Los muros de la soledad te impiden ver más allá del cenagal de tu alma.
Momentos sublimes reducidos al valor de unos minutos irrisorios.
Cuán hastía es la vida que te alberga después de tanta malicia....
Cuán hastía la sonrisa que oculta la pena del no arrepentimiento.
Curiosos los ojos anegados de oscuridad y odio implacables.
Falto de sosiego el corazón que no conoce más que la llama de la envidia.
Las manos sucias, ocultas en una chaqueta de espinas, y la boca, envenenada encierra palabras manchadas de sangre impura.