Me alegraría de su renuncia si ello significara que una candidata que no iba a ser sino que más del mismo zapaterismo y cuya campaña muy probablemente iba a estar basada en el sensacionalismo de vender una mujer como primera presidente, acusando de machistas a los que cuestionasen su capacidad para ocupar ese puesto (aunque tenga un currículum brillante), iba a dejar paso a un candidato o candidata renovador.
Pero no, se va y Rubalcaba gana fuerza como presidenciable.
Se deja como principal candidato a un político con muchas tablas, pero con muchos esqueletos en el armario, partícipe de unos de los años de gobierno más negros y corruptos de la democracia.
Así que ni renovación, ni autocrítica, ni escuchar a las bases.
Más de lo mismo.