Es que Gates es Jekyll y Hyde al mismo tiempo. Despiadado, cruel y un puto cerdo en los negocios (y lo triste es que hay que serlo para triunfar en ese mundo) y luego tiene el gesto de donar lo que dona.
Claro que mucho mérito tampoco es que tenga, seguro que me cuesta a mí más esfuerzo dar 100 euros para las víctimas de cualquier catástrofe natural que a él deshacerse de unos cuantos miles de millones que no le entran ya en la caja fuerte.
Las cosas como son, por mucho que done, siempre le quedará suficiente para no tener que privarse de ningún capricho, cosa que no nos ocurriría a los mortales. Ahora bien, no es menos cierto que la mayoría de los ricachones preferiría tener toda esa pasta debajo del colchón antes que dedicarla a obras de caridad.