La Verdad de Prometeo- Capítulo 10

X



Los tres últimos días en aquel contenedor se les hicieron insufribles. El mal olor de la comida podrida empezó a derivar en mareos u nauseas. Ahn casi ya no podía moverse y aunque modificaba su organismo para aceptar aquel ambiente al método enseñado por Theis, seguí sin resistirlo del todo y sudaba y notaba como su estómago encogía de dolor. Sin embargo Yoé, que debido a su edad estaba incluso en peor estado que su madre, se mantenía sentado con las rodillas abrazadas y la mirada perdida, con la apariencia externa de no sufrir nada. Ni siquiera una gota de sudor. Se dedicaba a escuchar las conversaciones de los tripulantes de la nave. Así supo cuando iban a salir de allí y qué les esperaba fuera.

-Ya han notado el olor y van a tirarnos fuera. En concreto en un planeta de los suburbios del noveno sistema. Donde los proscritos se mueren de hambre y los ádahas dejan en cuarentena a los enfermos. Si no nos matan para robarnos, lo hará una enfermedad.

-no te preocupes, sé curar algunas enfermedades menores como el SIDA o el cáncer.

-No son esas las que me preocupan- Yoé siempre que hablaba lo hacía abstraído, con la mirada y el pensamiento en otra parte. Estaba replegado en sí mismo- Ya es la hora.

La nave dio una pequeña sacudida y se posó en la tierra. Escucharon como se abría la puerta del compartimento de carga. Fuera se escucharon unos golpes y algunos gemidos. Estaban echando fuera a los muertos y a los enfermos. Después el contenedor donde estaban empezó a moverse. Lo estaban arrastrando. Yoé saltó de la caja en la que se encontraba y abrazó a su madre. Ahn estaba pálida y sudorosa. El olor era insoportable. Tras un par de minutos de sacudidas y baches el contenedor se paró. Después un pequeño empujón y cayeron al vacío. Ahn y Yoé empezaron a darse golpes contra las paredes y las cajas les golpeaban, al final la brusca sacudida del fin de la caída, y el silencio. Yoé se incorporó. Tenía una brecha en la frente y un poco de sangre en un hombro. Ahn gemía debajo de unas cajas con alguna magulladura y cardenales, pero nada importante. El contenedor había quedado con la puerta mirando hacia arriba. Yoé saltó y se enganchó a los salientes de ambos lados de la puerta. Después giró hacia atrás para orientas las piernas hacia la puerta y empujó hasta tres veces antes de que se abriera. Se agarró al dintel y salió. Se encontraban en una especie de cráter. La roca era grisácea y austera. Hacía bastante frío. Ahn gimió abajo y metiendo medio cuerpo dentro enganchó la mano de su madre y tiró de ella hasta que salió afuera. Ahn reparó entonces en el tipo de lugar en el que se encontraban. Era un gigantesco vertedero. Allí había miles de contenedores como aquel, de diferentes tamaños, de diferentes casa de comercio. Naves desechadas y rotas, piezas de edificios y restos de casas. Y basura, sobre todo mucha basura. Pero lo más lamentable de todo eran los miles y miles de cuerpos humanos que allí había. Algunos tirados como basura después de morir, y otros, incluso antes. Una mujer que había sido arrojada junto a ellos murmuraba algo allá abajo. Estaba enferma. Su piel estaba cubierta de costras y pústulas y uno de los ojos estaba sellado literalmente por una membrana sólida de pus y piel. Yoé entendió lo que pensaba su madre y sentenció:

-No podemos ayudarla mamá. No sabemos curar la I.D.P. Si la tocamos nos contagiaremos. ¿Corremos ese riesgo?- Ahn se giró y empezó a buscar una salida para aquel cráter. Aquella era su respuesta.

Bajaron por el lado del cubo más cercano al suelo. Una vez empezaron a abrirse camino subiendo por los amasijos de hierros. De vez en cuando tenían que esquivar un esqueleto o un cadáver más o menos reciente de algún enfermo. Lo que más extrañaba a Ahn eran que algunos de aquellos cuerpos presentaban anomalías genéticas horribles, y no encontraba ninguna enfermedad que pudiera provocar aquel destrozo en la cadena genética de aquellas personas. ¿Habría un nuevo brote que desconocían?. Al final, encontraron una gigantesca cabina de un antiguo crucero de batalla cuyo extremo superior quedaba cerca del borde del cráter. Comenzaron a trepar por él. Allí vieron con sorpresa manchas de sangre resecas. No eran los primero que salían o entraban a aquel cráter por ese lugar.

Terminaron de subir y el panorama no fue mucho más tranquilizador. Tenían por delante un enorme desierto rocoso de piedra azulada y vientos fríos. El paisaje estaba salpicado por diversos cráteres como aquel. Comenzaron a caminar hacia lo que parecía era la parte más alta de aquel terreno. Ahn estaba preocupada por Yoé. Sabía que no era un chico normal, lo que no entendía era esa extraña mirada perdida. Parecía que el muchacho vivía en un mundo propio. Abstraído sobre sí mismo. Hablaba en muy contadas ocasiones y medida que crecía intelectualmente perdía vida social. Ya casi no jugaba, solamente de vez en cuando con los hijos de Daev y Shana. Pero aquello era solamente cuando parecía haber desaparecido ese fantasma que le tenía encadenado al ensimismamiento. Unas semanas de apertura al mundo social y de repente otra recaída. El estado pensativo era su estado normal. Ahn le vía caminar ahí a su lado, analizando el terreno, escrutando todo a su alrededor. Pasados tres cráteres también llenos de basura Yoé reparó en multitud de huellas de vehículos sobre la fina capa de polvo y arena azulada que se acumulaba sobre los estratos de roca viva que conformaban el suelo.

-alguien viene a menudo aquí. Alguien tendrá que vivir cerca- Dijo Yoé

-Si viviera cerca no vendría no necesitaría vehículo- Apuntó Ahn. Vio que su hijo parecía no haber escuchado aquello. Es como si ella no hubiera hablado. Al fin respondió:

-¿Tu andarías al descubierto en este desierto?, Es más, ¿Podrías llevarte eso a cuestas?- Y señaló al interior de un cráter en el que tres soldados estaban apilando grandes planchas metálicas sacadas de las naves que allí había abandonadas.

Ahn titubeó un momento.

-¡Tenemos que escondernos, son ádahas!

-Demasiado tarde- Añadió Yoé- Del interior del cráter salió un grito y un disparo quemó la tierra del borde, justo bajo los pies de Ahn que calló ladera abajo hasta el interior del cráter. Yoé saltó dentro para seguirla.

El soldado avanzó por entre los hierros. Caminaba apuntando con su arma. Por radio le informaban que aquél era el lugar donde habían caído. “Tienen que estar vivos, ten cuidado”. Allí no había nadie. En un momento el soldado se relajó y se giró para mirar a sus compañeros que se encontraban en el medio del cráter. Error. Ahn salió disparada de detrás de las sombras que ocultaban la pared del cráter y le soltó un seco golpe en el pecho. El soldado se tambaleó hacia atrás antes de morir por paro cardíaco. Ahn recogió el arma y se parapetó detrás del ala de un antiguo monoplaza. Yoé corrió hasta su posición. Los soldados se acercaron disparando hasta que también ella lo hizo y tuvieron que cubrirse. Los tres se disparaban en un rápido intercambio luces mortales que volaban en ambos sentidos. Uno de ellos dio demasiado cerca y Ahn se ocultó tras el ala. Ellos avanzaron una posición y apuntaron donde estaba.

-¡Suelte el arma y túmbese en el suelo! No permitiremos más incursiones de la CDH. Repetimos, suelte el arma y túmbese.

Ahn comenzó a jadear y empezó a sacar el arma para disparar. La mano de su hijo la detuvo. Le miró. En sus ojos se leía la incomprensión y la seguridad.

-De nada sirven las armas ya.

-No podemos entregarnos.

-No vamos a hacerlo. Pero si te asomas para disparar solo conseguirás que te mate el soldado que avanzaba mientras hablaba el otro y está a medio camino viendo tu cabello asomar por el borde- Ahn, de nuevo desconcertada, su hijo añadió como respuesta- Su mente ahora es débil. Para que algo sea débil, tiene que haber algo fuerte

-¿Una mente fuerte?, Yoé, ¿A qué te refieres y como sabes lo del soldado?

Yoé se levantó sin decir nada y salió de la cobertura. El soldado se tensó y le apuntó a la cabeza. “¡Quieto gritaba!”. Yoé susurró antes de caminar “Mente fuerte, mente débil”. Ahn asomó un ojo. Efectivamente había un soldado donde Yoé había dicho y le estaba apuntando.

El chico comenzó a caminar. El soldado se levantó el cristal del casco para apuntar mejor. Su pulso temblaba. Desde lejos el otro soldado ordenaba que disparase. Pero el soldado no disparaba. Solo apuntaba al chico y se fijaba en su mirada. Notaba la mirada de Yoé como si se clavara muy dentro en su cerebro. Sabía que tenía que disparar, pero no podía. Algo dentro de él impedía la orden de apretar el gatillo. Sabía que era Yoé. No sabía como pero notaba la mente del chico bloqueando parte de su cerebro. El otro soldado gritaba más enérgicamente todavía que disparara. Pero no podía. “No puedo sargento, no sé por qué pero no puedo” susurraba el soldado. Yoé llegó hasta donde estaba y al pasar a su altura le tocó con la mano la frente. De forma suave. Cuando hubo rebasado en un par de pasos la posición del soldado que seguía inmóvil Ahn vio como los ojos del hombre se ponían en blanco y se desplomaba como un muñeco. Sin vida. El otro soldado salió de su posición y apuntó a Yoé para disparar. Pero tampoco pudo. Cuando el muchacho llegó a su posición le pasó la mano por el casco y, un par de segundos después el hombre volvió a desplomarse como lo hiciera el anterior. Ya estaba. Yoé se sentó en el suelo. Cuado Ahn certificó las muertes y llegó hasta la posición de su hijo le sorprendió la mirada de él. Estaba sentando en el suelo, con las piernas cogidas por los brazos y la barbilla apoyada en las rodillas. Pero su mirada era tranquila y perdida. Parecía que llevara allí pensando una eternidad. Cuando reparó en su madre se levantó y comenzó a andar por la ladera del cráter, esta vez menos empinada, para salir.

Ahn prefirió no decir nada. Su hijo estaba otra vez abstraído. Así caminaron durante horas. En un camino diferente al de las huellas de vehículos. Esos soldados apilaban el metal que un vehículo iba a recoger. No era seguro. Así que borraron todos los rastros que podían haber dejado y caminaron dando un gran rodeo que les llevaría al menos dos días más. En aquellos días, en aquellas noches, Yoé no pronunció palabra alguna. Al fin vieron que los cálculos de Ahn eran los correctos y habían llegado al mismo punto a donde habrían llegado siguiendo las huellas. Allá, a lo lejos se veía una especie de cuartel hadas del que salían enormes transportes vacíos y otros que llegaban llenos de metal. No tenían nada que hacer contra una base militar entera. De repente, cuando Ahn iba a decirle a su hijo que tenían que volver se dio cuenta de que no estaba allí. Se había quedado un par de metro atrás.

-¿Qué pasa Yoé? Ni te imaginas lo que estoy viendo desde aquí

-Una base militar- Ahn esta vez se desconcertó. No es que su hijo pudiera intuir lugares o voces como hacían ellos, sintiendo los espacios y obstáculos para llegar allí con esfuerzo mental pero sin mirar, por alguna extraña razón Yoé veía casi literalmente algunas cosas sin necesidad de ver. Ahora le tenía delante, con los sencillos ropajes hondeando con el leve viento, con la cara seria, de adulto, pese a su edad y la mirada fija en los ojos de su madre. Ésta se volvió a estremecer.

-¡Yoé, qué es lo que pasa!

El chico tardó en contestar

-Algo nos está siguiendo.
Excelente!.

Hacia tiempo que no te leía un capítulo tan interesante y bueno como este, no sé por que, pero me ha recordado a los primeros episodios de sia.

Uy es Yoe...... que peligro tiene....
Plas plas plas...

Muy buena la animación, Demi, muy bien conseguida. Como dijiste un día en el jasimuri, [jaja] muy visual.

Y muy bueno lo de las enfermedades. Y ahora, pregunta tonta, seguro [ayay] que es la IDP? idioté de pensamiento? [ginyo]
Muy bueno tio:

Me alegro mucho de que hayas vuelto a retomar la historia, principalmente porque supongo que esto significa que te encuentras mejor.

En cuanto a este capitulo... muy bueno, se nota que lo has retomado con ganas y te ha salido uno de los mejores capitulos hasta el momento. Pero, y permiteme la osadia, por otra parte me imagino que las ganas por hacernoslo llegar eran tantas que al escribirlo has metido unas cuantas patas ortograficas que normalmente no cometes... Es genial que te emociones, pero sigue cuidando la forma como sueles hacer... [oki]

Animo y a por mas [babas]
Bueno, por fin me he puesto al día.

Amos a ver, me he leído el nueve y este de un tirón, y tienen unas pocas faltas, pero no pasa nada...


Sobre la trama, cada vez se pone más interesante... pero ha habido algún capítulo transitivo, que, al no tener demasaida acción, ha sido más lento de leer, es decir, ha habido una pausa en tanta intensidad visual... que no viene nada mal.

Bueno, en líneas generales, que está muy bien, y que ya vuelvo a estar al día ;)

Saludillos


EDICIÓN DEL MENSAJE: Se me olvidaba, el capítulo en tipo de letra Comic Sans MS, a tamaño 12 (el más cómodo de leer a mi parecer ;)) ocupa 5 páginas... no está nada mal, el mérito está en que no sehace largo. :)
4 respuestas