Suena un piano
en la triste habitación,
entre hiedra que recubre
cada canto, cada rincón.
El agrio helor de invierno
entra por la ventana
cubriendo las teclas
del viejo instrumento,
que ya casi sin aliento,
poco a poco se desgrana.
Cada tecla que toco
es una tecla destruída,
cada melodía que creo
es una canción perdida.
Melodías difuminadas
en el viento por mis dedos,
fluyen por las oxidadas
teclas del piano viejo.
Lo poco ya que
de mi corazón queda
fluye con la melodía,
con esa canción vieja.
Por cada tecla raída
de cada viejo cordón,
cae un trozo de mi melodía,
cae un trozo de mi corazón.