Que que opino?, que no deberia haberse construido nunca, la cifra de desaparecidos en el lado
"democratico" es falsa y es mucho mayor de lo que mostraron, en esa epoca quien no era comunista aparentaba serlo por algo.
El muro del lado sovietico era para que no escaparan las personas hacia la libertad, y aun asi se jugaban la vida sea como fuese intentandolo ( dictadura bestial), el lado estadounidense no servia para eso, servia para que no se introdujesen en el pais drogas, terroristas ( sobretodo terroristas comunistas comos e vieron) e inmigracion ilegal, pero los alemanes ·
"democraticos" no eran considerados ilegales, y fue construido por los sovieticos en primer lugar para bajar la moral de los alemales, mas que nada era un simbolo de tirania comunista y odio a todo lo que fuera contrario a lo que ellos
predicaban, todo por someter a las personas, las cuales tenian a la policia secreta detras y esta guardaba informacion de todos ellos, aquella alemania era una jaula en donde las personas no podian escapar, ademas no habia mas que cruzar la frontera para ver la diferencia entre una y otra, el lado comunista era gris, Los orientales intentaban pasar al otro lado pero no ocurria lo mismo a la inversa, nadie queria pasar al lado comunista
…Tres cuartas partes de los alemanes del este quieren escapar de alli. Lo malo es que la parte restante coopera con la policia secreta para informar de los profugos.” Peter Strelzyk
Desde 1946 a 1987 - 7.000.000 de victimas del regimen comunista titere de la USSR, lo peor es que hay indicios de que puden ser muchos mas.
Y de esto no solo Alemania, hoy en dia muchas ex-republicas sovieticas tienen prohibido el simbolo de la hoz y el martillo debido al dano que provocaron
Os pongo una cosa que aparecio en
SÜDDEUTSCHE ZEITUNG y se ha hecho un documental, ademas he encontrado traduccido y asi me lo ahorro
"
Cuando, en la madrugada del 13 de agosto de 1961, los berlineses se fueron a la cama después de un largo día de trabajo, no podían en modo alguno imaginar lo que habrían de descubrir al levantarse al día siguiente. Aquella noche, mientras ellos dormían, obreros y soldados de la República Democrática Alemana, apoyados por carros de combate soviéticos y alumbrados por grandes reflectores, comenzaban a levantar el muro que, a partir de ese instante, iba a dividir la ciudad en dos mitades. Las autoridades orientales -y, tras ellas, las soviéticas- tenían poderosas razones para hacerlo: de los tres millones de personas que hasta entonces habían huido de Alemania Democrática (la sexta parte de su población total), prácticamente la mitad lo habían hecho por Berlín. No era extraño, por tanto, que Kruschev, des de Moscú, diera la orden: había que cortar como fuera la hemorragia.27 años más tarde, el muro es ya un elemento más, onmipresente e inseparable, del paisaje de Berlín. Con sus 160 kilómetros de largo, recorre por completo la frontera que separa los sectores oriental y occidental de la ciudad convirtiendo a este último en un extraño islote germano-federal en pleno corazón de la República Democrática Alemana. Con el tiempo, además, las autoridades orientales han ido mejorándolo hasta casi su perfección total. Tras dinamitar uno tras otro todos los edificios colindantes -incluida, hace sólo tres años, la vieja iglesia evangélica de la Reconciliación, que había quedado aislada en medio de la franja de la muerte-, han crea do por su lado una zona de seguridad en torno al muro de 50 metros de ancho y la han sembrado de alambradas, minas, zanjas reflectores, torres de vigilancia y armas automáticas que se disparan solas contra el que se atreva a entrar en esa franja. A veces, en la noche, los berlineses escuchan un disparo. Un perro seguramente cruzó las alambradas.
Pero no siempre es un perro. A lo largo del muro, en su pared occídental, un rosario de cruces señala los lugares y las fechas en que cayeron abatidas decenas de personas tratando de saltarlo.
Desde el levantamiento de las primeras alambradas, cuando la gente se arrojaba de los puentes y las ventanas de las casas más cercanas, muchos son los berlineses orientales que han hallado la muerte en su intento de escapar al sector occidental de la ciudad. Como Klaus Brüske, muerto el primer año del muro, cuando en unión de otros varios fugitivos se lanzó con su camión contra las planchas de cemento tratando de romperlas y cruzarlas (sólo durante el primer año, el muro fue roto 15 veces por vehículos pesados). Como Marienetta Jirkowski, acribillada a tiros por los vopos (soldados ale manes orientales) junto al Reich stag, el 22 de noviembre de 1979 cuando acababa de cumplir 18 años (los mismos exactamente que el muro había cumplido aquel verano).
Como Lutz Schrnidt, el último en caer por el momento -el 9 de febrero de 1987- y cuya cruz descansa ahora al lado del río Spree, rodeada por otras varias cruces de unbekanuts (desconocidos).
No todos los intentos de escapada han acabado siempre, sin embargo, de manera trágica. En realidad, son muchos más los es capados que los muertos y, en Checkpoint Charlie, al lado mis mo de uno de los dos únicos pasos fronterizos por los que es posible atravesar a pie de un lado a otro de Berlín (el otro es el del puente de Glienicker, pero está reservado para espías y se abre solamente muy de tarde en tarde), un museo instalado en el viejo café que ya sirviera de cuartel general a los corresponsales de prensa durante los incidentes fronterizos entre los carros de combate americanos y soviéticos que siguieron a la construcción del muro, acoge ahora una curiosa exposición de documentos gráficos y de diversos materiales que demuestran la inmensa fantasía derrochada por quienes consiguieron escapar del otro lado. Túneles, ríos, cloacas, galerías subterráneas olvidadas, globos aerodinámicos, maletas, automóviles trucados, nada seguramente ha sido desechado por quienes un día decidieron intentar el salto.
En el espacio destinado a la calefacción en una diminuta ¡sseta -tan diminuta que nunca nadie podría imaginar que en su interior pudiese caber un fugitivo-, disimuladamente transformado, escaparon, por ejemplo, durante 1964, nueve personas por el propio Checkpoint Charlie, hasta que, en el décimo intento, la mujer que iba escondida, una señora de 59 años, hizo un ligero movimiento en el momento justo en el que los policías estaban comprobando los papeles del conductor del motocarro el ingenioso método de fuga se vino abajo. Con el motor auxiliar de una vieja bicicleta y mucho ingenio, un joven estudiante construyó en su casa un mini-submarino con el que, tras cinco horas de navegación por el mar Báltíco, consiguió llegar a Dinamarca (una empresa de Alemania Federal le empleó inmediatamente con el fin de mejorar y fabricar en serie tan fabuloso invento, al tiempo que las autoridades de Alemania Democrática, sabedoras de su hazaña por la prensa, decidieron aumentar la vigilancia de sus costas y dragar con alambradas el fondo del río Spree a su paso por Berlín). Un padre de familia, mientras tanto, logró cruzar el muro con su mujer y su hijo de seis años gracias a un artefacto no menos ingenioso que el mini-submarino del estudiante: una polea de madera sujeta a la cintura con fuertes correajes y un largo cable atado al extremo de un martillo por el que descendieron como en un funicular, uno detrás de otro, empezando por el niño, después de haber esperado escondidos en los wateres de la Casa de los Ministerios -edificio lindante con el muro y que el hombre conocía bien por su trabajo- la llegada de la noche.
También esperaron la llegada de la noche Günther Wetzel y Peter Strelzyk, un electricista que vivía con su familia en Pößneck, una pequeña localidad de la antigua RDA (Alemania Oriental), cuando asfixiado por las carencias y las presiones comunistas pensó en hacer realidad el sueño de la mayoría de sus compatriotas oprimidos por el régimen. Decidió huir a la RFA (Alemania Occidental) con su esposa y sus dos tiernos hijos.
El mundo vivía la Guerra Fría y hasta septiembre de 1979, más de 500 personas habían muerto intentando cruzar el Muro de Berlín.
Miles de inconformes se atrevieron a cruzar esa muralla con diferente éxito. Las técnicas de escape variaban generalmente entre la ingenuidad del simple salto -que costó muchas vidas- y la complicada construcción de túneles subterráneos. Sin embargo siempre prevaleció la picardía y el ingenio para burlar los controles fronterizos.
En marzo de 1978 Peter Strelzyk se encontraba trabajando en la obra de un conjunto de apartamentos de su ciudad cuando decidió compartir sus secretas intenciones con Günther Wetzel, un compañero albañil quién estuvo dispuesto a ayudarlo desinteresadamente en los preparativos.
Peter había escuchado inverosímiles historias de fugas frustradas, por lo que pensó que el cielo era la única salida. Ya estaba decidido, sería una fuga en globo. Había que poner manos a la obra.
Los cálculos del tamaño de la aeronave fueron sencillos. Para elevar a 4 personas eran necesarios 2.800 metros cúbicos de aire caliente y, con ello, unos 850 m2 de tela que lo atrapase.
Lo difícil fue recolectar el material necesario en una economía de escasez. Recogieron todo tipo de telas, cortinas, sábanas, manteles y con parte de los ahorros de toda una vida compraron los 490 metros cuadrados de tela que les faltaban, con la excusa de fabricar unos toldos para el club social al que pertenecían.
Para el combustible del globo utilizaron bombonas de propano previamente modificadas. Peter transformó un antiguo barómetro en altímetro para calcular la altura de elevación.
La construcción de la aeronave fue en medio de noches de insomnio y miedo. La mujer de Peter -Doris- y sus hijos -Frank y Fitscher- se turnaban en el sótano para coser y levantar la estructura de la canastilla de la nave; una base ligera de madera y varilla solo forrado con una simple tela. En mayo de 1978 ya estaba listo el globo. Sólo había que esperar pacientemente que apareciese viento suficiente.
Llegó el día. El 3 de julio de 1978, las radios anunciaron viento del norte. Peter y su familia fueron de madrugada a la localidad de Lobenstein a 7 kilómetros de la frontera. El globo se elevó hasta los 1.900 metros durante casi 25 minutos pero el cambio de presiones y la humedad de una nube baja aumentaron el peso de la tela provocando el descenso apresurado hasta que la nave se enganchó en un abeto. El vuelo se había frustrado, afortunadamente, sin incidentes.
Desmoralizado Peter por el fracaso, pensó en aumentar el tamaño del globo para no volver a fallar. La familia de Günther Wetzel (Petra e hijos) colaboraron esta vez en el nuevo proyecto a cambio de sitio en el globo (8 personas ahora). Pasaron a los 4.000 metros cúbicos de aire de cálculo y una envergadura final de casi 25 metros; el doble de la primera versión. Para ello tuvieron que recolectar más tela y nylon. Empeñaron todo lo que tenían y compraron tela en pequeñas y en distintos almacenes para no levantar sospechas.
Más de 6.000 metros de nylon se convirtieron en 2.500 metros de tela cosida terminado en tan solo 8 días. Mientras tanto, la policía les pisaba los talones puesto que habían encontrado el viejo globo enganchado en el abeto y estaban investigando su procedencia. Los vientos de otoño se hacían más débiles, el tiempo apremiaba.
Con jornadas de 24 horas seguidas cosiendo, terminan en tiempo récord. El 17 de septiembre los vientos del norte aparecen anunciando una tormenta eléctrica, pero a pesar del peligro no podían esperar más. Pusieron en su viejo auto Wartburg los 175 Kg. de tela y se pusieron rumbo a las colinas de Lobenstein.
Peter encendió los quemadores de propano. Mientras una llama de casi 12 metros calentaba el aire del globo, el ventilador reciclado de una pequeña motocicleta distribuía ese mismo aire por el interior de las lonas. Todo estaba listo.
Afortunadamente los cálculos, esta vez, fueron suficientes. El globo se elevó con los 4 adultos y 4 niños hasta los 2.500 metros mientras duró el propano. Cuando este se terminó, poco a poco, fue descendiendo hasta alcanzar una pequeña colina en la ciudad de Naila, al otro lado de la frontera.
Sin saber donde aterrizaron, ni siquiera con la certeza de haber tenido éxito, desembarcaron en busqueda de señales positivas. Permanecieron escondidos varias horas en un granero cercano. Luego de un tiempo divisaron una patrulla de policía y cuando distinguieron la marca del coche -Audi- tuvieron la certeza de que se trataba de un destacamento de la Alemania occidental. Estaban a salvo y en el lado correcto.
La Cruz Roja de Baviera y la alcaldía los acogió hasta que ambas familias encontraron trabajo y hogar.
“No estamos huyendo a occidente para comer mejor. Huimos porque hemos soñado siempre con poder disfrutar de la libertad que nos privó el comunismo”
La trascendencia de esta increíble fuga significó un duro golpe a la imagen infranqueable que tenía la famosa frontera política.
El vuelo de los Strelzyk significó el comienzo de lo que sería la caída del "Muro de la vergüenza" pocos años después.;
Hans Mayer, herido por los disparos de los vopos cuando cruzaba a nado el río Spree; o Ivo Zdarsky, autor del primer avión casero e individual. La lista de los huídos y de las formas de escapada se hace interminable: túneles, cuerdas, depósitos de gasolina, contenedores falsos... ..........Hans Mayer"La parte comunista solo creo tension, asesinatos, represion, pobreza, miedo y locura en una poblacion que no queria la misma y le fue inculcada a la fuerza por sometimiento de diferentes maneras como las violaciones que llevo a cabo el ejercito rojo desde 1945, fueron violadas reiteradas veces desde ninas pequenas hasta abuelas, muchas de ellas fueron asesinadas de las formas mas viles posibles, otras se suicidaron porque no podian soportar aquello mientras que estas victimas y muchas otras de muchas cosas fueron silenciadas, creando crimenes contra la humanidad por parte de los supuestos libertadores, hoy en dia se ha rescatado el pasado que los comunistas ocultaron y sobretodo pretendieron ocultar para siempre
por eso nunca,.......... absolutamente nunca,.......... volvera a haber otra Alemania comunista genocida nunca mas