recibidor, el cual tenia un espejo y una maceta con rosas blancas colgando del techo mediante cuatro cuerdas que la sujetaban, se llegaba a una puerta que daba acceso al pasillo; éste comunicaba la cocina con el cuarto de baño, hecho de un preicoso y resplandeciente mármol blanco, la habitación de ellos, también con cortinas blancas y pintada de amarillo vainilla, con una cama ancha en el medio y una mesita de noche a cada lado, y un pequeño trastero. Tras llegar al final del pasillo, se podían subir unas escaleras que llevaban al tejado, donde había una amplia terraza para mirar las estrellas y estirarse para relajarse un rato.
El chico estaba alucinando, la casa era preciosa, y ella también, esa chica que constantemente le miraba, se preocupaba por él y le preguntaba "¿te gusta?¿está todo como hubieses querido?". La verdad es que Airun había acertado al cien por cien con la idea que I.D.G. tenía de una vida tranquila.
El implacable tiempo no se para ni siquiera para mirar a los enamorados, y así, fue pasando y pasando, y pasaron, días...semanas...meses.
Dos meses y medio hacía ya que los dos jóvenes estaban juntos, unidos cada día más; conforme I.D.G. conocía a Airun, más le fascinaba estar con ella, y pasar largas horas mirandola fijamente a los ojos y acariciando su suave y liso pelo. Sobraban las palabras, una simple mirada bastaba para hacerse saber lo que deseaban en cada instante, una simple mirada servía para mostrarse el mútuo afecto que tan rápido se habían cogido el uno al otro.
Un día, I.D.G. se levantó tarde, debían ser cerca de las dos del mediodía. Cuando bajó a la cocina, ahí estaba Airun, preparando esa deliciosa comida que siempre le hacía. Pero tuvo un descuido, le faltaban especias y guisantes, y le dijo a su amado si podía ir al centro comercial a por ellas, igualmente, la comida tardaría aún un rato en estar acabada. ¿Cómo decir que no a esa profunda mirada gris, a esa amplia y cariñosa sonrisa, como poder decir que no a Airun?
Tarareando la canción que Airun solía tararear, la cual le recordaba a la música celta y le producía un extraño bienestar, se dirigió al centro comercial, a por especias y guisantes.
Las especias estaban en el primer pasillo, por la cual cosa las obtuvo con facilidad, pero la zona de ultracongelados estaba al fondo del amplio centro comercial. Dos congeladores típicos de dicha zona le esperaban, pero al girar la cabeza hacia donde antes había una pared lisa, le llamó la atención la ancha y alta puerta metálica que ahora estaba ahí. No pudo aguantar la curiosidad, pero hubiera sido mejor que lo hubiese hecho; al abrir la nevera, un edor a carne congelada y putrefacta invadió su nariz. Tras fijar su mirada en un punto al azar, casi por inercia, y encender la luz, lo que vió hizo que su corazón diera un sobresalto y le saliera literalmente por la boca. El amplio terreno que habia dentro de esa gran nevera, almacenaba congelados los cadáveres achicharrados de centenares de personas, y... ¡¡¡eran las personas de la ciudad!!! El kiosquero, sus amigos, Nuria, su amigo traidor, sus padres, su hermana...
La impotencia ganó facilmente al cuerpo de I.D.G., el cual cayó sobre sus roillas llorando como quien en un suspiro pierde el alma. Una vez más, no podia creer lo que tenía ante sus ojos, pero la voz de Airun se lo confirmó.
"Todos ellos te hacían daño."
"¿¡Cómo dices!?", dijo el girándose sobresaltado.
"Ellos no se merecían tu compañía, ni se merecían tenerte como amigo, como hijo, como hermano...Todos y cada uno de ellos hacían que cada día tu vida se hundiera un poco más en el lodo de la soledad."
Hubo una larga pausa en la que I.D.G. no dejaba de mirar a los ojos de Airun, que tenía la mirada desviada hacia el suelo. La chica, con voz temblorosa, prosiguió:
"Yo los maté... Los maté por tí, los maté por hacer realidad tu deseo, aquella hoja que me llegó con el viento, aquella hoja que arrepentido arracaste de tu diario y tiraste por la ventana, hizo que me anamorara de tí...eran unas palabras tan hermosas, las que escribiste en esa hoja, con unas metáforas tan logradas, que me transmitiste lo que en esos momentos tu sentías...No podía dejar que te hicieran daño, no podía ver sufrir a la persona de la que me había enamorado perdidamente...yo..."
I.D.G. la cortó repentimaente en un tono seco y despectivo a la vez.
"¿Quién demonios eres?"
"Yo soy una de las almas encargadas de que el equilibrio de un lugar concreto fluya con normalidad, yo puedo ver a los humanos, pero ellos a mí no, y no puedo interferir en sus vidas para nada, pero yo quería ser visible para tí, y por eso, tras usar mis poderes por amor hacia un humano, tuve que hacerme mortal para no sufrir la ira del Supremo...Pero eso me da igual porque estoy contigo..."
"Eres una especie de diosa..."
"Más o menos..."respondió ella y antes de poder abrir la boca de nuevo, él le chillo colmado de ira:
"¡Diosa o no, no tenías derecho a hacerle esto a toda esta gente! ¡No tenias derecho a matar a mi familia, a mis amigos, a la gente del barrio...de la ciudad entera!
¡Marcos fue un cerdo, sí, pero no se merecía morir de esta manera, incinerado, como todos los demás! ¿A eso te referías con "quemar la jungla", eso querías decir cuando te referiste a que "yo salí victorioso?", se quedó sin palbras, sollozante, preguntándose el porqué de todo esto...
"Lo que he hecho se llama amor..."
"¡¡NO!! Lo que has hecho sólo tiene un nombre: avaricia."



CAPÍTULO 3 - ...Y el cielo se tiñó de rojo por un sueño destrozado

Airun miraba fijamente a I.D.G. en el humbral de luz que separaba la gran nevera del resto del supermercado.
Ella, con los ojos completamente bañados por un mar de lágrimas, le preguntó temblorosa:
-Así, ¿ya no me amas? ¿Ésto es lo que no debería haber hecho? ¿Tanto te importaba esa gente?
Incómodo y largo rato de silencio, I.D.G., que estaba arrodilado, llorando, en el suelo, se levanta para responder a lo que su, hasta ahora, compañera sentimental le había preguntado; con una voz rota por la amargura e interrumpida por los sollozos respondió a la pregunta anteriormente formulada.
-Hay aún un trozo de mi corazón que te ama, pero ese trozo es una rosa que se está muriendo poco a poco, a la cual cada vez le quedan menos pétalos, y esos pétalos que van cayendo son el amor que sentía por tí. Si ahora mismo este último pétalo cayera sería capaz de hacerte pagar por lo que has hecho a esta pobre gente. Gente incluso que no conocía, y has sido capaz de asesinarlos, de quemarlos vivos mientras yo dormía aquél día de lluvia. Lo que yo escribí...aquello que leíste es ira pasajera, mis padres lo hacen por mi bien y luego se dan cuenta que el estress les hace ser demasiado duros, a Marcos no pensaba redimirlo por el momento pero no merecía que lo matara por una mujer; ¡¡sería ridículo!! Mi hermana Lucía, ¿qué mal me hacía mi hermana Lucía, una pobre chiquilla de once años? ¿Y la gente que conocía por encima, de las tiendas, de hacerles la visita diaria e irme? ¿Qué me habían hecho ellos, para que tú les dieras este fin tan aberrante? Quemar la jungla, con eso me refería a romper con los compromisos diarios,con mi monotonía, con mi vida, tan gris y carente de emociones fuertes; me refería a quemar los amargos recuerdos del pasado, e irme de casa. No quería, ni mucho menos, hacer arder a nadie, y menos a personas que ni siquiera conocía, quería hacerme arder a mí mismo, a esta carcasa mía, a esa faceta de niño bueno del que todo el mundo se cree capaz de aprovecharse y luego pedir perdón, y a eso me refeía con "salir victorioso", porque al quemar la jungla, quizás me podía quedar a medio camino, fracasar en el intento, no me refería a ver como los demás se quemaban mientras yo miraba omnipotente sus ojos llenos de ardiente sufrimiento.
Por eso hiciste que lloviera, ¿verdad? Para que no me diera cuenta de que habías hecho arder edificios enteros, para que el calor del asfalto no fuera excesivo... Lo tenías todo calculado, ¿verdad?
-No me hagas esto por favor, yo te estuve observando una semana entera y pensé que sería lo mejor para tí, quería estar contigo, yo no conocía las emociones de los humanos. Yo... me sentía sola, necesitaba tu cariño, necesitaba estar contigo, y ahora que todo iba tan bien, por favor, no me hagas caer en este pozo de eterna soledad en el que estoy a punto de caer... Me puse este nombre, Airun, por complacerte. Quizá no has pensado todavía qué significa Airun si le das la vuelta...Yo lo hice para llamarme igual que la chica que tú amabas y así, hacerte feliz...
I-D.G. aún no lo había pensado, pero si le daba la vuelta al nombre de la chica morena y de tez pálida, de preciosos ojos grises y eterna sonrisa que hasta ahora había amado, un nombre familiar le venía a la cabeza: NURIA.
-Oh, diós, ¿te obsesionaste conmigo, hasta tal punto? Me parece muy dulce esto que hiciste, pero no pienses que por ello voy a perdonarte lo que has hecho y seguir viviendo tranquilamente contigo como si nada hubiese sucedido. Olvida estos dos meses y medio, olvida que me has querido, olvídate de mí, tan sólo te queda el sufrimiento, que es el castigo por lo que has hecho.
I.D.G. salió de la nevera mientras ella intentaba calmarlo con esa preicosa canción que siempre solía tararear, mas el chico, furioso, traicionado otra vez por el destino, no se paró, continuó su enérgica marcha, mientras ella le decía, llorando, temblando, como si con su marcha, se marchara también su vida:
-¿A dónde irás, amado mío? ¿Dónde estarás, mejor que conmigo?
-En cualquier sitio lejos de tí, con gente o sin ella, prefiero morir de hambre, refugiado en mi gris alma, que seguir aquí contigo, intentando hacer ver que no sucede nada. Soportaré la melancolía por no estar con la mujer que hasta ahora he amado, pero el sentimiento de traición a la confianza que te dí, es más fuerte que esa melancolía que sentiré.
I.D.G. se marchó del lugar, cruzó el amplio supermercado con rapidez. Ya estaba fuera, caminando por entre la multitud de coches del aparcamiento cuando ella chilló su nombre:
-Si te vas, con eso muero, si te vas no me queda nada, perdí mis poderes por estar contigo, dediqué mi alma entera a ser feliz a tu lado, a hacerte feliz, y si ahora te vas, no podré vivir, porque soy parte de tí.
El chico hizo caso omiso a las palabras de Airun, de mirada triste, de ojos oscurecidos por el llanto, de sonrisa destruida por el dolor, y siguió caminando.
Un sueño destrozado, el sueño de Airun, el sueño que ahora estaba viviendo. Su piel empezó a agrietarse, toda ella empezó a marchitarse, a hacerse ceniza, y con ella todo ese mundo perfecto que había creado para ellos dos.
Las nubes se rompían a trozos, el suelo se partía, el cielo se tiñó de rojo, llovía sangre y las nubes ardían. El viento traía un extraño rumor que parecía la voz de Airun susurrando, sollozando, pidiendo clemencia.
Un flash pasó de golpe por la mente de I.D.G., el cual se giró hacia la chica para ayudarla mientras pensava "ella me quería, lo hizo por mí, no sabía nada de los humanos y aún así yo me voy refugiado en mí, sin ni siquiera intentar comprender su posición, su anterior condición de diosa avariciosa y caprichosa, sus sentimentos, su amor por mí, que para ella lo es todo".
Pero ya era demasiado tarde. Cuando se giró, de la chica tan sólo quedaban cenizas y su larga cabellera morena volando en porciones arrastrada impotente por el viento.
El suelo cada vez se rompía más, cada vez se iba hundiendo más en una sólida oscuridad de nubes negras, mientras no cesaba de llover sangre. El chico corría desesperado hacia algún lugar donde estar a salvo, él sabía que no encontraría ninguno, pero ese poco instinto animal de supervivencia que nos queda a los humanos, era lo que le hacía correr por su vida. En un intento de subir a un balcón bajo, un trozo de piedra de éste cayó golpeándole la cabeza, dejándolo incosciente automáticamente.
Ahora no había nada que hacer, no podía moverse, ese mundo perfecto sería tragado por la tristeza y con éste, también él.
I-D.G. se despertó con la claridad de la mañana y el cantar de los pájaros, mas no estaba en su habitación; se encontraba en una habitación pintada de color vainilla, con cortinas blancas ondeadas por el viento, tumbado en una amplia y comfortable cama con una mesita de noche a cada lado.
La puerta de la habitación se abrió y entró una chica con una larga melena morena, ojos grises y una cariñosa sonrisa que dejaba a I.D.G. embelesado, tarareando una dulce canción que le recordaba a la música celta y le hacía sentirse extrañamente bien. Antes de que I.D.G. puediese abrir la boca para pedir explicaciones, ella le explicó:
-Cuando me buscabas tras el árbol resbalaste con el barro y te golpeaste la cabeza. Te quedaste inconsciente y te traje a mi casa, aquí arriba de la colina, la expresión de tu cara, dormido, era tan hermosa que me dejaste acaramelada por un momento, chico.
I.D.G. se incorporó, miró por la ventana, veía niños jugar al final de la colina, veía desde ahí, el tumulto de gente en la calle mayor, comprándole el diario al kiosquero, entrando en la pollería, en la pescadería, vió a los guardias del centro comercial echando el pitillo de las once...y al mirar al rededor y mirar ese recomfortante paisaje, sintió como si un peso se le fuese quitado de encima. Suspiró tranquilo, y volvió a echarse en la cama.
Ahora no habían calles solitarias, ni una nevera gigante con la gente de la ciudad achicharrada dentro, ni nubes ardiendo ni sangre que caía del cielo. Ahora todo iba bien, y la expresión de esa chica cuyo nombre aún no sabía era aún más dulce que la de su amargo sueño. El chico preguntó, lógicamente, por sus padres, y ella, con una amplia sonrisa y una dulce voz le siguió explicando:
-Tus padres están de camino, les he llamado hace un rato y estaban sufirendo por tí. Pero de momento aquí estamos solos... solos tu y yo...
...SOLOS, TU...Y YO...
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