Alegoría del buen Dios

Era una tarde de verano, de esas en que desde el suelo suben ,cuan chimeneas, columnas de aire torrido y candente y de las piedras , ni los lagartos del entorno, a encaramarse se atreven.
Bajo la sombra de un arbol que apenas maquillaba el sol de justicia que en el cielo brillaba, yo , dormitando, en la hierba lacia que en el aroma a pajizo, la muerte sedienta anunciaba; cansino observaba, de la vereda del rio apostado.
Alli, en el lecho polvoriento del otrora caudal generoso, se batia sediento un pececillo , del barro lechoso prisionero.
Y vi como sus escamas ya resecas, y sus agallas, desesperadamente abiertas, hacian un brindis al sol de plata reflejado, grito de agonia que brillante lucia.
Y observaba indiferente mientras agotado se apagaba, que la vida se le iba, que ya no se movia.
Y fue entonces cuando vi lo que es la vida, un momento de brillante resplandor en un entorno bello y hostil, que no cambia en derredor cuando llega nuestro fin.
Igual que ese pobre animal, nacemos en una corriente que no sabemos que deparará, nadar contra corriente o dejarnos llevar camino del mar, todo es igual. que el dia que las aguas se retiren has de ver el sol brillar y como su manto de luz ha de envolverte , mientras algo, somnoliento e indiferente, desde su trono imparcial, observa tu final.
Muy pero que muy bueno, sí señol!

El ritmo con cierta rima en el relato me ha encantado.

Saludos
me gusta muxo tu forma de escribir elvis, en serio.
Salu2. :)
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