Estafador decía curar la ceguera con pepinillos lisérgicos
Patrick Baecker, de 35 años y natural de Fehmarn (Alemania) era peluquero. Pero a causa de la maldita crisis y de la noche a la mañana se quedó sin empleo. Agobiado por pagos, deudas y demás decidió tirar por el camino más fácil para conseguir dinero.
El camino de la delincuencia. Pero como lo único que tenía a mano eran sus útiles de peluqueros y eso de atracar un banco con unas tijeras y un secador no se estila, decidió tirar de ingenio y de “astucia”.
Se enteró de que por su zona vivía un tal Axel Pfeffer, motorista que se había quedado ciego tras un aparatoso accidente. Quizá pensando en eso de “ojos que no ven, corazón que no siente” y seguramente tranquilo por el hecho de que Axel jamás podría identificar a Patrick en una rueda de reconocimiento, se hizo pasar por un curandero con un método infalible para recuperar la vista.
¿Y en qué consistía ese remedio? Básicamente en dar de comer pepinillos al invidente. Lo curioso del asunto es que Baecker les echaba previamente LSD. Como este provoca alucinaciones que pueden sentirse hasta con los ojos cerrados, Patrick pensó que Axel acabaría teniendo la sensación de ver aunque estuviera ciego.
La verdad es que no sabemos cómo fue descubierto Baecker. Quizá el propio Pfeffer, con su córtex en éxtasis, se mosqueó al no poder ver más que nubes de colores o quizá algún familiar del motorista decidió un buen día echarse un pepinillo de esos en su hamburguesa y acabó viendo dragones en el techo.
Pero sí sabemos lo que el juez Markus Faerber le dijo al acusado antes de condenarle a pagar más de 22.000 euros: “¡Es usted un peluquero, no un chamán!”, que en alemán debe sonar muy fuerte o muy chistoso.