Los Hijos del Cristal. Capítulo 2: Tírem, la ciudad del pasado.

Salir de la estación les llevaría varias horas, pero no por la cantidad de gente que se había reunido en ella, sino por las preguntas y explicaciones que los tres se dieron mutuamente tratando de recuperar en apenas unas horas el tiempo que habían perdido en aquellos cinco años de separación. Jessica era tan curiosa como recordaba, sus preguntas no se referían nunca a Lusus o a su orfanato como las de su hermano, sino a lo que había sido su vida durante aquellos años y Jonathan sonreía tratando de darle las respuestas que ella quería. Algo que, ya de partida, sabía que era del todo imposible.
Los había echado tanto de menos. Su compañía, sus sonrisas, sus voces… todo lo que ellos representaban había quedado grabado a fuego en su memoria al partir y ahora salía a la superficie tras cinco años de oscuridad. Volvía a disfrutar de la juguetona sonrisa de su hermana pequeña y su insaciable curiosidad, a admirar la calma y la tranquilidad de su hermano. Volvía, en definitiva, a dejarse envolver por aquel mundo de contrastes en que había crecido gracias a ellos y, tal y como recordaba, su corazón se alegraba más que nunca al hacerlo.
Pero no todo fueron sonrisas. Aún en medio de la alegría que invadía el corazón de los dos jóvenes al tener a su hermano de vuelta con ellos, una sombra de preocupación estaba presente en ambos. Ninguno de ellos había olvidado el incidente que había motivado el traslado de Jonathan, ¡Jamás lo harían!, y aunque Álbert era capaz de ocultar aquel sentimiento sin dificultad, para Jessica la tensión y la incertidumbre eran demasiado fuertes y no pudo evitar dejarlo salir al exterior en forma de pregunta.
-Jonathan… -Comenzó titubeante, deteniéndose frente a él y cambiando su sonrisa por una mezcla de preocupación y seriedad. –Ahora… ¿Ahora ya estás mejor? ¿Han conseguido curarte?
El semblante de Jonathan también se volvió serio al oír aquella pregunta, pero a diferencia de su hermana, su preocupación no se debía a lo sucedido en el pasado sino a la tristeza que podía ver en los ojos de la joven al recordarlo y pronto sonrió de nuevo al tiempo que colocaba una mano en el hombro de Jessica y la miraba con el cariño del hermano mayor que desde siempre había sido para ella.
-No pueden curar algo que no es una enfermedad. –Dijo con calma, procurando que sus palabras sonasen tan despreocupadas y tranquilizadoras como debían. –Fuese lo que fuese lo que sucedió aquel día, es tan parte de mí como mi pelo o mis ojos y es tan inexplicable para ellos como lo era para los médicos de Tírem.
-Pero… ¿Y si vuelve a pasar? –Insistió Jessica sin dejar de mirarle.
-No ha vuelto a suceder en estos cinco años, dudo que llegue a repetirse algo parecido. –Respondió Jonathan. –Pero aunque sucediese, no quiero que vuelvas a llorar por eso, ¿De acuerdo? Ahora ya sabéis cual será el resultado, no hay ningún motivo para que estés triste.
-Supongo que tienes razón. –Asintió finalmente Jessica. –Aunque preferiría que no tuviésemos que pasar por eso de nuevo.
-Yo también, créeme, yo también. –Finalizó Jonathan. –Y ahora qué tal si dejamos el pasado tranquilo y hablamos del presente. Seguro que tenéis un montón de cosas mucho más alegres de que hablarme.
-¡Claro que sí! –Replicó de inmediato Jessica recuperando su sonrisa y tratando de alejar la seriedad que su pregunta había traído al grupo. -Pero antes de nada quiero enseñarte nuestra casa. ¡Vamos!, estoy impaciente porque la veas.
Dicho esto, y como de costumbre sin esperar a que ninguno de sus dos hermanos pudiese opinar al respecto, Jessica cogió a Jonathan por una mano y echó a correr en dirección a la salida de la estación arrastrándolo tras ella. Álbert, sin embargo, continuó caminando siguiendo el estrecho pasillo que ambos dejaban tras de sí al abrirse paso entre la multitud y sacudió la cabeza al tiempo que sonreía ligeramente. Él tampoco había cambiado por lo que parecía, Jonathan seguía siendo el mismo al que conocían y su preocupación por la felicidad de su hermana no había disminuido en absoluto, al contrario, incluso seguía dejándose arrastrar por ella hacia donde fuese como antaño. Algo que estaba seguro no tardaría en traerle algún que otro lío como ya venía siendo costumbre, y era precisamente este último pensamiento el que más lo hacía sonreír. Aunque en esta ocasión los dos se detendrían antes de lo que él, y seguramente la propia Jessica, esperaban.
Cuando al fin dejaron la estación y atravesaron el colosal arco que antaño había servido como soporte a una de las majestuosas puertas de acero de la muralla, Jonathan se detuvo obligando a su hermana a hacer lo mismo y se quedo inmóvil un momento en medio del embarrado camino que lo atravesaba observando en silencio la ciudad.
-No ha cambiado nada, ¿Verdad? –Preguntó sonriendo Álbert mientras se acerca a ambos y miraba divertido a Jessica en cuyo rostro podía verse perfectamente la impaciencia por continuar adelante.
Jonathan asintió con la cabeza. Su hermano tenía razón, mirase donde mirase todo seguía exactamente igual que hacía cinco años. La vieja calle circular que dividía las dos zonas de la ciudad estaba tan llena de barro y charcos como siempre, los caserones y cobertizos de los ganaderos seguían amontonándose junto a las murallas en el anillo exterior e incluso sus habitantes parecían no haber cambiado. Mirase donde mirase veían las mismas caras, las mismas gentes acompañando a sus animales hacia las puertas para llevarlos a pastar al exterior o dirigiéndose a sus campos para empezar el trabajo diario. Y también como siempre, alzándose en el centro de la ciudad como una enorme espina negra, el orfanato seguía en el mismo sitio como un silencioso guardián por el que no pasase el tiempo. Sus seis escuelas repartidas en torno a la torre central ocupaban todo el circulo interior de la ciudad y las seis calles que discurrían por los vértices del hexágono formado por estas seguían estando tan limpias y perfectamente pavimentadas como siempre. Una prueba más de la atención que el gobierno del Reino Acares seguía poniendo en sus escuelas-orfanato.
-¿Podemos seguir ya?–Apremió Jessica impaciente al ver que Jonathan seguía sin moverse. –Vamos, aunque haya mucho que no la ves has vivido aquí dieciséis años, ¿No crees que ya la has visto bastante?
-Está bien, está bien. –Cedió Jonathan reanudando el paso y dejándose llevar de nuevo. -¿Hacia donde entonces?
Al oír esta pregunta, el semblante de Jessica vaciló entre la seriedad y su habitual alegría durante unos segundos y esta señaló casi con cautela hacia una zona en la parte noroeste del anillo exterior.
-Allí. –Dijo un tanto titubeante. –Ya sé que no es precisamente uno de los mejores barrios de la ciudad, pero es lo único que podemos permitirnos por ahora con el dinero que nos dieron en el orfanato al graduarnos.
-Es más de lo que esperaba. –La tranquilizó Jonathan sin dejar de sonreír. –En Lusus no nos dan nada al graduarnos, si pude mandaros algo y pagarme el viaje fue gracias a un par de trabajos que hice para el orfanato antes de marcharme.
-De todas formas es solo temporal. –Afirmó la joven visiblemente más animada al ver que a Jonathan no le importaba en absoluto. –En cuanto empecemos a trabajar nos instalaremos en un lugar mejor, ya lo verás.
-Ahora que lo dices. -Recordó Jonathan de pronto. -Todavía no me has dicho en que vamos a trabajar.
En respuesta a sus palabras, Jessica lo miró aparentemente divertida por algo y dejó escapar una pequeña risilla al tiempo que se daba la vuelta y aceleraba el paso.
-Vamos, ya te lo contaré cuando lleguemos.
-Por qué será que no me gusta nada como ha sonado eso. –Dijo con resignación mirando a su hermano que ya estaba a su lado.
-Porque la conoces. –Se burló Álbert. –Sabes que no puede salir nada bueno de esa cabecita suya cuando habla así.
-No ayudas mucho sabes. –Replicó sonriendo igualmente Jonathan.
-Lo sé. –Dicho esto, Álbert también aceleró el paso tras su hermana dejándolo atrás. –Vamos, será mejor que no la hagamos esperar o volverá a buscarnos. Y ya sabes como es.
-Exactamente como era cuando me fui. La misma niña de siempre por mucho que haya crecido.
Tal y como acababa de hacer Álbert, Jonathan se puso en marcha tras decir esto y los dos pronto se encontraron caminando a ambos lados de su hermana de nuevo, saltando como antaño entre los charcos del camino mientras se adentraban entre las callejuelas de los suburbios y se dirigían hacia su casa. Sin embargo, mientras caminaban por uno de los oscuros callejones vacíos de aquella zona de la ciudad, los tres se detuvieron de golpe y Jessica se giró de pronto hacia ambos.
-Que oportunos, hacía tiempo que no nos divertíamos juntos. –Dijo sonriendo, sin preocuparse en absoluto por lo que acababa de oír y la forma en que sus hermanos miraban de reojo a las sombras del siguiente callejón.
-Jessica, ¡no! –Advirtió Álbert. –Sabes que no está bien hacer eso.
-Vamos, se lo merecen. –Insistió Jessica. -¿Qué habría pasado si fuesen otros los que viniesen por aquí y no nosotros? ¿Has pensado en eso? Además, seguro que a Jonathan no le importa, ¿verdad?
-¿Cambiarías de opinión si dijese que sí? –Preguntó sabiendo ya la respuesta al ver la falsa sonrisa de niña buena con la que su hermana lo miraba.
-No. –Negó burlonamente Jessica.
Todavía con la misma sonrisa, e ignorando por completo la severa mirada de Álbert que sacudía de nuevo la cabeza pero con una actitud muy distinta a la última vez, Jessica se alejó de ambos caminando despreocupadamente hacia el callejón y se detuvo justo frente a él como esperando algo. Y no tuvo que esperar mucho.
Justo en el instante en que Jessica dejaba de caminar, dos figuras encapuchadas salieron de la oscuridad que cubría el callejón y el brillo plateado de una hoja de metal centelleó durante un instante mientras uno de ellos la cogía por la cintura y le colocaba un cuchillo en el cuello amenazándola con acabar con su vida si se movía.
-Vamos, dadnos todo lo que llevéis encima. –Amenazó uno de los encapuchados. –A menos que prefiráis vuestro dinero a la vida de esta muchacha.
Los dos hermanos los miraron sin apenas inmutarse a pesar de la amenaza y del cuchillo peligrosamente próximo al cuello de Jessica. Sus capas desgastadas y llenas de barro hasta casi la cintura y el lamentable aspecto de la ropa que podía entreverse bajo estas dejaba claro que se trataba tan solo de simples ladronzuelos, algo que no parecía preocupar en absoluto a ninguno de los dos.
-¡¿Es que no me oís?! –Insistió el ladrón acercando más el cuchillo al cuello de Jessica. –Dadnos todo el dinero o ella morirá.
-Adelante. –Respondió con tranquilidad Álbert girándose hacia otra de las callejuelas que conectaban con aquella, aunque lo que más sorprendió a los atracadores no fue esto, si no sus siguientes palabras. –Buena suerte Jessica, te esperaremos frente a la casa.
Terminada aquella frase, Álbert se dirigió hacia la nueva calle para tomar un pequeño desvío y Jonathan decidió seguirlo, lo que además de asombrar aún más a los ladrones enfureció a la propia Jessica que no estaba en absoluto de acuerdo con su forma de actuar.
-Como hermanos mayores no valéis mucho, ¿Lo sabíais? –Gritó visiblemente molesta por su actitud. –Al menos sed unos caballeros y ayudad a una pobre dama en apuros, ¡Volved aquí!
-¿Dama en apuros? –Repitió Jonathan sonriendo. –Vamos Jess, deja de jugar. ¿No estabas tan impaciente por llegar a casa?
-Está bien. –Cedió al fin Jessica mientras se encogía de hombros y giraba la cabeza para mirar al atónito ladrón que la retenía. –Lo siento.
Justo en el instante en que decía esto, Jessica dio un fuerte codazo hacia atrás golpeando con tal fuerza el estómago del ladrón que el cuchillo se le cayó de las manos y, antes de que pudiese recuperarse, lo cogió por el cuello arrojándolo al barro por encima de su hombro. Hecho esto, y antes de que este pudiese siquiera comprender qué estaba pasando, Jessica dio un rápido salto hacia el compañero del primer ladrón y giró en el aire dándole una violenta patada en la cara que lo arrojó también al suelo hundiéndole la cara en una de las charcas de la calle.
-¿Así no tiene gracia sabéis? –Dijo decepcionada mientras se sacudía la ropa y se acercaba a sus dos hermanos que trataban de no reírse al ver su cara. –Se merecían algo más que eso, no me gusta que haya tantos ladrones por aquí asustando a la gente.
-Creo que después de esto esos dos tardarán una temporada en atreverse con alguien más. –Rió Jonathan. –Además, tenía ganas de ver como te desenvolvías, parece que has aprendido mucho desde que me fui. ¿Entraste en la escuela de lucha?
-No. –Negó Jessica ahora visiblemente orgullosa. –Amazonas, en el orfanato pensaron que sería mucho más útil con un arco, pero terminé dos años antes de la graduación y pasé los dos últimos entrenando con los alumnos de la escuela de lucha.
-No me sorprende, siempre tuviste mucha puntería tirando piedras a los demás niños. –Se burló Jonathan al tiempo que se giraba hacia Álbert para evitar la furibunda mirada de Jessica. – ¿Y tú? Eso que asoma en tu hombro parece la empuñadura de una espada, ¿entraste en la escuela de caballería?
-Bonito eufemismo para un lugar en el que solo se enseña a matar. –Respondió Álbert disimulando mucho mejor que su hermana el orgullo de sus palabras. –Si, me gradué en el uso de la espada larga hace tres años, pero ya que tenía que esperar a que dejasen marcharse a Jessica tuve algo de tiempo extra para probar otros de los juguetes de la escuela.
-Típico, siempre pensando en como sacar el mayor partido a todo.
-Digamos que no tenía nada mejor que hacer. –Replicó de nuevo Álbert dirigiendo ahora su mirada hacia los hombros y la cintura de Jonathan, pero sin encontrar lo que buscaba. -¿Y que hay de ti? Dicen que el orfanato de la capital de Lusus es muy diferente a los demás, ¿qué armas os enseñan a usar allí?
-Básicamente las mismas que aquí, la mayoría suele seguir el mismo camino que has seguido tú… -Justo en el instante en que decía esto, Jonathan oyó un leve silbido a su espalda y vio como los ojos de su hermano se dirigían de inmediato hacia allí. -… la mayoría.
Con la agilidad de un felino, Jonathan se giró de golpe haciendo volar su gabardina y sacó algo de debajo de ella que centelleó en su mano mientras trazaba un rapidísimo arco ascendente frente a Jessica y se detenía justo a la altura de su rostro. En ese mismo instante, un débil chasquido metálico resonó en el callejón y un cuchillo con la punta mellada cayó a los pies de la joven que se había girado a la misma velocidad que Jonathan y miraba sonriendo tranquilamente la enorme medialuna de metal que su hermano sostenía en la mano. A simple vista parecía una espada, pero su hoja era mucho más larga y ancha que la de cualquiera que hubiese visto nunca y bajo el extraño arco de metal nacarado que esta formaba podía verse que la empuñadura no terminaba en el inicio de la hoja, si no que la recorría en toda su longitud hasta el mismo extremo como si la estuviese sujetando. Aunque pronto comprobaría que esta no era realmente su función.
Visiblemente molesto por aquel ataque por la espalda, Jonathan se adelantó unos pasos hacia el sorprendido ladrón y movió su espada hacia un lado al tiempo que giraba ligeramente la muñeca. Al instante, la hoja se deslizó sobre el mango hasta ocupar el extremo del mismo como si se tratase de una colosal lanza y, con un nuevo movimiento de su mano, giró bruscamente hacia atrás hasta formar un perfecto ángulo de noventa grados con el mango que le dio al fin su verdadero aspecto: el de una formidable segadora de batalla.
Pese a todo, los ladrones no parecieron amedrentarse ante la visión de aquella arma y uno de ellos sacó una espada corta para hacer frente a los tres jóvenes, y por desgracia para él esto era exactamente lo que Jonathan estaba esperando. Antes de que el ladrón pudiese reaccionar, el joven corrió hacia él como un rayo, trazó un rápido arco ascendente hacia la espada con que este intentaba cubrirse seccionando por la mitad su hoja como si esta fuese de papel y giró sobre si mismo continuando el vuelo de su propia arma hasta golpear el rostro del ladrón con una nueva patada que lo envió varios metros a su derecha esta vez sí totalmente inconsciente.
Al ver esto, el segundo ladrón ni siquiera se planteó la idea de hacer frente a los tres jóvenes y echó a correr inmediatamente, pero Jonathan aún no había terminado. Antes de que este pudiese alejarse, arrojó su arma hacia el ladrón con todas sus fuerzas y la segadora cruzó silbando el aire girando violentamente sobre si misma hasta clavarse en una de las paredes del callejón con tal precisión que el cuello del ladrón quedó perfectamente atrapado en la esquina formada entre la hoja y el mango.
El ladrón ni siquiera intentó moverse de nuevo. Se quedó inmóvil mientras veía como Jonathan se acercaba y no dijo una sola palabra más aún cuando la mano de Jonathan aferró con fuerza el mango del arma justo frente a su rostro. La hoja había pasado tan cerca de su cuello antes de hundirse en la pared que había incluso rozado su piel y podía notar un débil hilo de sangre deslizándose por su cuello y esparciéndose por delicado borde plateado del filo del arma, como una prolongación de la complicada trama de estrías escarlata que se dibujaban en el nacarado negro de la hoja a semejanza de las venas del ala de un dragón. Pero no era esto lo que más lo asustaba, sino el débil brillo de aquellos ojos color rubí que lo miraban fijamente en ese instante.
-La próxima, vez procurad escoged a vuestras víctimas con más cuidado. –Dijo con voz seria y amenazante mientras arrancaba su arma de la pared de un tirón y pequeños fragmentos de esta se deslizaban sobre la hoja cayendo sobre la capa del ladrón y el barro de la calle. –No es muy sensato atacar a los alumnos del orfanato y puede que los próximos no estén de tan buen humor como nosotros.
Aquella advertencia fue más que suficiente. En cuanto Jonathan lo dejó libre, el ladrón calló de rodillas en el barro frente a él y se arrastró hacia un lado caminando a gatas para huir de él hasta conseguir finalmente ponerse en pie. Ni siquiera pareció preocuparse por su compañero, se alejó corriendo tan deprisa como podía tropezando con su propia capa y resbalando en el barro sin nada más en su mente ya que la idea de alejarse de allí lo antes posible.
Arreglado esto, Jonathan se dio la vuelta y regresó junto a sus hermanos que lo esperaban en el mismo sitio observando ahora con más interés el arma que llevaba en la mano que a él mismo. O al menos así era en el caso de Álbert ya que Jessica simplemente se reía recordando todavía la cara de aquel ladrón.
-Con que la mayoría, ¿eh? –Preguntó burlonamente Álbert sin quitar ojo del arma. –Parece que tú escogiste un camino distinto después de todo. Déjame ver ese trasto.
Tal como este le pedía, Jonathan le alargó la empuñadura de la segadora a Álbert y este la examinó minuciosamente observando los grabados con forma de hueso del mango y las curiosas formas que se dibujaban en la hoja. Tenía el peso de una alabarda, quizás incluso más, pero podía notar un peso extra en la parte inferior de la empuñadura que la equilibraba compensando el peso de la hoja y Jonathan parecía poder manejarla con la misma agilidad con que él manejaba su espada. Aunque, por otro lado, esto tampoco era ninguna sorpresa tratándose de él.
-Parece un arma formidable. Había visto algunas segadoras hechas para el combate en el orfanato, pero ninguna como esta.
-Solo las hacen en la propia capital de Lusus. –Respondió Jonathan observando ahora con cautela como Álbert jugueteaba con la pieza giratoria que extendía y recogía el arma. –Y será mejor que no toques eso.
-Esta pieza es la que la extiende, ¿Verdad?
-Sí. –Afirmó Jonathan cogiendo de nuevo el arma y apartándola hacia un lado. –Pero es un tanto… peligroso hasta que te acostumbras.
Al tiempo que decía esto, Jonathan giró la placa metálica de la empuñadura y la hoja del arma retrocedió de golpe hasta la base de la empuñadura para, a continuación, girar sobre la base de la misma una vez más volviendo a colocarse sobre el mango como una colosal hoja de espada y pasando a escasos milímetros de la mano de Jonathan que acababa de soltar aquella parte del mango.
-Sea quien sea el que diseñó estas armas creyó que sería gracioso hacer que se encogiesen de forma diferente a como se extienden. –Mientras decía esto, Jonathan guardó su arma y les mostró a sus hermanos el dorso de su mano derecha en el que podía verse una alargada cicatriz recorriendo sus nudillos. –Pero sabéis, no tiene ni pizca de gracia. No hay muchos en el orfanato que se libren de una marca como esta, y no sería el primero que pierde la mano por esa tontería.
-Me sorprendes. –Se burló Álbert para sorpresa de Jonathan. –Eso parece algo más propio de Jessica que de ti.
-¡Muy gracioso! –Replicó al instante la joven propinándole a su “querido” hermano un sonoro golpe en la cabeza con la mano. –Ahora dejad de hablar de armas ¿Queréis? Sois patéticos, cinco años sin vernos y eso es todo de lo que sabéis hablar.
-Por una vez creo que tienes toda la razón. –Admitió Jonathan tratando de no reírse. –Además, yo también empiezo a estar impaciente por ver esa casa. Pero te recuerdo que todavía no sé donde está.
-Eso no es ningún problema. –Respondió inmediatamente Jessica recuperando de nuevo aquella alegre sonrisa de niña al tiempo que cogía de nuevo la mano de su hermano. -¡Ven!
Sin más explicaciones, Jessica echó a correr de nuevo evitando los charcos de la calle y con Jonathan tratando de seguirla lo mejor posible mientras zigzagueaba entre las callejuelas de los suburbios. Álbert, por su parte, continuó caminando como la última vez y solo sonrió mientras miraba hacia el nublado cielo que cubría la ciudad y notaba como las primeras gotas de la inminente lluvia golpeaban suavemente su cara.
-Bienvenido a casa… Jonathan.
Genial el capítulo.... me ha gusatdo mucho.... sober todo porque explicas muchas cosas (aunque siempre nos dejas algo nuevo XD). Lo del arma me parece un buen toque de imaginación (ya estaba harto de espadas XD), y que en el orfanato se les enseñe a luchar está muy bien ;)

Me ha dejado todabía peor lo de saber que Jonathan tiene algo raro que no sé qué puede hacer (y por lo que su hermana se preocupe tanto...) pero era lógico que no nos resolvieses todas las dudas (conociéndote... era de esperar que lo liases y pusieses más datos "sin resolver")

Pues eso... que me ha encantasdo y que espero con ansia el 3er episodio ;)
Sí señor, se nota que tienes callo en esto de postear capítulos largos con estructuras más noveladas. Es el problema a veces de hacer seriales, que los capítulos a veces quedan cortos, y eso comprime todo, y a veces es necesario extenderse más. Y tú no tienes miedo a eso, y me encanta. Saludos!
Escrito originalmente por prado
y a veces es necesario extenderse más. Y tú no tienes miedo a eso, y me encanta. Saludos!


no lo dudes ni por un instante que se extiende el joio XD [poraki]
al menos en su extensión tiene la virtud, de hacerlos amenos y llenos de ese misterio que nos hace ser fieles seguidores de sus ¡TOCHOS! XD
Al fin conocemos el arma en cuestion, aunque para serte sincero, la explicacion me ha dejado igual, vamos que no te he entendido, supongo que tu tendrás muy claro como es al igual que mis amigus mas espabilados que yo, pero no se te olvide que yo, al ser un negao necesito mas explicaciones, te propongo que te curres un dibujo del arma para que me haga una idea exacta de lo que es :P

[bye]

P.D. ahora nos diras, que si el modem que si la conexion etc... [poraki]
Seguimos con las respuestasXD

-Je, a menos que algo salga mal esta historia debería ser muchisimo más enrevesada que lazos, asi que acostumbraros a las incognitas

-Muchas gracias prado por decirme que el capi es mazo largo de manera tan fina[poraki]

-Nayk, el arma es una Guadaña, hoz, segadora o como quieras llamarla, eso que lleva la muerte vamos. Pero está plegada de forma que la hoja está sobre el mango dandole forma de espada mientras no se extiende.
Con el paso del tiempo he descubierto que me gustan mucho más tus capítulos de amor y sentimientos que los que hablan de peleas y tal, para mi gusto te enrollas demasiado con un tema que a mi personalmente no me atrapa... pero ay!, cuando hablas de amor.. entonces me haces derretirme. ;)

Saluditos y espero que te vaya bien allá donde estes.:)
Jus, po vale, respondo, pero no sé queXD. En serio, la historia va por el prólogo y no he pillado mucho tu comentario, si dices que la pelea esa ha sido un poco excesiva tal vez, pero es solo parte de la presentación de los personajes (esto va lento, siXD), por lo demás no te pillao^ ^
Escrito originalmente por The Cragor
Jus, po vale, respondo, pero no sé queXD. En serio, la historia va por el prólogo y no he pillado mucho tu comentario, si dices que la pelea esa ha sido un poco excesiva tal vez, pero es solo parte de la presentación de los personajes (esto va lento, siXD), por lo demás no te pillao^ ^


Sera spammer el tio... para que respondes si no tienes nada que decir [666].
Escrito originalmente por Ninguno


Sera spammer el tio... para que respondes si no tienes nada que decir [666].


Spammer YO???. mira tu número de mensajes y luego hablamos [poraki] [poraki] . Además, has sio tú el que te quejabas porque te sentías ignorado :-p
Escrito originalmente por The Cragor


Spammer YO???. mira tu número de mensajes y luego hablamos [poraki] [poraki] . Además, has sio tú el que te quejabas porque te sentías ignorado :-p


Además de spammer, ciego, yo te dije el capítulo número 3 no el 2...

Como no me voy a quejar si después de leer tus tochos y comentarte algo no dices nada.. faltaría más :| [+furioso]

[carcajad]
9 respuestas