Unos cuantos relatos que he escrito y no puse por aquí...Espero que os gusten.
Pueblo
La ignorancia es el premio que recibe el pueblo por su lealtad.
Justicia
Dime Justicia ¿ Qué te hizo el pueblo marchitado, el pueblo engañado? ¿ Qué te hizo el atormentado que sólo pide compasión? ¿ Te corrompió el poder de la dorada codicia? ¿ Olvidaste los principios que te hicieron inmortal?
No te reconozco Justicia. Devuelve el cetro que una vez los que más te respetaron te concedieron. Devuélveme el pensamiento de que el mundo no depende de la codicia desórbitada.
Devúelvenos lo que cruelmente nos has ido arrebatando.
Devuélveme la fe que una vez deposité en ti.
Elemento
Soy la marea que golpea exigiendo tu presencia.
El viento que agita buscando tu cabello.
El fuego que se rebela aclamando tu mirada.
La tierra que florece aguardando tu sonrisa.
Soy aquel que sólo quiere amarte.
Calle
Pasarela de pensamientos opacos.
Museo de rostros.
Mar de sombras cabizbajas.
Laberinto de miradas.
Reflejos de ambición.
Espejos de lujuria.
Inhóspita jungla de acero.
Abominación sonora.
La calle.
Querría
Querría conocer el suave roce de tus besos. Querría conocer el tacto de tu piel. Querría escuchar tu dulce voz recorriendo mi oído a cada segundo. Querría naufragrar en tus ojos por siempre. Querría seducirte con las más bellas palabras. Querría acariciarte hasta que perdiera la noción del tiempo. Querría abrazarte y detener el tiempo. Querría suspirar por tu belleza. Querría contemplarte a cada amanecer. Querría concederte tus deseos más íntimos. Querría enamorarte a cada día. Querría vivir en tus sueños.
Querría más fuerzas, por que no aguanto el no verte.
Autobús
El mismo autobús. El mismo de siempre. Parece que el tiempo no pasa por aquí dentro, se congela en forma de metal y ruedas.
Esta vez me ha costado cogerlo. Parecía que escapaba de mí, y no creo que hubiera parado sinceramente. A veces maldigo al conductor para mis adentros, para después maldecirme a mi mismo. ¿ Quién soy yo para juzgarle? Debe estar más hasta los cojones que yo. Siempre haciendo el mismo trayecto, siempre viendo a la misma gente que sin ningún tipo de detalle le paga y va a sentarse. Tampoco soy nadie para cuestionar a esa gente, sus problemas tendrá, como todos supongo.
Me siento en el primer asiento que veo, el primero de todos. Apartado. Parece que voy tejiendo todo conforme mi personalidad. Mi cerebro me impulsa. Cada uno es como es. No puedo odiarme por buscar mi cobijo fuera de la sociedad. Pero sí puedo martirizarme.
Necesito droga pienso. Sí, necesito sacar el mp4 y escuchar música. Sí, la música es mi droga, mi particular viaje a lugares desconocidos, la morfina melancólica que me seduce a seguirla. Pero al mp4 no le queda batería. Grandiosa putada, justo cuando más te necesito me abandonas. Eres como todo, pero te quiero, no puedo evitarlo, te puedo perdonar este e infinitos errores.
Además, estoy exhausto, y mis ojos viven su propia vida. Creo que cada parte de mi cuerpo se abstrae de las otras, no dialogan entre ellas y eso me hace así. Mientras mi cerebro se asfixia en pensamientos, mi mano garabatea prosa para desconsolados. Mis ojos ni siquiera actúan, parece que están cansados de ver la misma realidad que me atormenta día tras día. Me parece que se cansaron de mirar hace tiempo. Mi boca ni se digna a decir algo, parece que vive del silencio y de emanar absurdos monosílabos. A quién le importa. A ella no le importa. A mi cerebro tampoco, a mis ojos tampoco, a mís manos tampoco. En eso creo que están de acuerdo. A nadie le importa.
Parece que aguanto y consigo manejar mis sentidos. Estoy mirando por la ventana. El tono apagado de las ventanas viene a juego con el paisaje. La ciudad vive en otros lugares, parece que aquí la hermosura no dio a luz nada decente. Es todo viga, viga sobre viga, asfalto sobre asfalto, luz tras luz. Es todo lo mismo, lo mismo de siempre. Descansar ojos, no os voy a someter a tal tormento.
Parece que me voy acercando al final del trayecto. Eso creo, sinceramente no me importa. Logro a duras penas abrir y ver que no falta nada para mi parada. Sigo pensando. Ni squiera ahora que veo tránsito de gente consigo apartarme de mis pensamientos. Gente hablando, dialogando, sonriendo. Y yo durmiendo apoyado contra un cristal frío. El sí que me comprende. Una relación mutua. El me da su apoyo y yo mi calor. Qué coño hago pactando con un cristal. Bueno, quizás sea eso mejor que nada. ¿No?.
Ya estoy abajo. Ya estoy despejado. Me despejo con solvencia. No me suele costar mucho. Creo que ya es por pura rutina. Ya me da igual levantarme a las 6, a las 7, o a las 4. Qué importa. Nada, no importa nada. Como mucho el tono del cielo. Qué preciosidad es el cielo. Es de lo más bonito que existe y ni siquiera puedo verlo por que unos matones de cemento y ladrillo me cubren.
Me pongo a andar. Voy andando. Observando. Toda la gente tiene cosas que hacer, planes interesantes en los que zambullirse. Pero yo observo, únicamente observo.
Creo que podría describir al milímetros las calles cercanas a mi casa, a cada palmo, a cada cartel o señal. Siempre voy enfrascado en mi música y en observar cuando paso por aquí. Siempre paso solo, así que ni siquiera me distraen voces.
Voy a ponerme los cascos para no oir nada. No tengo música. Qué importa. No importa.