Caps. 22 y 23 "Las Sombras del Valle de la Luz"

CAPITULO 22

Los días siguientes a la coronación de Tander transcurrieron tranquilos en el valle de la luz. Las personas parecieron calmarse un poco, pero fue un espejismo. El rumor de que varios jóvenes se habían lanzado a la búsqueda de los mendhires intranquilizó a muchos. Muchos otros dudaban de la confiabilidad del elegido, sobre todo después de conocer la forma en que había sido escogido. Comenzaron a surgir críticas hacia el libro sagrado, los sabios e incluso el rey. Los corrillos en las plazas eran un burbujear de críticas y malestar. Muchos argumentaban que el haberle otorgado esa gran responsabilidad a un muchacho extranjero era un craso error ya irremediable.

Tander mantuvo el Keshtal. Los sabios seguían reuniéndose allí para juzgar casos que el pueblo les llevaba; cuando por la complejidad de la situación no estaban seguros de cómo obrar llevaban el caso ante el rey.
Debido al aumento de la violencia se estableció la pena de muerte, en la horca. Por otro lado los conflictos relacionados con los límites de tierras y robo de posesiones aumentaron de tal forma que era imposible tratarlos todos.

Tander paseaba por los jardines del castillo, acompañado del antiguo sabio mayor.
- La situación empeora –le confesó Tander–. El egoísmo y la violencia aumentan y nada parece que podamos hacer.
- Se dice que ciertos extranjeros se han introducido en nuestras poblaciones, yo creo que sería oportuno localizarlos y hacerles algunas preguntas –opinó el anciano.
- Sí, aunque no será fácil. No veo a la gente dispuesta a colaborar –dijo Tander bajando la cabeza. No podía quitarse de la cabeza la sensación de mal rey que tenía de él mismo.
- En cualquier caso se hará lo que su majestad decida.
Tander meditó durante varios minutos. Observó el castillo real, el bosque que se extendía en las cercanías de los jardines del castillo, el cielo nublado de color grisáceo y, finalmente, el rostro inquisitivo del anciano.
- Que se pase un pregón por todas las poblaciones indicando que todo extranjero que more en el valle de la luz debe presentarse en el keshtal –ordenó Tander.
- Así se hará –respondió el anciano.

El pregón se anunció en las plazas públicas de Somper, Tudmin, Jedmen y Ralen. Los mensajeros comunicaron a la población que estaban en el deber de informar si veían a algún extranjero que no tuviera la intención de presentarse ante el rey. El pregón trajo una nueva oleada de comentarios, críticas y conjeturas.



CAPITULO 23

Daniel se despertó temprano. Seguía en el pantano de la oscuridad y le parecía que hacía meses que no veía el sol aunque la realidad era que solo habían pasado varios días. Además, entre Rosjer y él habían acabado con casi todas las provisiones.
Rosjer se encontraba pensativo, sentado en una roca mientras observaba las turbias aguas del pantano. Daniel notó que Rosjer se dormía todas las noches después que él y se despertaba antes.

- Vamos Rosjer, tengo ganas de salir de este yermo desolado. Hay que conseguir comida –le instó Daniel.
Ambos reemprendieron la marcha, tuvieron que caminar por el agua debido al aumento del nivel del pantano. Daniel tuvo suerte de que el nivel del agua no superara la altura de sus botas. Rosjer en cambio caminaba descalzo, tal y como lo encontró Daniel en la garganta de Rizpá–Malpá.

Tras varias horas de camino aumentó la luz.
- Debemos de estar cerca del fin de este pantano –dijo Daniel entusiasmado a la vez que echó a correr.
De repente una especie de liana gruesa y de color verde oscuro apareció desde una orilla del pantano y agarró a Daniel por el estómago. Rosjer observó que la liana procedía de una gran planta de color rojo, con un gran orificio en el centro en forma circular que tenia unos dos metros de diámetro. Daniel desenvainó la espada rápidamente y cortó la liana, quedando libre. Pero en seguida aparecieron cuatro lianas más que sujetaron sus brazos y piernas; la fuerte presión que ejercían estas fue suficiente para debilitar a Daniel, cuya espada cayó al agua.
Las lianas comenzaron a llevarse a Daniel hacia la planta, Rosjer reaccionó rápidamente y, sosteniendo el arco firmemente lanzó varias flechas; sólo una de ellas alcanzó a la planta carnívora, pero fue suficiente para que se debilitara y soltara a Daniel, que cayó al agua.

- ¿Qué era eso? –inquirió Daniel mientras se levantaba, aturdido por el golpe.
- Sin duda una planta carnívora –respondió Rosjer.
- Gracias, me alegro de que estés conmigo –dijo Daniel mientras apoyaba su mano en el hombro de Rosjer.

Unos quince minutos de paso ligero después llegaron al fin del pantano de la oscuridad. Un nuevo paisaje se abría ahora ante ellos; en primer término se apreciaban prados verdes, con abundantes arroyos, árboles y arbustos. Un poco más lejos aparecían majestuosas montañas con las cimas nevadas.

- Este parece un buen lugar para conseguir provisiones –comentó Daniel.

Durante lo restante de la mañana y toda la tarde se aprovisionaron allí. Daniel encontró más fristers y aprovechó para guardar un buen número de ellos además de muchos otros alimentos; Rosjer también recogió todo lo que pudo de las plantas y los árboles que conocía. Ambos pasaron la noche allí.
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