¡Qué tenue es la luz
que alumbra
tu piel de medusa;
frágil, flexible
y profundamente adictiva!
¡Qué tenue el estilo en
mis versos anónimos;
nerviosos, lozanos,
timbrados en el crisol
de tus ingles!
Cuando el día desiste
te alejas despierta;
sólo deseo que
el cielo
susurre tu nombre
en forma de lluvia.
Canjeo mil horas de sueño
por emprender un viaje contigo.
Jamás cesaré en el empeño
de anestesiar el tiempo en tu ombligo.