Un cerdo menos.
Genocidio: Argentina condena a "el cura del diablo" a cadena perpetua
El sacerdote católico argentino Christian Von Wernich, conocido como "el cura del Diablo" en los campos de la muerte de la dictadura militar argentina, de 1976 a 1983, fue condenado a cadena perpetua por haber perpetrado delitos de lesa humanidad durante su actuación en la "guerra sucia" junto a los verdugos.
Von Wernich, de 69 años, era por entonces capellán de la policía bonaerense, que comandaba el general Ramón Camps, también apodado como "el carnicero de Buenos Aires" por jactarse de eliminar a 5.000 opositores y guerrilleros.
El cura recorría los centros de torturas y aparentando prestar consuelo espiritual a los detenidos, les arrancaba delaciones.
El Tribunal Oral Federal Uno de la ciudad de La Plata lo juzgó ayer por la tarde y dictó su fallo condenatorio: cadena perpetua, por hallarlo responsable, en calidad de partícipe necesario, de siete casos de homicidios de otros tantos prisioneros políticos, 42 secuestros y 31 torturas.
Por primera vez en América Latina se realizó un juicio oral y público contra un religioso, acusado de graves violaciones a los derechos humanos. Y no resulta extraño que sea en Argentina, pues aquí la Iglesia Católica, imbuida de integrismo fundamentalista en los años 70, bendijo los crímenes del terrorismo de Estado.
Varios sobrevivientes de los campos de concentración "Arana", "Puesto Vasco", "Pozo de Quilmes", "Coti Martínez", "Comisaría Quinta" que aseguraron haber sufrido allí sus interrogatorios, recordaron en las audiencias ante el tribunal que Von Wernich los interrogaba al igual que los militares y policías.
Como si encarnara a un cruzado en la lucha contra el mal, Von Wernich en vez de uniforme vestía sotana dentro de las mazmorras y abroncaba a los prisioneros durante las sesiones de tormentos, sin perder nunca la sonrisa socarrona que hasta ahora suele caracterizar su rostro.
"Tienen que pagar por sus actos contra la Patria. Ustedes le han hecho mucho daño al país. El dolor es una forma de redimir el mal que hay en uno. Tienen que abrazar su cruz, así como Jesús, por otros motivos. Porque el mal se cura con castigo", bramaba el sacerdote, según sus víctimas.
Siete estudiantes
La matanza por la que todo el peso de la ley recayó sobre el religioso fue la de siete jóvenes estudiantes de secundaria en la Ciudad de La Plata. Ellos eran Domingo Moncalvillo, María del Carmen Morettini, Cecilia Idiart, María Mainer, Pablo Mainer, Liliana Galarza y Nilda Salomone.
Todos estaban en manos de la Policía y, tras ser torturados salvajemente, Von Wernich les ayudó en la conversión mediante su singular asistencia espiritual. A la vez, extorsionaba a los padres exigiendo dinero con el "cuento" de que obtendría un salvoconducto hacia el extranjero para sus hijos.
Después de un año de cautiverio, hubo una cena de despedida a los siete jóvenes en la Brigada de Investigaciones y Von Wernich los bendijo. Por la madrugada fueron sacados con la excusa de ir al aeropuerto bonaerense de Ezeiza pero nunca llegaron. En el camino fusilaron al grupo y Von Wernich volvió con la camisa manchada de sangre.
COMPLICIDAD
Sin duda Von Wernich es el mayor símbolo de la complicidad entre la Iglesia católica y la dictadura argentina. Pero no es el único caso: los vicarios castrenses designados por el Vaticano Adolfo Tortolo y Victorio Bonamín predicaban que Argentina debía "purificarse en un Jordán de sangre".
Y la cúpula episcopal consintió como forma "cristiana" de eliminación los "vuelos de la muerte", o sea arrojar a los presos políticos, vivos y dopados, al Atlántico desde aviones militares.
Según los observadores, el caso Von Wernich ha colocado en el centro del debate al cuestionado rol de la jerarquía eclesiástica y el vicariato castrense durante el gobierno militar.
Salu2