______-Se podía decir que estaba disfrutando del panorama. A mis pies varias docenas de palomas revoloteaban peleándose entre ellas por la porción mas grande de pan que de mis manos iba cayendo a sus pies. No eran ellas el motivo de mi satisfacción. Justo enfrente de mi privilegiada posición, cruzando la gran vía se estaba preparando un revuelo de esos que los viejos gustan decir que no habían visto en años. Varios coches de policía habían llegado ya a las puertas del lujoso Hotel que presidía el parque y era ahora una ambulancia la que irrumpía con tal estrépito que hizo que mis compañeras de espectáculo me dejaran sólo ante los hechos. Los policías, el servicio del hotel y un buen grupo de curiosos se amontonaban ya a las puertas del hotel esperando ansiosos noticias de lo ocurrido, cuando por un momento las miradas cruzaron la carretera clavándose todas ellas en mi persona y en la multitud de palomas que revoloteaban a mi alrededor. Solo fue un acto reflejo, pues momentos después y tras la llegada de la ambulancia todos ellos siguieron buscando su dosis de morbo siguiendo los pasos de los sanitarios. Dos chicos jóvenes, con la cara claramente descompuesta empujaban la camilla. Un ligero salto de la acera hace que por un momento el cuerpo que yace en la camilla se tambalee, cayéndose inerte un brazo, femenino a todas luces. Es entonces cuando desato un poco el nudo de mi corbata y trato de respirar más tranquilamente. Ya está hecho. Me levanto sabiendo que ninguna mirada sigue mis pasos, atrás dejo el jaleo que sigue montándose, una muchedumbre haciendo cabalas sobre lo ocurrido, mientras yo me dirijo a la boca del metro, tres manzanas adelante. Conecto el ipod y a la vez tanteo los documentos que llevo en el interior de la chaqueta, creo que dejo escapar una pequeña sonrisa al saberme libre de esa bruja por una vez. La música hace que me evada y a la vez sirve para que no escuche los abucheos que a mi espalda el gentío dirige a un ciudadano anónimo, enfundado él en un buzo de limpieza verde, con las manos esposadas a su espalda, la mirada perdida ante la muchedumbre que lo insulta y escupe, absorto él maldiciendo el fajo de billetes que de mi mano no hace mucho tiempo acepto sabedor ahora que no podrá disfrutarlos.
Bueno, esto es todo lo que puedo aportar a las geniales historias paralelas que os estais currando. Como veis, el relatillo no da ni para media cara, es lo que pasa cuando te vas dejando y dejando, a ver si me pongo de nuevo con mis historias macabras

. Saludos