El Páramo de Sía- Capítulo 15

XV


Durante todo el tiempo que duró el viaje a través de la grieta Henry basó su dieta en lo que podía sacar del enorme río. A veces daba para poco, otras era demasiado. Nunca se internaba mucho en el agua. No le gustaba la idea de ser arrastrado sin saber nadar. Las botas empezaban a resultar inútiles y era ya lo único casi que conservaba del uniforme que traía junto con los roídos pantalones. Llevaba una especie de casaca mal cortada y mal abrochada hecha con piel de Greku. Caminó durante semanas pegado a la grieta y siempre viendo como se alargaba de forma eterna el río hacia el horizonte. Se aproximaba la época de las lluvias y Henry temía que le alcanzara todavía dentro de la grieta. Avanzar se hacía difícil pues había que estar saltando continuamente de raíz en raíz y el barro relentizaba demasiado. Se dio cuenta mirándose al río que ya era hora de cortarse el pelo y, pese a lo que dolía, lo hizo con el cuchillo. Cuando acabó parecía que se lo habían cortado a mordiscos, decidió no probar con la barba.

Así pasó el tiempo, avanzando por la interminable grieta, con su monotonía pétrea al amparo únicamente del cielo y el agua. Por las noches se dedicaba a mirar las estrellas, en especial la que él bautizó como Faanik, que significaba “Compañera de viaje”. Era tremendamente azul y muy brillante y parecía indicar algún punto cardinal fijo, al que, fuese cual fuese, se dirigía sin remedio.

Mediaba la época invernal cuando empezaron las peores lluvias que jamás Henry había conocido. Eran fuertes y frías, en ocasiones con pequeñas piedras de hielo camufladas entre la densa cortina de agua. Henry seguía avanzando cada vez con más dificultad hasta que ya casi se le hacía imposible y en varias horas apenas avanzaba un par de kilómetros. En ocasiones en vez de lluvia caía nieve, y la sensación de sentir por vez primera aquellos suaves copos en la cara le pareció a Henry algo casi mágico, pero tardó poco en desaparecer pues a los juguetones copos le seguía los fuertes vientos helados y las ventiscas de nieve que entumecían todavía más sus huesos.

De vez en cuando pasaba un par de noches al amparo de una saliente de roca, o intentaba en vano subir por la pared del desfiladero. Volvieron las lluvias, más frías y más fuertes, lloviendo durante días. La comida pasó a ser mascar raíces o roer pequeños peces manchados de barro. De vez en cuando se permitía grandes lujos como frutos de árboles esporádicos. Echaba de menos a su estrella.

Pronto el río empezó a crecer, cada vez con más fuerza y el miedo de Henry crecía todavía más rápido. Pasó varios días con las piernas completamente sumergidas y avanzando y tropezando, y avanzando y tropezando hasta que al final pasó lo que más temía. El agua creció tanto que en una ocasión perdió el apoyo en una raíz y ya no volvió a hacer pie. Empezó a dar chapotazos contra el agua aunando por seguir a flote mientras la vertiginosa corriente lo arrastraba río abajo.

En un momento dado, con una fuerza brutal Henry chocó contra algo. Se dio justo en la boca del estómago lo que hizo expirar un último soplo de aire antes de empezar a ahogarse. Se sumergió, fue arrastrado hasta que se dio contra algo blando y subió. Recupero la capacidad de respiración y ¡respiró! Estaba en una bolsa de aire dentro de algo metálico. Cuando palpó con la mano lo que parecían unos controles su corazón se aceleró ante la certeza de haber encontrado una nave. Era antigua y bastante grande a la par que muy despiezada. Cuando el aire empezó a escasear volvió a sumergirse e intentó salir. Se agarró al armazón exterior de lo que fue la cabina y se clavó en la mano un cristal roto. Una flor de sangre saltó de la palma y viajó río abajo. Henry salió al exterior sujetándose al armazón con la mano buena. El río seguía subiendo y Henry trataba de pensar en algo para salir de todo aquello. En el otro extremo vio una saliente de roca por el que se podía subir fácilmente bastante alto. Su única solución era llegar hasta allí, pero no sabía como pues no sabía nadar. Ya casi el agua volvía a cubrirle del todo una vez más, Henry levantaba la cabeza lo más posible para mantener la nariz fuera. En ese momento vio una enorme sombra venir hacia él y un gran animal terrestre arrastrado por las aguas chocó contra su cabeza en el mismo desesperado intento por salvar la vida. El fuerte golpe empujó a Henry al fondo donde volvió a golpearse con la nave y a volver a salir. Con los pies se agarró como una pinza al armazón mientras chapoteaba. De nuevo el agua volvía a llegar al nivel de la nariz y Henry miraba al cielo para poder respirar.

Al final se sumergió y aguantó la respiración cuanto pudo mientras agitaba las manos fuera del agua. Y fue precisamente aquél gesto el que le salvó la vida. Empezó a perder fuerzas a medida que pasaban los segundos sin aire. La pinza de las piernas perdió fuerza y se soltó del armazón. Cuando ya los brazos se iban a sumergir su mano asió algo. Tardó unos segundos en asimilar la realidad. En parte por el atontamiento producido por la inminente llegada de la total pérdida de fuerza, y en parte por la incredulidad, pero al fin se dio cuenta, aquello a lo que estaba agarrado, fuera de toda duda, era una cuerda. Al fin sacó energía de la horrible idea de morir ahogado y tiró hacia arriba. Al tiempo que salía del agua tomó una interminable bocanada de aire y se agarró con la otra mano, aunque con menos seguridad debido a la herida. Así poco a poco, trepó por la soga al tiempo que tiraban de ella desde el otro lado.

La lluvia golpeaba con fuerza en la cara de Henry, mientras él aunaba en esfuerzos por poder subir. Sentía el dolor de la herida de la mano cada vez que se asía con ella a la cuerda para poder trepar un nuevo trecho. Arriba dos tormentas brutales se golpeaban entre ellas con increíbles descargas de truenos y relámpagos. Cada destello de luz, con cada fogonazo en el cielo, Henry veía recortada en lo alto una figura que tiraba de la cuerda. Dejó de subir y se limitó a mantenerse asido a la cuerda, lo que ya era más suficiente ante el increíble cansancio que azotaba el cuerpo de Henry. Al rato llegó al borde del desfiladero y una mano le cogió del brazo y tiró de él. Lo arrastró por el suelo un par de metro adentro y lo volteó boca arriba.

-Dios mío...está hecho polvo

-Joder, mírale los pantalones...

-¿Es lo que yo creo que es?

-Podría ser...

Y escuchando esto, Henry se desmayó.

Se despertó en una brillante mañana con el sol lamiendo su frente y cegando sus ojos. El aire era limpio, con olor a hierbas aromáticas. Estaba desnudo y tendido sobre un confortable camastro relleno de algo realmente mullido y cómodo. Se incorporó dándole la espalda al sol y miró la estancia. Se encontraba en una habitación bastante pequeña, con un gran ventanal a su espalda, con la cama pegada a la derecha, un par de sillas y varios objetos y muebles apilados a su izquierda. Fuese lo que fuese aquella habitación más bien parecía un trastero. Bajó de la cama y avanzó hacia la puerta. Estaba cerrada desde fuera. Al otro lado se escuchó una silla que caía y un fuerte golpe de algo pesado contra el suelo.

-¿Qué coño hacías para caerte de la silla?

-Se ha despertado Greg, he oído como intentaba abrir la puerta

-Corre a llamar a Shue

Se escucharon unos pasos corriendo.

-¡Abridme!- Increpó Henry que no entendía nada pero que sabía que siempre era mejor eso que estar en el fondo de un río. Miró la ventana y la vió sellada con cristal. Y no sería cristal normal. Si le habían encerrado allí era porque no había más salida que la puerta. De todos modos extendió la palma de la mano paralela al cristal y empezó a concentrarse. El cristal comenzó a temblar. En ese momento se abrió la puerta. Henry cesó.

Entro un hombre gordo y barbudo que llevaba las raídas ropas de Henry en la mano.

-Buenos días soldado

-¿Cómo sabe que soy soldado?- El gordo levantó los pantalones de Henry, con el distintivo ádahas.

-Queremos estar seguros de qué haces aquí con un uniforme tan viejo y anticuado. En otras circunstancias ya te habríamos matado.

Henry estalló de alegría al entender que estaba en Sía, que aquellos formaban parte seguramente del ejército de Prometeo y que de alguna forma podían ayudarle.
Aquel hombre era el llamado Shue. El interrogatorio duró varias horas en las cuales Henry no paraba de pedir ver a Daev y de explicar su situación frente a los ádahas. Se pasó también el tiempo explicando planes futuros de los ádahas y repitiendo que les ayudaría.
Shue al final le miró con incredulidad.

-¿Llevas mucho tiempo perdido, verdad?- Henry no lo había contado pero estimó que debía rondar el año.

-Creo que un año, ¿Por qué?

Shue bajó la mirada.
-Algo me dice que dices la verdad. Tras la muerte de Henry Hassman los ádahas al mando de ese tal Jihe nos destrozaron. Nuestro líder, Prometeo, enfermó, nos quedamos sin el brillante estratega y perdimos todas la batallas. Hace tres meses las tropas de los ádahas desembarcaron en Sía. Nuestros últimos reductos resisten ahora al otro lado del valle el avance del enemigo- Las lágrimas afloraban en los ojos- Por cierto, ¿cómo has dicho que te llamas?

-Henry...Henry Theis- Shue abrió los ojos y gritó que le trajeran una nave

-Demonios Henry...si es así ¡hay alguien que querrá verte!

Subieron a la nave y volaron en dirección al otro lado del valle. Mientras volaban Henry miraba con tristeza las decenas de ciudades destrozadas y desiertas abajo. Sintió pena por haber estado tanto tiempo lejos, al descuido de los planes que tan bien tenía trazados. Deseó que hubiera todavía la esperanzas de cambiar el inminente futuro que se cernía sobre Sía...de que nada estuviera decido ya y nada hubiera sido en vano...
Bueno bueno bueno, como ahora tenemos confianza puedo ser malvado. [666]

La primera parte me ha parecido confusa y demasiado normal para lo que nos tienes acostumbrados, querias acabar ya para empezar otra vez con la vida social de henry?

La segunda parte ya me ha parecido más afín a ti, más rápida y más interesante. Es más, es cuando la serie me ha vuelto a recordar a sus primeros capítulos, agiles y con mucho contenido, amen de transpirar una personalidad propia.

Un saludin demi!.
Asias ningu...te explico, lo de la subida del las aguas...hasta lo de la nave era parte del capítulo anterior, que me pareción mejor cortar y ponerlo en el siguiente...puede ser ese el contraste. No es que tuviera prisa por volver a la vida social de Henry pero tampoco podía estancaros ahí...

Mil gracias por los comentarios...ayudan más de lo que creeis
Originalmente enviado por Demiurgo
Asias ningu...te explico, lo de la subida del las aguas...hasta lo de la nave era parte del capítulo anterior, que me pareción mejor cortar y ponerlo en el siguiente...puede ser ese el contraste. No es que tuviera prisa por volver a la vida social de Henry pero tampoco podía estancaros ahí...

Mil gracias por los comentarios...ayudan más de lo que creeis


Sí, yo te aseguro que no me pierdo uno!, tienes un don... aunque eso ya lo sabes......;)
Olé esos bailes!. XD
Olé los bailes también por mi parte XD XD

El capítulo es un lujo..... un genial cambio de escenario.... aunque yo lo hubiese cortado en otro punto (cuando coge la cuerda o cuando se desamaya.... no se... eso ya es personal....)

Pero el capítulo es genial.... vuelve la acción en Sía.... temed!!... Henry ha vuelto!!
4 respuestas