Hace tiempo comenzaron a amarillear las hojas del árbol que desde mi ventana se contempla y ahora caen silenciosas a la tierra baldía.
Hace tiempo que el sol se oculta frío y rojizo trás el mar y manda destellos de luz al agua y llena el cielo de ardientes colores.
Hace tiempo que la brisa fresca de la tarde pega en el cristal de mi ventana y entra furtiva por debajo de la puerta de mi habitación.
Y es que hace tiempo ya que el verano cerró sus puertas.
Cuando el sol, vehemente, se ocultaba tras la montaña.
Cuando las hojas del árbol frente a mi ventana brillaban con un verde intenso.
Cuando la brisa no era brisa, sino aire calmo y viciado. Y el viento no era viento, sino ráfagas de calor.
Cuando el amanecer besaba las montañas y tú a mi lado dejabas volar los ojos en el ir y venir de las olas.