Najla al Hadithi, ingeniera: 'Estamos muertos en vida'
"Antes de la ocupación, yo tenía un trabajo y una independencia. Conducía mi propio coche hasta mi oficina, y allí pasaba largas horas. Estuve 19 años disfrutando de mi trabajo. Hasta 2003, cuando todo cambió. Desde entonces, la criminalidad y la violencia han llegado a tal nivel que no salgo de mi domicilio. Me siento un ama de casa, y eso ha hecho que pierda parte de mi personalidad. Mi hija se niega a ponerse el velo y nosotros lo respetamos, pero eso se traduce en que no puede salir porque sería agredida por los fundamentalistas o, peor aún, secuestrada por los delincuentes. No reconozco mi propio país, es como si hubiera sido repoblado por extraños. Me dan miedo mis vecinos. Los iraquíes estamos muertos en vida, lo único que nos diferencia de los cadáveres es que comemos y dormimos".
Aus Mohamed, tendero: 'Los que ahorran se van de Irak'
"Llevo tres años vendiendo ultramarinos en el barrio de Zeiyuna, y me siento afortunado porque no ha habido muchos ataques. Pero nada es como antes. Con la dictadura no había ladrones ni asesinatos en las calles, aunque ahora alguna gente tiene más dinero que antes. El problema es que todos los que ahorran dinero se van como refugiados a otros países, cualquier cosa para salir de Irak, y los que se quedan no tienen muchos medios. En cuanto a la violencia es cierto que los últimos cinco meses la situación ha mejorado, y hay cierta seguridad, así que puedo abrir la tienda hasta las diez de la noche".
Umm Ibrahim, ama de casa: 'Ahora podemos hablar pero nadie escucha'
"Antes de la ocupación todos nos conocíamos en el barrio. Si alguien salía dejaba las llaves con el vecino para que vigilase la casa. Ahora no conozco a nadie. La gente buena del barrio se ha marchado al exilio, y sus casas han sido ocupadas por ‘ali babas’. Desde la invasión las cosas han ido de mal en peor. Antes, con Sadam, no podíamos hablar sin miedo a que nos matasen: ahora podemos hablar, pero nadie escucha nuestras súplicas. Los americanos no nos han traído libertades, sólo nos han traído la muerte y la división sectaria. Y nuestros políticos sólo trabajan para enriquecerse, no para el pueblo".
Jemaa al Ghaisi, vendedor de prensa: 'Esperamos que la seguridad aumente'
"Llevo vendiendo periódicos 17 años, y sólo dejé de hacerlo durante los 20 días de invasión, cuando no se editó prensa. Después de la ocupación al principio fue muy bien el negocio: si antes, con la dictadura, sólo había siete periódicos que sólo hablaban de la gloria de Sadam y ahora hay 65 periódicos y revistas, cada cual diferente. Ahora hay espacio para que todo el mundo escriba, nadie está prohibido. El problema es que la violencia afectó mucho a mi negocio, porque parte de mis clientes emigraron o dejaron de venir a la calle Saadún por miedo a sufrir un atentado. Ahora la situación es mucho mejor. Esperamos que la seguridad siga aumentando y que nuestros hijos tengan un futuro en Irak".
El vendedor de periódicos Jemaa al Ghaisi frente a su puesto, en la calle Saadún.
Hassan al Aadari, estudiante: 'Con EEUU no hay futuro'
"Creo que los grupos terroristas están en sus momentos finales, porque ahora recurren a los secuestros y a los robos y eso es porque están desesperados. Al principio, tras la caída de la dictadura, no había tanta criminalidad, pero el desgobierno permitió que esos grupos cobraran fuerza. Ahora parece que el Gobierno los está derrotando. Pero si Estados Unidos no se marcha de Irak, nunca habrá estabilidad. Su retirada es vital para que los iraquíes tengamos un futuro por delante.
Amira Lefta, ama de casa: 'Hemos perdido la seguridad'
"Llegué a Bagdad en 1999 proveniente del sur, y hasta que no cayó el régimen nunca tuve miedo. Caminaba incluso de noche, cogía taxis sola, sacaba a los niños al parque... Hemos perdido esa libertad. Lo único bueno que hizo Sadam, subvencionar alimentos, también lo está destruyendo este Gobierno. Los políticos nos están robando hasta los sueños, para luego marcharse del país. En el único que creo es en [el clérigo chií] Múqtada al Sadr, porque perdió familiares a manos del tirano Sadam. En el resto no creo. Esto es un chiste de democracia. Los americanos buscan enriquecerse a costa de los iraquíes, y los iraquíes sólo queremos vivir en paz. Buscamos cosas diferentes".
Majid Kaem Yusef, chófer: 'La guerra civil no ha terminado'
"Desde el punto de vista económico las cosas van mucho mejor que con la dictadura, pero políticamente estamos peor. Antes yo era taxista y recorría todo Bagdad, además de hacer la ruta entre Bagdad y Amán o Damasco. Ahora no puedo hacerla, porque al ser chií no puedo atravesar zonas suníes sin sufrir el riesgo de que me maten. El 15% de los conductores que conozco han tenido problemas. Al menos 10 conocidos han sido secuestrados en los últimos tres años. Ahora los taxistas chiíes trabajamos en barrios chiíes y los suníes en los sectores suníes, nunca nos mezclamos. Creo que no ha terminado la guerra civil, pero hay una posibilidad de que este periodo de calma la paralice para siempre".
Sami Abdel Razab, peluquero: 'Esta democracia es un insulto'
"Abrí la peluquería en 1991, cuando Bagdad era una ciudad tranquila con una sociedad avanzada y culta. Antes tenía 30 clientes al día, ahora, en los mejores momentos entran 10. Muchos días no viene nadie. Tras la ocupación empezaron los problemas: en mi barrio, los terroristas y fundamentalistas quieren anular cada aspecto de la vida. Han matado a muchos vecinos, panaderos, comerciantes, peluqueros... Nos amenazan si hacemos cortes de pelo modernos. Tengo un buen coche y por eso creen que soy rico, así que me han amenazado por teléfono con secuestrarme si no pago. He enviado a mi familia a Jordania. Antes de la invasión todo era mejor, como de la tierra al cielo. La democracia de los americanos es un insulto para Irak".
Saali Ali, universitaria: 'Me siento una extraña en Irak'
"Hace tres años desde que mis padres, dos médicos muy conocidos, se marcharon a Dubai con mis dos hermanos tras recibir amenazas de muerte. Nos amenazaban porque mi padre fue médico militar. Yo me quedé para acabar la Universidad, pero a veces me arrepiento. Cada vez que salgo para acudir a clase voy aterrorizada. A veces no puedo llegar porque cortan las calles cuando hay atentados. Ya no puedo llevar el pelo suelto, tengo que usar velo y ropa holgada porque hay gente en clase que me obliga a ello. Echo de menos los tiempos anteriores en los que no había nada que temer. Ahora me siento una extraña en mi propio país. Estoy deseando acabar la carrera para marcharme y no regresar jamás, no quiero ni puedo vivir en esta situación".
Husham al Ahmad, sastre: 'Sólo necesitamos seguridad'
"En 20 años nunca hemos vivido momentos tan malos. Antes tenía clientes fijos que huyeron tras la invasión, y ahora apenas hay trabajo. Los muros que rodean la calle de mi sastrería disuaden a muchos de entrar, así que hay días que no tengo clientes. Además, a las cuatro de la tarde tengo que cerrar por motivos de seguridad: una vez que oscurece nadie sabe qué puede ocurrir. Antes podíamos trabajar o estar en la calle hasta medianoche, pero eso se acabó. Ahora, gracias al Eid [fiesta musulmana] y la Navidad, tengo más clientes. Hay demasiado jaleo y violencia, necesitamos que el país sea pacificado. Sólo necesitamos seguridad".
Fuente: elmundo.es