A veces pienso que todo está bien tal y como está. Que sería más duro volver a aquellos tiempos donde estaban todos los que hoy ya no están, que aprender a vivir con la idea de que la vida sigue su curso, y que parte de ese camino consiste en perder gente por el camino. Al final, en eso consiste vivir.
También creo que esas ausencias y esa nostalgia no deberían paralizarnos, sino servirnos de impulso para vivir cada día con plenitud, en lugar de quedarnos atrapados en la tristeza de pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Porque, muchas veces, el pasado no fue tan perfecto como lo recordamos; somos nosotros quienes lo idealizamos, y quizá no nos gustaría tanto volver a él si lo viéramos con los ojos y la madurez que tenemos hoy.