Prodigiosa mañana
de domingo, ven a esperar
a mi lado.
Llegas al fin, como
la sapiencia que sólo alcanzo
arrastrando mis principios
hasta el lecho de la locura.
Llegas consumiendo horas
a jornada completa,
en su esplendor inventado.
Llegas, poderosa, como la
urbe que profana la dehesa,
como el enjuto cercado
que limita mi mente.
Tal y como llegas... te vas.