Entre majestuosos arboles,cientos de años observando el gracil vuelo de los pajaros, senti tu mirada, observandome entre las ramas de un pequeño arbusto.
Fui a acercarme, pero, subitamente, un riachuelo nos separaba. Con un pequeño impulso, y en el momento algido del salto, una basta distancia nos separo.
Sin pensarlo dos veces, corrí, corriendo, a cada zancada, tus ojos, de mas lejos ,fiajmente,me miraban.
Un rayo rajo el cielo, el trueno retumbo en mi corazon. Cegado por el destello, no desisti en la persecucion.
Y sin darme por vencido, totalmente convencido, y animado por el recuerdo de esos ojos, esa mirada penetrante y calida, misteriosa,mirandome, trate de encontrarte. Cerca, lejos, aqui o alla, no sabia por donde empezar. La grandeza del bosque, custodiado por sigilosos guardianes, que a mi alborotador paso, chillaban,aullaban y graznaban para auyentar al estraño que alteraba la normalidad de aquel oscuro y humedo lugar. ¿Dónde estas? Pensaba. No llegaba a entender el modo y el porque tierra y bosque decidio separarnos, interponiendo mil obstaculos. Barrancos, troncos, ramas. Pero yo corria. Y no se por que, sabia que era en la dirección correcta. No podia verte, pero un fuerte impulso me hacia correr hacia alli. Hacia ti.
Trepando barrancos, saltando troncos, corriendo, esquivando las ramas... No cesaba la tormenta, el fogonazo del rayo deslubraba, y el clamor del trueno aturdia. Pero tenia que seguir corriendo. Y seguí.
Llegue,a una cueva, pero no oscura y temebrosa,sino una cueva repleta de traicioneros diamantes, que intentaban confundirme, intenando imitar tu mirada.
Pasos. En el suelo. No podian ser sino tuyos, sin duda decidistes resguardarte de la tormenta, en lugar tan sorprendente. Segui los pasos. Sentia que me acercaba a ti. De repente, te vi. corrimos al encuentro, pero en el preciso instante anterior al ansiado abrazo, un crujido seco nos estremecio. Sentí que caia. Caia. La tierra se habia abierto bajo mis pies. Maldita suerte la mia. Mire hacia arriba, y te vi. Te vi mirandome, desde las alturas.
Un grito. Un grito mio. La aguja perezosa, marca las 4. Un sueño. Solo ha sido un sueño. Mi corazon empieza a tranquilizarse, y lentamente, dirijo la mirada hacia mi izquierda. Sigues dormida, ajena a la angustia y a la desesperacion sufrida en ese bosque que se empeño en separarnos, mientras dormiamos a escasos centimetros.