Que nadie se eche las manos a la cabeza.... esto sucedió hace mucho , pero no tardará en llegar a toda España.
Han pasado décadas pero sus historias y sus sentimientos no pueden ser más actuales. Los recuerdos de los emigrantes españoles están muy presentes en su memoria y ellos más que nadie saben que no son solo parte del pasado, también son el presente de los inmigrantes españoles.
Los relatos de los que van y de los que vienen van a cruzarse este fin de semana en un homenaje que el Ayuntamiento de Granadilla de Abona hace a los emigrantes canarios. “Muchos de nuestros vecinos y vecinas han sido emigrantes, y la mayoría de los canarios tenemos parientes que han estado fuera. Creemos que era necesario recordarlos porque fueron ellos los que sacaron adelante municipios como Granadilla. El 33 por ciento de nuestra población es de origen extranjero, con este homenaje queremos mezclar las historias de los que se fueron con las de los que están llegando” asegura la Mª Carmen Navarro que es la Concejala de Inmigración.
Al acto están invitadas todas las asociaciones de inmigrantes de la zona. “La idea surgió de una actividad donde coincidieron diez nacionalidades. Hablando entre ellos compartían las vicisitudes de los que salen fuera de su tierra, las historias inmigrantes coincidían con las de los emigrantes canarios”. Como la de Isidro Casanova y Ana Arvelo.
Isidro era agricultor cuando decidió en 1966 irse a Holanda. “Mi situación no era la peor, yo era tomatero y tenía para comer, pero todos queremos progresar. Un día un compañero me dijo que fuéramos a Holanda, aunque yo no había salido de casa ni para ir al cuartel”, dice sonriendo. Pero la experiencia fue más difícil de lo que esperaba, “la vida del emigrante es muy dura. Recuerdo el primer día cuando tenía que comunicarme por señas al bajarme del tren… al principio todo era muy complicado”. Ana y sus dos hijos se quedaron en Canarias. “Sufría mucho, cuando llegaban las cartas lloraba. No era agradable estar lejos de la familia pero me aguanté y estuve 3 años sin venir a España. Cuando me fui dejé a uno de mis hijos con tres meses, cuando regresé tenía tres años”. Isidro empezó a trabajar en una fábrica a pesar de que no tenía los papeles. “Yo tuve suerte, porque dos años después empezaron a pedir contrato a los que llegaban, colocaban un cuño en el pasaporte al que entrara que no llevara contrato de trabajo, diciendo que no podía trabajar y que tendría que irse”.
Mientras, Ana esperaba que a que él pudiese llevarla a Holanda. “Era joven y me quedé aquí con dos niños pequeños. Cuando vino de vacaciones a los 3 años y le dije que o nos íbamos los dos o se quedaba aquí”. Ella se fue pero los niños se quedaron. “Estuvimos 5 años separados hasta que los niños vinieron con nosotros. La soledad de estar sin tus hijos fue lo peor, pero ya sabíamos lo que había cuando lo decidimos”......
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