Parecíamos una familia.
Habiamos decidido parar, llevabamos demasiado tiempo activos, necesitabamos descansar y olvidarnos de todo. Olvidar incluso que somos capaces de brillar. Nos habíamos cansado de luchar por algo mejor.
Queriamos recuperar nuestra limitación humana, queriamos que todo volviera a tener esa oscuridad tetrica que nos inundaba de vacío, todos añorabamos nuestras vidas pasadas, excepto Vaklav, que miraba a través de la ventana del motel de carretera.
La noche había caido hacía unas horas, Jandri había vuelto a caer rendido. Lohan miraba las ondas que producía el café al caer dentro de la cafetera de cristal del bar del motel, apoyando su cabeza en el respaldo del sillón. Mi cabeza acariciaba la barriga de Lohan, y mis cabellos cubrían su respiración, como vigilando que no se olvidara respirar, atento a cada latido de su corazón, a los cuales mis brazos respondían erizando sus pelos. Mis ojos tiritaban, pero mis labios sonreía.
Vaklav seguía mirando por la ventana, los arboles se movían lentamente, como sin gravedad, olvidando cualquier ley fisica. Su pelo blanquecino se había despeinado, dejando un mechón de pelo por encima de su ojo izquierdo... Igual que Lohan y Jandri.
Aquello parecía una foto de familia, Padre, Hijo y Nieto... Mi alma compuso una lagrima de felicidad ante tanta belleza.
Quizas fué mi alma brillando con toda su fuerza, quizas mi corazón latiendo mas rapido que nunca, quizas mi respiración entrecortada por sollozos... Quizas fue todo eso lo que hizo que Lohan se diera cuenta de que en ese momento, mas que nunca, necesitaba un beso suyo.
Posó su mano encima de mi antebrazo, yo giré la cabeza, para verle la cara. Él me estaba sonriendo. YO me incorporé.
Cuando quise darme la vuelta para volver a mirarle, el ya lo estaba haciendo, clavando en mi corazón sus pupilas brillantes, sollozando amor por sus ojos, y con la boca entreabierta. Me cogió la mano, y ahí fue cuando el mundo dejó de existir.
Cuando volví a abrir los ojos, estaba empezando a amanecer, Lohan y yo estabamos tumbados en una cama, desnudos, la luz del sol naciente peinaba las sabanas blancas de aquel motel, la lijera brisa hacia bailar las cortinas de la habitación. Creía que Lohan dormia, pero me cogió por la cintura, y dandome un beso en el cuello dijo la frase que, desde entonces, tendré grabada en mi memoria para siempre:
- Princesa de ojos brillantes... olvida este terreno, que tus dominios son mas grandes que cualquier trozo de cielo.
Mis ojos suspiraron, y dejaron caer una lagrima al suelo.