Relato propio de ciencia ficción: La paradoja de Fermi

Hola a todos.
Me presento, soy un friki de la ciencia ficción, aunque todavía me queda bastante por leer del género. Además, ya he hecho mis pinitos como escritor, tengo publicadas una novela corta y una recopilación de relatos. Uno de esos relatos compitió en la convocatoria del Visiones 2017 de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, aunque no fue seleccionado.

Os dejo el relato dentro del spoiler:

La velada en la casa del rector estaba siendo perfecta. José Fernández, rector de la Universidad Popular, y Ana López, su actual pareja y decana de la facultad de filología de la UP, eran los anfitriones perfectos y habían preparado una cena deliciosa, a base de especialidades orientales. Ahora estaban en la fase de los postres y los licores donde la conversión era ya totalmente distendida. Francisco Pérez, el mejor físico teórico de España en la especialidad de teoría de cuerdas, había accedido a la invitación que José, antiguo compañero suyo de promoción, le había hecho. Al principio no tenía muchas ganas de asistir, debido a la depresión que arrastraba tras su divorcio. Viudo durante muchos años, al final se volvió a casar con una colega inglesa que conoció durante una estancia en Oxford hace cinco años. Tras un año de relación, se casaron y su tormentoso matrimonio duró tres años y medio, acabando en un divorcio conflictivo. Pero esta noche todas estas penalidades habían sido olvidadas y Francisco estaba feliz de poder conversar con sus amigos.
—Paco, dime ¿qué te parece esa nueva teoría que han publicado en Nature para explicar la paradoja de Fermi usando la teoría de cuerdas?
—¡Bah! Son argumentos ad hoc, indicando que vivimos en una burbuja espacio temporal donde ciertos parámetros se han escogido para justificar que estamos solos en el universo. No sé cómo ha pasado el filtro editorial, supongo que al ser uno de los autores John L. Blacksmith, catedrático de Física en Cambridge, ha ayudado mucho.
—Entonces, ¿es cierta o no? —Insistió José.
—Es difícil hacer predicciones usando la teoría de cuerdas que se puedan verificar experimentalmente, pero esto es ya una serie de argumentos numerológicos que convierten a la teoría de cuerdas en una especie de metafísica, o filosofía, en vez de ser una teoría física, lo que realmente es. —argumentó Francisco.
—De acuerdo, pero, ¿y tu opinión…?
—Opino que no vale un pimiento y que sigo sin comprender como la han publicado en Nature, como no sea por la fama de Blacksmith —concluyó Francisco.
—Bueno, vamos a hablar de algo más ligero —intervino Ana—. ¿Qué os parece que Pedro Mateo, el catedrático de alemán, se haya liado con su doctoranda que es treinta años más joven que él?
—Bueno, son los milagros de la viagra —contestó José.
—¡Ja, ja, ja! Por favor… en serio… —le replicó jocosamente Ana— ¡cómo sois los hombres!
Ninguno de los comensales era joven. José, Francisco y Ana estaban cerca de los cincuenta y cinco años y María, una profesora asociada compañera de Ana y que también había sido invitada a la cena, rondaba los cincuenta. José estaba completamente calvo y aunque Francisco conservaba casi todo su pelo, había pasado del castaño oscuro de su juventud al blanco de las canas. Ana y María se cuidaban bien, pero las alegrías y penas de sus vidas se reflejaban en las arrugas que se multiplicaban por sus caras.
—Paco, ¿quieres un poco más de este whiskey de malta tan bueno que tiene Pepe? —preguntó María con confianza.
—No, gracias María. No me encuentro bien, creo que no voy a tomar nada más…
En ese momento, Francisco se puso pálido y una mueca de dolor atenazó su rostro. Se agarró con fuerza el brazo izquierdo y lentamente se deslizó de la silla al suelo. Todos los demás se levantaron de sus sillas rápidamente y corrieron a atenderlo. José le desabrochó la camisa y procedió a realizarle un masaje cardiaco, mientras que Ana llamaba a urgencias. María estaba reclinada a su lado, llorando y tapándose la boca que exhalaba continuos gemidos.
Francisco observaba la escena desde otro ángulo. Su campo visual se estrechaba, ocupando la posición central el foco brillante que brillaba en el techo y que iluminaba su cabeza, apoyada boca arriba en el suelo. Los sonidos que le llegaban del mundo exterior, principalmente las voces de sus amigos, se iban amortiguando paulatinamente hasta que se hizo el silencio. Sus ojos fueron apagándose, y el punto central de luz que veía finalmente se desvaneció, haciéndose la oscuridad total.

Francisco abrió los ojos y de repente se dio cuenta de que podía pensar, de que no había muerto. “Bien, finalmente los médicos de urgencias pudieron salvarme, pero, ¿dónde estoy?” Pensó, y no le faltaba razón para preguntárselo, porque se encontraba en cualquier otro lugar menos en la cama de un hospital. Estaba tumbado boca arriba, sobre la arena, a la sombra de lo que parecía ser un cocotero, con el sol brillando y el sonido de las olas del mar rompiendo en la playa. Se incorporó y se dio cuenta de que estaba completamente desnudo, en un cuerpo más delgado y musculoso de lo que recordaba. La piel también parecía más tersa, como la de un hombre joven. De repente, un escalofrío le recorrió el cuerpo. “¿Y si no pudieron salvarme y estoy en el cielo?” Ese pensamiento, además de perturbador, le parecía sumamente vergonzoso, porque había vivido como un científico ateo y no esperaba ser salvado por ninguna deidad. Suponía que había sido enviado al paraíso, porque esa idílica playa no parecía, a priori, el escenario de ningún infierno sino más bien todo lo contrario.
Se puso de pie y empezó a recorrer la playa esperando encontrar una respuesta a ese misterio. Tras andar unos cientos de metros y atravesar un grupo de palmeras, vio un trozo de playa que había quedado oculto detrás del palmeral y al mirar allí su corazón le dio un vuelco. Había otra persona, una mujer, sentada en una tumbona, con gafas de sol y leyendo un libro, también sin bañador ni ninguna otra prenda. “Bueno, en el paraíso todo el mundo está desnudo, así que no me debo preocupar por abordar a alguien en una playa nudista”, se dijo para tomar ánimos y acercarse a la única persona que había en esa solitaria playa.
Sin embargo, cuando faltaban pocos metros para encontrarse con esa mujer, su corazón empezó a latir agitadamente. “No puede ser”, pensó. Finalmente se puso a su lado y preguntó:
—¿Marisa?
—Hola, Paco —le respondió la mujer, quitándose al mismo tiempo las gafas de sol.

Veinte años atrás Francisco era un brillante doctor en Física que había obtenido recientemente una plaza de profesor en la Universidad Popular. Sin embargo, Marisa, su mujer, se estaba muriendo de cáncer en una habitación de hospital y para él la vida había perdido todo el sentido.
—Paco, me duele, ¿le podrías pedir a la enfermera un poco más de calmante? —le pidió Marisa, tratando de no aparentar un dolor excesivo para no preocuparlo.
—Vale, tocaré el botón de aviso.
Cuando la enfermera le administró una nueva dosis, inyectándola en una bolsa con suero que colgaba al lado de la cama, la cara de Marisa se relajó. Siempre fue una mujer delgada, pero el tratamiento la había dejado en los huesos y su cuerpo ya estaba dando avisos de que la batalla estaba perdida.
—Paco, ahora que no me duele tanto, me gustaría decirte algo muy importante.
—Dime.
—Sé que has descuidado tus clases y tu investigación por atenderme. Te lo agradezco mucho, sin tu apoyo no habría llegado hasta aquí, me habría ido antes. Pero quiero que sepas que…
—Por favor —le interrumpió Paco— todavía te queda mucho por vivir, esto es solo una recaída…
—Eres muy malo mintiendo, pero no me importa. Te agradezco que a estas alturas me sigas animando, pero quiero decirte algo muy importante antes de que este sedada todo el tiempo y ya no pueda pensar claramente.
—Tienes que descansar…
—Déjame contártelo antes de que me duerma otra vez —insistió Marisa.
—De acuerdo.
—Quiero que, cuando yo me haya ido, vuelvas a retomar tu carrera. Eres un científico de primer nivel y te mereces el reconocimiento por tu investigación. Eso es lo primero. Lo segundo, es que todavía eres joven y no quiero que pases la vida solo, llevando flores a mi tumba. Lo nuestro ha sido muy bonito y no quiero que lo olvides, pero tienes que vivir tu vida después de que yo me haya ido…
—Por favor, no digas eso, sin ti no soy nada… —contestó Francisco llorando a mares.
—El calmante ya me está haciendo todo el efecto. Me duermo… —dijo Marisa mientras cerraba los ojos.
Marisa aguantó una semana más, pero ya no volvió a tener la mente lúcida como en esa ocasión. Se pasó la mayor parte del tiempo sedada, hasta que finalmente su corazón se paró.

Veinte años después la volvía a ver, tomando el sol en una playa desierta y desnuda. Esto era una prueba evidente de que había muerto y que había ido al cielo con ella, pero, ¿dónde estaba el ángel que le debía decir que se merecía este premio, en vez de enviarlo al infierno por ateo?
—¿Eres tú? —preguntó Francisco.
—Si te refieres a que sí soy la misma Marisa que murió en la cama del hospital, la respuesta es sí y no.
—¿A qué te refieres? —inquirió extrañado Francisco.
—Tengo todos sus recuerdos, incluidos los que no te contó, y además he incorporado sus conexiones sinápticas, su forma de pensar, en este cerebro nuevo. Pero yo soy algo más que Marisa.
—¿Quién eres entonces?
—Es un poco largo de explicar…
—Intenta resumirlo en una frase.
—Soy la entidad que creó y gestiona actualmente la burbuja espaciotemporal que llamáis universo y que está inmersa dentro de un conjunto infinito de burbujas llamado multiverso.
—Eres dios.
—Bueno, diosa. Paco, si no te has dado cuenta todavía, tengo tetas —contestó con una sonrisa la entidad que habitaba el cuerpo de Marisa.
—Ya lo veo —replicó Francisco con una sonrisa pícara en su rostro.
—¿Sorprendido? —preguntó Marisa.
—Un poco, la verdad es que el cielo se está modernizando y eso me gusta. La antigua versión con la bienvenida de la familia bien trajeada al final de un túnel oscuro ha dado paso al resort vacacional donde te espera el amor de tu vida.
—Ejem, Paco, la cosa es un poco más complicada… Yo no resucito a todo el mundo, en realidad solo te he resucitado a ti y a Marisa. No recolecto inteligencias introduciéndome directamente en el flujo espaciotemporal. Tengo un asociado, llamémosle Escatón, que hará eso al final de la vida de tu universo y las almacenará en una simulación para conservarlas por toda la eternidad, pero tú todavía no habías llegado a ese punto.
—No lo entiendo.
—Paco, en resumen, que no hay ni cielo ni infierno. Te he resucitado a ti y a Marisa porque tengo una tarea para los dos.
—Lo sabía, siempre hay truco —dijo Francisco, con fastidio.
Realmente la deidad había adoptado no solo el cuerpo de Marisa, sino también su forma de pensar y expresarse. Le mandó recolectar ramas secas de palmera para hacer un fuego mientras ella iba a pescar y todo lo dijo con las expresiones y tono que solía utilizar Marisa cuando le pedía que hiciera las tareas del hogar.
Mientras Marisa limpiaba el pescado le iba contando a Paco cosas del ajuste fino de determinadas constantes en la teoría de cuerdas que diera como resultado la aparición de vida en el universo. Se lo explicó en un lenguaje físico matemático que Francisco podía comprender y que estaba seguro de que la antigua Marisa ni conocía ni podría entenderlo. Ahí se convenció de que estaba hablando con la gran arquitecta que había diseñado y echado a andar el universo.
Mientras comían el pescado asado, a Francisco se le ocurrió hacer una pregunta que le estaba rondando la cabeza desde que empezó esta charla con Marisa.
—Dime, si elegiste las constantes universales de manera que fuera fácil la aparición de vida, ¿cómo es que todavía no hemos encontrado vida inteligente en el universo? Me refiero a los humanos, claro.
—Ah, la famosa paradoja de Fermi. Bueno, la cuestión no es fácil de responder. Las galaxias bullen de vida y de vida inteligente. En la nuestra, la Vía Láctea, también hay mucha vida. Además, en nuestro sistema solar, aparte de en la Tierra, hay vida en los océanos bajo el hielo de la luna Europa, que gira en torno a Júpiter, y en Encelado, una de las lunas heladas de Saturno, también bajo el hielo. Sin embargo, en la Vía Láctea, en este momento solo hay una especie inteligente viva, la nuestra, el ser humano.
—¿Por qué dices nuestra?
—Bueno, tengo los recuerdos y forma de pensar de Marisa, así que tiendo a pensar como una humana. ¿Te molesta?
—No, realmente no. Mientras ibas a pescar he pensado que era una suerte enorme que me hayas resucitado en un cuerpo joven y al lado del amor de mi vida, también joven y sana. Pero, ¿por qué lo has hecho?
—Como ya te he comentado, los humanos somos los únicos seres vivos inteligentes en la galaxia y eso es debido a una serie de hechos catastróficos, supernovas, bombardeo de materia oscura procedente del halo galáctico, etc. que dejó al final solo dos especies inteligentes vivas con capacidad para viajar entre las estrellas. El problema es que eran dos especies expansionistas con armas de destrucción masiva. Eliminaban a posibles competidoras, especies inteligentes con capacidad de poder explorar el espacio, y se acabaron eliminando entre sí. Por suerte, no llegaron a explorar nuestro sistema solar, ni nos descubrieron y nos escapamos de esta campaña de genocidio.
—¿Por qué no interviniste para evitarlo? —preguntó Francisco.
—No me suelo inmiscuir en asuntos locales, intragalácticos, aunque debido al grado de genocidio, de haberlo conocido a tiempo lo hubiera parado. Estaba ocupada trabajando en un quásar lejano y cuando volví a esta sección del universo el desastre ya había ocurrido.
—¿No ves simultáneamente el pasado, el presente y el futuro? —se extrañó Paco.
—Lo hago cuando trabajo a escalas del multiverso, es decir cuando estoy fuera de este universo. Sin embargo, cuando lo gestiono desde dentro, prefiero que me arrastre el flujo temporal. Sencillamente, es más divertido. ¿A qué te parece más interesante una novela cuando no sabes el final? La lees con más ganas. A mí también me pasa lo mismo cuando trabajo aquí dentro.
—Pero, ¿por qué me necesitas? ¿Y por qué has resucitado a Marisa también?
—Lo que ocurre es que, a nivel legal, esta galaxia se ha quedado sin dueños. Hay una especie de consenso diplomático en todo el universo que hace que las especies que puedan viajar entre las estrellas puedan gobernar y establecer instituciones de gobierno en las galaxias donde habiten. Las que no pueden viajar entre las estrellas, quedan como especies tuteladas, al cuidado de las otras. En casi todas las galaxias se acaba estableciendo una especie de ONU entre planetas, una institución pacífica que vela por la paz entre todas las especies.
—Pero no siempre.
—Así es, no siempre. Por eso hubo guerra en la Vía Láctea y por eso no detectáis vida inteligente. La que había se aniquiló mutuamente.
—Pero, eso, ¿en qué afecta a los humanos?
—Actualmente hay una expedición colonizadora procedente de la galaxia Andrómeda que está estableciendo agujeros de gusano y puestos de avanzada entre su galaxia y la nuestra. Llegarán a la Vía Láctea en unos pocos cientos de años. Una vez que se establezcan aquí, esta especie, cuyo nombre es impronunciable y no tiene traducción al lenguaje humano, serán de facto y de iure, los dueños de la galaxia.
—¿Son peligrosos?
—No, todo lo contrario. Son pacíficos y bienintencionados, sin embargo, para evitar las guerras en sus territorios, prohíben a sus especies tuteladas desarrollar el viaje interestelar.
—Ya veo. Un colonialismo pacífico, pero colonialismo, al fin y al cabo —sentención Francisco.
—No lo podrías definir mejor.
—Pero sigo sin ver que pintamos tú y yo en todo esto.
—Paco, tú vas a descubrir el viaje interestelar para la humanidad.
—Ya veo, me darás los planos de las naves y yo se los comunicaré al resto de la humanidad, como hizo Moisés con las tablas de la ley —respondió Francisco con desgana.
—Por desgracia no podemos hacer lo que sugieres. Me siento culpable por no haber impedido la guerra en la Vía Láctea. No obstante, el resto de inteligencias de este universo me tienen como una entidad pacífica, bondadosa y que no se inmiscuye en sus asuntos. Me consideran un asesor neutral y un árbitro de último recurso para grandes problemas. Si tomo abiertamente partido por los humanos perderé todo ese prestigio.
—Entonces, ¿qué vas a hacer?
—Simular que soy la mujer del mejor físico de todos los tiempos.
—No lo comprendo.
—No hace falta que lo hagas. El pescado ya me ha saciado el hambre, sin embargo, y tengo otros apetitos que alimentar de mi naturaleza humana.
Marisa se acercó lentamente a Francisco, lo miró con gran deseo y lo besó. Francisco la abrazó fuertemente y los dos acabaron rodando por la arena. Nada frenó su pasión y acabaron la noche durmiendo juntos, completamente relajados.

Mientras Francisco Pérez recibía un homenaje póstumo en la capilla ardiente que la Universidad Popular instaló en el rectorado, en la universidad de Berkeley, un joven llamado Frederick C. Heinlein se matriculaba en el doctorado de Física Teórica. Había accedido tras recibir las máximas calificaciones (ficticias todas ellas, al igual que su carnet de conducir y su identidad) en sus estudios de física de la UCLA. Cuando terminó de hacer los trámites, volvió a su apartamento alquilado, donde su novia Clarisse O´Hara lo esperaba con una tarta de manzana casera recién hecha.
—Se me hace raro ser una persona que no soy —dijo Frederick nada más llegar y tras darle un beso de saludo.
—Lo sé, cariño, pero hay mucho en juego.
—¿Es tarta de manzana? Te cojo un trozo.
—Usa un cuchillo, aquí tienes uno —dijo Clarisse mientras le daba uno con la punta redonda.
—¡¡Hum… riquísima!! ¿De verdad eres tú? Si no sabías cocinar…
—¡Chis! A partir de ahora tú serás Frederick y yo Clarisse, para siempre. Nuestras vidas anteriores no existen. Cuando la historia humana se examine en el futuro, no deben quedar dudas de este periodo. Nos jugamos mucho.
—Soy consciente de ello. ¿Te apetece…? Me había olvidado de lo que era ser joven de nuevo…
—Claro que sí… —respondió Clarisse con deseo—. Vayamos al dormitorio.
Para Frederick, lo malo de volver a hacer un doctorado era aparentar ser un joven ingenuo que no sabe nada y tiene que ir aprendiendo de su mentor todo lo relacionado con el mundo de la investigación. Sin embargo, la combinación de todos los conocimientos anteriores de Francisco en la joven mente de Frederick dio como resultado una tesis exitosa. Predijo una nueva partícula usando la teoría de cuerdas que fue descubierta en el CERN antes de acabar su tesis, la cual obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude. Ese mismo día, su director de tesis, el famoso físico Harold T. Timbaud, le dio la gran noticia:
—El rector me ha autorizado a decirte que en la próxima junta aprobarán una plaza de profesor para ti. Será un contrato temporal de tres años, pero si sigues con esta progresión en tu carrera en poco tiempo pasarás a ser personal permanente de esta universidad.
—Muchas gracias. Sin ti no habría llegado a donde estoy ahora —agradeció un emocionado Frederick.
—Tonterías, eras un diamante en bruto cuando te conocí. Solo he tenido que pulirte un poco.
Continuaron con la celebración todo el día y por la noche lo pasó en grande con Clarisse yendo a cenar al mejor restaurante de Berkeley. Durante la cena, Frederick habló en clave, no con Clarisse, sino con su alter ego, la diosa.
—Gracias por haber dejado que lo descubriera yo casi todo. Al principio pensaba que iba a ser solo un escriba de tus instrucciones, pero solo me has orientado muy sutilmente, aunque hay una cosa que no te he preguntado.
—Dime.
—¿Por qué dejaste que perdiera el tiempo con una resonancia que parecía ser una partícula y luego se demostró que no existía? Perdí un par de meses en ello.
—Perdóname. Es verdad que el éxito es todo tuyo, sin embargo, no podías hacerlo cien por cien perfecto, porque sería sospechoso.
—¿Para quién?
—Para mí —contestó en voz baja Clarisse.
—¿Por qué? —preguntó extrañado Frederick.
—Nunca te lo había dicho, pero cuando elegí este rumbo de acción, y creé estos dos cuerpos, borré todo recuerdo de este pequeño personal proyecto mío, en la mente de la diosa que está por ahí fuera, dirigiendo el universo.
—¿Puedes hacerlo? —preguntó extrañado Frederick.
—Sí, es un atributo que tenemos los de nuestra especie, poder elegir la amnesia perfecta.
—¿Vuestra especie? ¿Hay más como vosotros?
—Hay infinitos universos en el multiverso. ¿Creías que yo los gestionaba todos? Con uno ya tengo suficiente.
—Bueno, vamos a brindar por nosotros.
—Brindemos por nosotros y porque te den el premio Nobel —sugirió Clarisse.
—No adelantemos acontecimientos, pero brindemos, ¡salud!
—¡Salud!
Al final el premio Nobel llegó, tardó un poco más de lo esperado, pero Frederick era ya famoso por ser el científico que había enunciado la teoría del Todo en su forma canónica, la cual era usada por físicos de todo el mundo. Un Frederick ya cincuentón se dirigía junto con Clarisse al aeropuerto de Los Angeles para tomar el avión que llevaría a los dos a Estocolmo. Ambos se dirigían a la parada de taxis, bajo una lluvia torrencial, cuando Clarisse se resbaló y cayó. Frederick se volvió para ayudarla a ponerse en pie y cuando ambos reanudaron la marcha observaron cómo el único taxi de la parada había sido cogido por otra pareja y les tocó esperar cinco minutos más bajo la lluvia. Ya en el taxi, Clarisse volvió la cabeza hacia la izquierda al pasar por un cruce. Allí vio al taxi anterior subido en una acera tras colisionar con un autobús. “Bien, el sistema protector de peligros para él funciona perfectamente”, pensó Clarisse. A su lado, Frederick miraba la lluvia, ajeno a que estaba siendo protegido de los lances peligrosos de la vida por una especie de ángel de la guarda.
La ceremonia de entrega de los premios Nobel fue perfecta, pero esa noche el mundo de Frederick se derrumbó al volver al hotel.
—Clarisse, ¿has visto cómo me miraba la reina durante la cena de gala? —comentaba divertido Frederick— ¿Clarisse? ¿Me oyes?
—No vengas…
—¿Qué te pasa? —preguntó asustado Frederick mientras se dirigía al cuarto de baño.
—¡No entres!
Pero ya era tarde. Frederick entró y vio una escena dantesca. Clarisse arrodillada delante del wáter tras vomitar un montón de sangre. Se quedó en estado de shock, aunque en seguida se repuso y se inclinó para ayudarla.
—¡Vamos al hospital!
—No, por favor…
En el hospital de Estocolmo le dieron el fatídico diagnóstico: cáncer de estómago con metástasis por todo el tórax. Frederick se quedó allí los siguientes días mientras Clarisse se recuperaba con transfusiones de sangre. Cuando estuvo lo suficientemente recuperada, se atrevió a preguntar a su alter ego, la diosa, la pregunta que le corroía por dentro.
—No lo entiendo. Si resucitaste a Marisa, con todos sus recuerdos y ADN, ¿porque no eliminaste su tendencia a contraer cáncer?
—Bueno, es difícil de explicar —habló Clarisse lentamente con el somier de la cama semilevantado para poder estar sentada durante el día— pero el caso es que yo no debía estar viva para cuando llegaran los andromedanos. Así no se descubriría el engaño.
—Pero tú misma me has dicho que quedan cientos de años para que lleguen a la galaxia y desarrollar el viaje interestelar a partir de mi teoría me costará décadas y para entonces yo seré muy viejo, si no me muero antes. Entonces, ¿por qué?
—Siento dejarte solo, además tengo que decirte una cosa importante: No puedes morir hasta que desarrolles el viaje interestelar. Luego, serás liberado y podrás seguir tu propio destino. No te preocupes, con el tiempo acabarás entendiendo mis palabras y el porqué de mi decisión.

El segundo funeral se le hizo infinitamente más doloroso que el primero. Clarisse fue incinerada, a diferencia de Marisa, que seguía enterrada en el cementerio de La Almudena, en Madrid. Cuando abandonaba llorando el cementerio de Berkeley, una limusina aparcó delante de él. Un guardaespaldas se bajó por el lado opuesto y fue a abrir la puerta que estaba enfrente de él. A continuación, apareció el empresario más conocido de Estados Unidos, el magnate de los viajes espaciales, Thorsten Kilburn.
—Siento mucho su pérdida, profesor Heinlein —dijo Thorsten dándole la mano.
—Muchas gracias, señor Kilburn. Me ha sorprendido que haya venido al funeral, aunque es tarde, ya ha acabado.
—En realidad venía a verle a usted.
—¿Qué quiere de mí?
—Sabe que desarrollé los cohetes reutilizables para poder colonizar Marte y el resto del sistema solar, en lo cual estoy centrado ahora, pero quiero más. Mis científicos dicen que con su teoría se podría encontrar una forma de deformar el espacio tiempo para poder viajar más rápido a las estrellas.
—En principio, sí. Es mi principal línea de investigación ahora. Bueno, cuando retome de nuevo la investigación. Estoy en excedencia desde el diagnóstico de Clarisse.
—Eso es muy conveniente. Puede seguir en excedencia y venirse a trabajar conmigo.
—Tengo que pensármelo, porque ahora no deseo hacer nada. La vida ha perdido todo el sentido para mí.
—Lo comprendo. Pero mis científicos me han dado otra utilidad para su teoría. ¿Quiere saber cuál es?
—¿Qué utilidad?
—Podemos curar las células desde dentro, incluido el cáncer y hacer virtualmente inmortales a los humanos.
—¡¿Cómo?!
—En teoría se pueden abrir diminutos portales dentro de las células para matar a las cancerosas y modificar el ADN de las sanas.
—Es posible…
—Acompáñeme en mi visión de traer hoy a la humanidad la tecnología del mañana —declamó de forma grandilocuente Thorsten.
—Le responderé cuando acabe con todo esto del funeral y los trámites del fallecimiento de Clarisse.
—De acuerdo. Espero su respuesta.
El tener una nueva meta ayudó a Frederick a superar el duelo. Fue a trabajar a la sede central de las empresas Kilburn, en Seattle, donde fundó un excelente equipo para el desarrollo del viaje interestelar. También asesoraba al grupo de investigación en cáncer, que acabó teniendo éxito una década antes que el otro proyecto. Cuando el viaje interestelar fue una realidad, la humanidad ya disfrutaba de una salud perfecta. Frederick también, pero porque se cuidaba, no porque se hubiera sometido a ningún tratamiento, lo que se evidenciaba en como la vejez había hecho mella en su cuerpo.
El primer viaje interestelar de la humanidad se dirigió al planeta que orbitaba la estrella Próxima Centauri y que había sido estudiado por los astrónomos durante todo el siglo XXI. Aunque era habitable, no había desarrollado vida. El planeta estaba anclado gravitacionalmente a su estrella y en un hemisferio había un día perpetuo y en otro una noche perpetua y una fina atmósfera de nitrógeno y otros gases. En un principio se habitaría la zona crepuscular, entre el día y la noche, mientras se densificaba la atmósfera para comenzar la terraformación del planeta entero.
Además, Thorsten Kilburn inició una campaña para cambiar el nombre provisional del planeta, Próxima Centauri b, a planeta Frederick, en honor al descubridor del viaje interestelar y de la teoría del Todo. En diez años se estableció la primera colonia en el planeta Frederick con una población de diez mil habitantes.
Un envejecido Frederick, entró con andar pausado en las oficinas de Thorsten, en Seattle.
—¿Qué tal viejo amigo? Te veo bien, pese a no haberte sometido a ningún tratamiento rejuvenecedor —comentó un jovencísimo Thorsten al venerable anciano que tenía delante suya.
—Bueno, sigo practicando ejercicio, comiendo fruta y en el último chequeo médico me han dicho que estoy bien, para mi edad. No sin antes intentar venderme un tratamiento rejuvenecedor.
—La verdad es que te da un porte distinguido, como un sabio de la antigüedad. Pero ya en serio, ¿sabes que estás eligiendo el suicidio por senescencia? —preguntó Thorsten con tono triste.
—Hemos tenido esta conversación muchas veces. Como ya te he explicado en otras ocasiones, sin Clarisse a mi lado, no deseo vivir una vida eterna.
—Bueno, perdóname por insistir. ¿Qué te trae en esta ocasión a mis oficinas? Me has pillado de casualidad, mañana parto a Marte y quizás viaje una temporada a Ganimedes y ya estoy preparando mi viaje al planeta Frederick.
—Te dije que no le dieras ese nombre, pero te encabezonaste…
—Te lo mereces.
—Pues bien, con respecto al planeta Frederick quería hablarte. Deseo viajar allí y establecerme como colono, para terminar mis días allí.
—En principio solo enviamos colonizadores jóvenes, pero si este es tu deseo, por supuesto que se te concederá. Aunque tengo que advertirte: las condiciones de Frederick son más duras que las de la Tierra. No podrás salir de la cúpula presurizada sin usar un traje espacial.
—No me importa. Seguro que me adapto pronto.
Los habitantes de la ciudad de Nueva Tierra le tenían un respeto reverencial a la única persona anciana que se encontraba entre ellos y más si era un científico de renombre a la misma altura que Galileo, Newton y Einstein. Por eso, cuando Frederick pasó por el control de entrada con su traje espacial puesto, nadie se opuso a sus deseos de dar un paseo afuera de la cúpula.
—Que tenga un buen día, profesor Heinlein. Se prevén vientos suaves y constantes durante las próximas diez horas —anunció el oficial al mando.
—Gracias, volveré pronto —comentó un afable Frederick.
Salió a dar un paseo por su camino habitual, siguiendo una escorrentía formada por la fusión del hielo del lado nocturno. Llegó a la roca donde siempre se paraba a descansar y se sentó. En ese sitio, tan especial para Frederick, el enorme sol rojo estaba parcialmente tapado por el horizonte de un valle, lo cual le daba el aspecto de un eterno crepúsculo. Allí rememoró un momento especial de su antigua vida, cuando era Francisco y estaba casado con Marisa. Recordaba una puesta de sol en la playa de Mazagón, con un sol más pequeño y brillante, sentados en la arena y besándose mutuamente. Francisco pensó “Marisa, ¡cuánto te echo de menos!” y en ese instante su corazón se paró. Al día siguiente, el grupo de rescate se encontró a Frederick sentado en la roca con el casco rozando su pecho, como si estuviera durmiendo.

Doscientos treinta y siete años después, los andromedanos llegaron al sector de la galaxia controlado por los humanos. Aunque fueron siempre muy pacíficos en sus contactos con los humanos, decidieron plantear una querella por el control político de la Vía Láctea. Thorsten Kilburn fue elegido embajador y representante de los humanos, ante la sesión que se llevó a cabo ante el gestor del universo y representantes de otras galaxias.
El gestor del universo se presentaba como una esfera luminiscente que hablaba directamente en los altavoces de los cascos de los participantes en sus respectivos idiomas maternos. Thorsten esperaba ansioso en la gran sala de la nave exploradora de los andromedanos, donde se celebraba la sesión que decidiría el futuro de la Vía Láctea. Nunca pensó que llegaría a estar frente a frente con el ser que había creado el universo y lo gestionaba, es decir el ser supremo. Tras escuchar a las partes, la esfera que representaba al creador emitió su veredicto.
—Tras analizar los acontecimientos históricos pasados, no he visto ninguna inconsistencia en los hechos planteados por ambas partes. Los humanos viajaron a Próxima Centauri seis años antes de que los andromedanos llegaran a la primera estrella que colonizaron en esta galaxia. Además, está demostrado que los humanos descubrieron el viaje interestelar por sí mismos, con la teoría de Frederick C. Heinlein y los prototipos desarrollados por la compañía de Thorsten Kilburn, sin contacto alguno con ninguna otra especie del universo. Es lógico concluir que los humanos son los gestores de esta galaxia, aunque los andromedanos conservarán las colonias establecidas antes del contacto entre ambas especies. Sin embargo, no podrán establecerse en nuevas colonias, ni seguir viajando por el resto de la galaxia sin el permiso expreso de la especie humana. Esta es mi decisión.
Thorsten estaba aliviado por el veredicto, ojalá su amigo Frederick lo hubiera visto. Sin darse cuenta, la esfera se acercó a él.
—Embajador Kilburn, aunque he visto al físico Heinlein en imágenes del pasado, me hubiera gustado mucho interactuar con él en persona. Qué pena que no decidiera extender su vida, pese a tener la posibilidad.
—Así es. Era un gran amigo y siempre lo echaré de menos. Muchas gracias por el veredicto.
—El caso estaba claro. Tienen todo el derecho a gestionar esta galaxia, pero con la enorme responsabilidad de respetar todas las formas de vida que descubran en ésta.
—Así lo haremos —contestó Thorsten, mientras, la esfera ya se estaba dirigiendo al grupo de los andromedanos.

El universo que contenía a la Vía Láctea continuó su expansión por muchos eones. Cuando solo quedaban fotones aislados, neutrinos y algunos pocos electrones en un inmenso mar de oscuridad, el gestor se pasó por allí y vio que ya no quedaba ninguna inteligencia viva. Era hora de desmantelar el universo, pero antes de eso debía llamar a su asociado, Escatón, para que lo recorriera desde el presente al más lejano pasado, para recolectar todas las inteligencias que pudiera y llevarlas a su propia simulación. Lo que ocurría en dicha simulación, ninguna de las otras entidades que gestionaban el resto de universos lo sabía. En ese momento, saltó una alarma interna. Ante el gestor se desplegó una orden para recolectar dos inteligencias en concreto, antes de que Escatón empezara con su trabajo. “¿Qué cosa más rara? ¿Por qué tendré esta orden archivada tanto tiempo?”
Otra vez Francisco/Frederick se despertó en la misma playa desierta, aunque esta vez no le sorprendió tanto, casi se lo esperaba. Por suerte, el sol volvía a tener el mismo aspecto que el terrestre, no le gustaba mucho el enorme sol rojo de Próxima Centauri. Recorrió el mismo camino que la primera vez y allí estaba Marisa/Clarisse hablando con una esfera luminiscente.
—Hola, Paco —le saludó Marisa— estaba poniéndome al día a mí misma sobre nosotros y porqué me había borrado la memoria.
—Es un placer conocerle en persona —contestó la esfera— aunque tuviese mi ayuda, realmente es un gran físico y merecía ser el descubridor de la teoría del Todo por méritos propios.
—Gracias, aunque me hubieran faltado años de mi primera vida. Fue una suerte que me la extendiera, la lástima es que tuviera que ver como Marisa volvía a morir de cáncer por segunda vez.
—Perdona por no decirte que volveríamos a resucitar de nuevo —se disculpó Marisa—. Quería que pensaras que esa segunda vez era realmente la última para que así tomaras la decisión correcta.
—Así fue. Sin ti no quería seguir viviendo. También me di cuenta años más tarde, de que una vez establecido el viaje interestelar era mejor que no siguiera vivo para cuando llegaran los andromedanos y se investigase el descubrimiento del viaje interestelar.
—Gracias, Paco. ¿Qué te parece este planeta? Lo tenemos para nosotros solos. Aquí, la esfera ha creado un universo de bolsillo con un único sol y este planeta, para que lo repoblemos en plan Adán y Eva.
—¿Y el resto de nuestros seres queridos? —preguntó Francisco.
—Bueno… Existe una entidad llamada Escatón con su propia simulación, a la cual lleva todas las almas. Nadie sabe si es una simulación buena o mala o si solo es un inmenso archivador donde mantener congeladas nuestras mentes, cual copia de seguridad. Ni yo misma lo sé. Así que, para no arriesgarnos, aquí la esfera y yo hemos decidido que lo mejor es un comienzo desde cero en este planeta.
—En fin, algo es algo, ¿esta vez te volverás morir de cáncer?
—¡No! Seremos jóvenes por muchas décadas y viviremos varios siglos. Además, nuestras almas quedarán almacenadas en este universo, porque, al fin y al cabo, esto es un asunto al margen de Escatón.
—Me estoy acostumbrando a los chanchullos con los dioses —contestó alegre Paco—. Por mí, vale.
—Este será el último —dijo Marisa con cara de felicidad para, a continuación, besar apasionadamente a Francisco.
@kaluza5 pues tengo que decirte que me ha gustado. A mi tambien me mola mucho la ciencia ficción y he leido mucho, y esta muy bien.. Sigue asi y ánimo.
kaluza5 escribió:La velada en la casa del rector estaba siendo perfecta. José Fernández, rector de la Universidad Popular, y Ana López, su actual pareja y decana de la facultad de filología de la UP, eran los anfitriones perfectos y habían preparado una cena deliciosa, a base de especialidades orientales. Ahora estaban en la fase de los postres y los licores donde la conversación era ya totalmente distendida. Francisco Pérez, el mejor físico teórico de España en la especialidad de teoría de cuerdas, había accedido a la invitación que José, antiguo compañero suyo de promoción, le había hecho. Al principio no tenía muchas ganas de asistir, debido a la depresión que arrastraba tras su divorcio. Viudo durante muchos años, al final se volvió a casar con una colega inglesa que conoció durante una estancia en Oxford hace cinco años. Tras un año de relación, se casaron y su tormentoso matrimonio duró tres años y medio, acabando en un divorcio conflictivo. Pero esta noche todas estas penalidades habían sido olvidadas y Francisco estaba feliz de poder conversar con sus amigos.


El inicio es un batiburrillo que cuesta arrancar al relato, y eso no es bueno para tu texto. Cuando he acabado el párrafo ya no sabía quién era quién. Demasiada información para querer meter en poco espacio. ¿Hacen falta los apellidos? Si es así, que sean menos convencionales, todos acaban en -ez y provocan equivocación mental. ¿Hacen falta los títulos y universidades?
Te coloreo la repetición de palabras muy seguida que hace al texto aún más lento.
Te he corregido "conversación" que se te había colado.

kaluza5 escribió:—Paco, dime ¿qué te parece esa nueva teoría que han publicado en Nature para explicar la paradoja de Fermi usando la teoría de cuerdas?
—¡Bah! Son argumentos ad hoc, indicando que vivimos en una burbuja espacio temporal donde ciertos parámetros se han escogido para justificar que estamos solos en el universo. No sé cómo ha pasado el filtro editorial, supongo que al ser uno de los autores John L. Blacksmith, catedrático de Física en Cambridge, ha ayudado mucho.
—Entonces, ¿es cierta o no? —insistió José.
—Es difícil hacer predicciones usando la teoría de cuerdas que se puedan verificar experimentalmente, pero esto es ya una serie de argumentos numerológicos que convierten a la teoría de cuerdas en una especie de metafísica, o filosofía, en vez de ser una teoría física, lo que realmente es —argumentó Francisco.

Sé que Francisco es Paco, pero marea un poco que lo introduzcas como el primero y luego lo oigamos como el segundo.
Más abajo vuelves a llamarle Francisco... Yo dejaría un único término.
En "Insisitió José" lo cambio a minúsculas.
En la última frase te quito el punto tras "realmente es."


kaluza5 escribió:—De acuerdo, pero, ¿y tu opinión…?
—Opino que no vale un pimiento y que sigo sin comprender como la han publicado en Nature, como no sea por la fama de Blacksmith —concluyó Francisco.
—Bueno, vamos a hablar de algo más ligero —intervino Ana—. ¿Qué os parece que Pedro Mateo, el catedrático de alemán, se haya liado con su doctoranda que es treinta años más joven que él?
—Bueno, son los milagros de la viagra —contestó José.
—¡Ja, ja, ja! Por favor… en serio… —le replicó jocosamente Ana— ¡cómo sois los hombres!

Creo que el "jajaja" debería traducirse como una accción, en plan:
—Bueno, son los milagros de la viagra —contestó José.
Ana no pudo evitar una risa forzada.
—Por favor… en serio… —le replicó jocosamente Ana—[...]


kaluza5 escribió:Ninguno de los comensales era joven. José, Francisco y Ana estaban cerca de los cincuenta y cinco años y María, una profesora asociada compañera de Ana y que también había sido invitada a la cena, rondaba los cincuenta.

¡Error!
En mi cabeza se han puesto a cenar en una mesa el matrimonio y su amigo... y de repente ahora aparece en escena alguien más! ¡Pero que ya estaba allí! Esto no lo debes hacer; si los has presentado al inicio, allí deben estar todos, a menos que aparezca ahora llamando a la puerta, pero es un caso distinto.

kaluza5 escribió:José estaba completamente calvo y aunque Francisco conservaba casi todo su pelo, había pasado del castaño oscuro de su juventud al blanco de las canas. Ana y María se cuidaban bien, pero las alegrías y penas de sus vidas se reflejaban en las arrugas que se multiplicaban por sus caras.
—Paco, ¿quieres un poco más de este whiskey de malta tan bueno que tiene Pepe? —preguntó María con confianza.
—No, gracias María. No me encuentro bien, creo que no voy a tomar nada más…

Ahora aparece Pepe.. lo dicho con Paco, yo mantendría un único nombre.
A mi gusto quedaría mejor que hubiera una acción que sirviera de anticipación a los diálogos, algo así:
María cogió la botella de whiskey y la agitó en el aire haciéndola danzar ante los mirada vidriosa de Paco.
—Paco, ¿quieres un poco más de esta cosa tan rica?




kaluza5 escribió:En ese momento, Francisco se puso pálido y una mueca de dolor atenazó su rostro. Se agarró con fuerza el brazo izquierdo y lentamente se deslizó de la silla al suelo. Todos los demás se levantaron de sus sillas rápidamente y corrieron a atenderlo. José le desabrochó la camisa y procedió a realizarle un masaje cardíaco, mientras que Ana llamaba a urgencias. María estaba reclinada a su lado, llorando y tapándose la boca que exhalaba continuos gemidos.
Francisco observaba la escena desde otro ángulo. Su campo visual se estrechaba, ocupando la posición central el foco brillante que brillaba en el techo y que iluminaba su cabeza, apoyada boca arriba en el suelo. Los sonidos que le llegaban del mundo exterior, principalmente las voces de sus amigos, se iban amortiguando paulatinamente hasta que se hizo el silencio. Sus ojos fueron apagándose, y el punto central de luz que veía finalmente se desvaneció, haciéndose la oscuridad total.

Francisco abrió los ojos y de repente se dio cuenta de que podía pensar, de que no había muerto. <<Bien, finalmente los médicos de urgencias pudieron salvarme, pero, ¿dónde estoy?>> pensó, y no le faltaba razón para preguntárselo, porque se encontraba en cualquier otro lugar menos en la cama de un hospital. Estaba tumbado boca arriba, sobre la arena, a la sombra de lo que parecía ser un cocotero, con el sol brillando y el sonido de las olas del mar rompiendo en la playa. Se incorporó y se dio cuenta de que estaba completamente desnudo, en un cuerpo más delgado y musculoso de lo que recordaba. La piel también parecía más tersa, como la de un hombre joven. De repente, un escalofrío le recorrió el cuerpo. <<¿Y si no pudieron salvarme y estoy en el cielo?>> . Ese pensamiento, además de perturbador, le parecía sumamente vergonzoso, porque había vivido como un científico ateo y no esperaba ser salvado por ninguna deidad. Suponía que había sido enviado al paraíso, porque esa idílica playa no parecía, a priori, el escenario de ningún infierno sino más bien todo lo contrario.
Se puso de pie y empezó a recorrer la playa esperando encontrar una respuesta a ese misterio. Tras andar unos cientos de metros y atravesar un grupo de palmeras, vio un trozo de playa que había quedado oculto detrás del palmeral y al mirar allí su corazón le dio un vuelco. Había otra persona, una mujer, sentada en una tumbona, con gafas de sol y leyendo un libro, también sin bañador ni ninguna otra prenda. <<Bueno, en el paraíso todo el mundo está desnudo, así que no me debo preocupar por abordar a alguien en una playa nudista>> , se dijo para tomar ánimos y acercarse a la única persona que había en esa solitaria playa.
Sin embargo, cuando faltaban pocos metros para encontrarse con esa mujer, su corazón empezó a latir agitadamente. <<No puede ser>>, pensó. Finalmente se puso a su lado y preguntó:
—¿Marisa?
—Hola, Paco —le respondió la mujer, quitándose al mismo tiempo las gafas de sol.

Correcciones en negrita y cursiva.
Repeticiones en colores.
Corregido el uso de las dobles comillas.

kaluza5 escribió:Veinte años atrás Francisco era un brillante doctor en Física que había obtenido recientemente una plaza de profesor en la Universidad Popular. Sin embargo, Marisa, su mujer, se estaba muriendo de cáncer en una habitación de hospital y para él la vida había perdido todo el sentido.
—Paco, me duele, ¿le podrías pedir a la enfermera un poco más de calmante? —le pidió Marisa, tratando de no aparentar un dolor excesivo para no preocuparle.
—Vale, tocaré el botón de aviso.
Cuando la enfermera le administró una nueva dosis, inyectándola en una bolsa con suero que colgaba al lado de la cama, la cara de Marisa se relajó. Siempre fue una mujer delgada, pero el tratamiento le había dejado en los huesos y su cuerpo ya estaba dando avisos de que la batalla estaba perdida.
—Paco, ahora que no me duele tanto, me gustaría decirte algo muy importante.
—Dime.
—Sé que has descuidado tus clases y tu investigación por atenderme. Te lo agradezco mucho, sin tu apoyo no habría llegado hasta aquí, me habría ido antes. Pero quiero que sepas que…
—Por favor —le interrumpió Paco— todavía te queda mucho por vivir, esto es solo una recaída…
—Eres muy malo mintiendo, pero no me importa. Te agradezco que a estas alturas me sigas animando, pero quiero decirte algo muy importante antes de que esté sedada todo el tiempo y ya no pueda pensar claramente.
—Tienes que descansar…
—Déjame contártelo antes de que me duerma otra vez —insistió Marisa.
—De acuerdo.
—Quiero que, cuando yo me haya ido, vuelvas a retomar tu carrera. Eres un científico de primer nivel y te mereces el reconocimiento por tu investigación. Eso es lo primero. Lo segundo, es que todavía eres joven y no quiero que pases la vida solo, llevando flores a mi tumba. Lo nuestro ha sido muy bonito y no quiero que lo olvides, pero tienes que vivir tu vida después de que yo me haya ido…
—Por favor, no digas eso, sin ti no soy nada… —contestó Francisco llorando a mares.
—El calmante ya me está haciendo todo el efecto. Me duermo… —dijo Marisa mientras cerraba los ojos.
Marisa aguantó una semana más, pero ya no volvió a tener la mente lúcida como en esa ocasión. Se pasó la mayor parte del tiempo sedada, hasta que finalmente su corazón se paró.

Repeticiones en colores.
Correcciones en negrita y cursiva.
Lo dicho: revisa el uso de Francisco/Paco


kaluza5 escribió:Veinte años después la volvía a ver, tomando el sol en una playa desierta y desnuda. Esto era una prueba evidente de que había muerto y que había ido al cielo con ella, pero, ¿dónde estaba el ángel que le debía decir que se merecía este premio, en vez de enviarlo al infierno por ateo?
—¿Eres tú? —preguntó Francisco.
—Si te refieres a que si soy la misma Marisa que murió en la cama del hospital, la respuesta es sí y no.
—¿A qué te refieres? —inquirió extrañado Francisco.

No te vuelvas loco evitando el "dijo", al final suena más raro "inquirió" que "dijo". Y tampoco hace falta que acotes cada frase, si el personaje dice "¿Eres tú?" ya sabemos que está preguntando Francisco, o lo quitas, o lo adornas con una descripción de su cara, su reacción, algo.

kaluza5 escribió:—Tengo todos sus recuerdos, incluidos los que no te contó, y además he incorporado sus conexiones sinápticas, su forma de pensar, en este cerebro nuevo. Pero yo soy algo más que Marisa.
—¿Quién eres entonces?
—Es un poco largo de explicar…
—Intenta resumirlo en una frase.
—Soy la entidad que creó y gestiona actualmente la burbuja espaciotemporal que llamáis universo y que está inmersa dentro de un conjunto infinito de burbujas llamado multiverso.
—Eres dios.
—Bueno, diosa. Paco, si no te has dado cuenta todavía, tengo tetas —contestó con una sonrisa la entidad que habitaba el cuerpo de Marisa.
—Ya lo veo —replicó Francisco con una sonrisa pícara en su rostro.
—¿Sorprendido? —preguntó Marisa.
—Un poco, la verdad es que el cielo se está modernizando y eso me gusta. La antigua versión con la bienvenida de la familia bien trajeada al final de un túnel oscuro ha dado paso al resort vacacional donde te espera el amor de tu vida.
—Ejem, Paco, la cosa es un poco más complicada… Yo no resucito a todo el mundo, en realidad solo te he resucitado a ti y a Marisa. No recolecto inteligencias introduciéndome directamente en el flujo espaciotemporal. Tengo un asociado, llamémosle Escatón, que hará eso al final de la vida de tu universo y las almacenará en una simulación para conservarlas por toda la eternidad, pero tú todavía no habías llegado a ese punto.
—No lo entiendo.
—Paco, en resumen, que no hay ni cielo ni infierno. Te he resucitado a ti y a Marisa porque tengo una tarea para los dos.
—Lo sabía, siempre hay truco —dijo Francisco, con fastidio.

Justo hice la corrección de los diálogos antes, y justo ahora parece que me hubieras leído. Mucho más fluido el diálogo, mucho mejor.
Quizá "dios" debiera escribirse como "Dios". No estoy seguro.

kaluza5 escribió:Realmente la deidad había adoptado no solo el cuerpo de Marisa, sino también su forma de pensar y expresarse. Le mandó recolectar ramas secas de palmera para hacer un fuego mientras ella iba a pescar y todo lo dijo con las expresiones y tono que solía utilizar Marisa cuando le pedía que hiciera las tareas del hogar.
Mientras Marisa limpiaba el pescado le iba contando a Paco cosas del ajuste fino de determinadas constantes en la teoría de cuerdas que diera como resultado la aparición de vida en el universo. Se lo explicó en un lenguaje físico matemático que Francisco podía comprender y que estaba seguro de que la antigua Marisa ni conocía ni podría entenderlo. Ahí se convenció de que estaba hablando con la gran arquitecta que había diseñado y echado a andar el universo.
Mientras comían el pescado asado, a Francisco se le ocurrió hacer una pregunta que le estaba rondando la cabeza desde que empezó esta charla con Marisa.
—Dime, si elegiste las constantes universales de manera que fuera fácil la aparición de vida, ¿cómo es que todavía no hemos encontrado vida inteligente en el universo? Me refiero a los humanos, claro.
—Ah, la famosa paradoja de Fermi. Bueno, la cuestión no es fácil de responder. Las galaxias bullen de vida y de vida inteligente. En la nuestra, la Vía Láctea, también hay mucha vida. Además, en nuestro sistema solar, aparte de en la Tierra, hay vida en los océanos bajo el hielo de la luna Europa, que gira en torno a Júpiter, y en Encelado, una de las lunas heladas de Saturno, también bajo el hielo. Sin embargo, en la Vía Láctea, en este momento solo hay una especie inteligente vida, la nuestra, el ser humano.
—¿Por qué dices nuestra?
—Bueno, tengo los recuerdos y forma de pensar de Marisa, así que tiendo a pensar como una humana. ¿Te molesta?
—No, realmente no. Mientras ibas a pescar he pensado que era una suerte enorme que me hayas resucitado en un cuerpo joven y al lado del amor de mi vida, también joven y sana. Pero, ¿por qué lo has hecho?
—Como ya te he comentado, los humanos somos los únicos seres vivos inteligentes en la galaxia y eso es debido a una serie de hechos catastróficos, supernovas, bombardeo de materia oscura procedente del halo galáctico, etc. que dejó al final solo dos especies inteligentes vivas con capacidad para viajar entre las estrellas. El problema es que eran dos especies expansionistas con armas de destrucción masiva. Eliminaban a posibles competidoras, especies inteligentes con capacidad de poder explorar el espacio, y se acabaron eliminando entre sí. Por suerte, no llegaron a explorar nuestro sistema solar, ni nos descubrieron y nos escapamos de esta campaña de genocidio.
—¿Por qué no interviniste para evitarlo? —preguntó Francisco.
—No me suelo inmiscuir en asuntos locales, intragalácticos, aunque debido al grado de genocidio, de haberlo conocido a tiempo lo hubiera parado. Estaba ocupada trabajando en un quásar lejano y cuando volví a esta sección del universo el desastre ya había ocurrido.
—¿No ves simultáneamente el pasado, el presente y el futuro? —se extrañó Paco.
—Lo hago cuando trabajo a escalas del multiverso, es decir cuando estoy fuera de este universo. Sin embargo, cuando lo gestiono desde dentro, prefiero que me arrastre el flujo temporal. Sencillamente, es más divertido. ¿A qué te parece más interesante una novela cuando no sabes el final? La lees con más ganas. A mí también me pasa lo mismo cuando trabajo aquí dentro.
—Pero, ¿por qué me necesitas? ¿Y por qué has resucitado a Marisa también?
—Lo que ocurre es que, a nivel legal, esta galaxia se ha quedado sin dueños. Hay una especie de consenso diplomático en todo el universo que hace que las especies que puedan viajar entre las estrellas puedan gobernar y establecer instituciones de gobierno en las galaxias donde habiten. Las que no pueden viajar entre las estrellas, quedan como especies tuteladas, al cuidado de las otras. En casi todas las galaxias se acaba estableciendo una especie de ONU entre planetas, una institución pacífica que vela por la paz entre todas las especies.
—Pero no siempre.
—Así es, no siempre. Por eso hubo guerra en la Vía Láctea y por eso no detectáis vida inteligente. La que había se aniquiló mutuamente.
—Pero, eso, ¿en qué afecta a los humanos?
—Actualmente hay una expedición colonizadora procedente de la galaxia Andrómeda que está estableciendo agujeros de gusano y puestos de avanzada entre su galaxia y la nuestra. Llegarán a la Vía Láctea en unos pocos cientos de años. Una vez que se establezcan aquí, esta especie, cuyo nombre es impronunciable y no tiene traducción al lenguaje humano, serán de facto y de iure, los dueños de la galaxia.
—¿Son peligrosos?
—No, todo lo contrario. Son pacíficos y bienintencionados, sin embargo, para evitar las guerras en sus territorios, prohíben a sus especies tuteladas desarrollar el viaje interestelar.
—Ya veo. Un colonialismo pacífico, pero colonialismo, al fin y al cabo —sentenció Francisco.
—No lo podrías definir mejor.
—Pero sigo sin ver que pintamos tú y yo en todo esto.
—Paco, tú vas a descubrir el viaje interestelar para la humanidad.
—Ya veo, me darás los planos de las naves y yo se los comunicaré al resto de la humanidad, como hizo Moisés con las tablas de la ley —respondió Francisco con desgana.
—Por desgracia no podemos hacer lo que sugieres. Me siento culpable por no haber impedido la guerra en la Vía Láctea. No obstante, el resto de inteligencias de este universo me tienen como una entidad pacífica, bondadosa y que no se inmiscuye en sus asuntos. Me consideran un asesor neutral y un árbitro de último recurso para grandes problemas. Si tomo abiertamente partido por los humanos perderé todo ese prestigio.
—Entonces, ¿qué vas a hacer?
—Simular que soy la mujer del mejor físico de todos los tiempos.
—No lo comprendo.
—No hace falta que lo hagas. El pescado ya me ha saciado el hambre, sin embargo, y tengo otros apetitos que alimentar de mi naturaleza humana.

Revisa esta última frase porque está mal escrita. supongo que será "y sin embargo".

kaluza5 escribió:Marisa se acercó lentamente a Francisco, le miró con gran deseo y b]le[/b]besó. Francisco la abrazó fuertemente y los dos acabaron rodando por la arena. Nada frenó su pasión y acabaron la noche durmiendo juntos, completamente relajados.

Creo que se hace loísmo, pero me cuesta a veces diferenciarlo porque yo mismo lo hago también.

kaluza5 escribió:Mientras Francisco Pérez recibía un homenaje póstumo en la capilla ardiente que la Universidad Popular instaló en el rectorado, en la universidad de Berkeley, un joven llamado Frederick C. Heinlein se matriculaba en el doctorado de Física Teórica. Había accedido tras recibir las máximas calificaciones (ficticias todas ellas, al igual que su carnet de conducir y su identidad) en sus estudios de física de la UCLA. Cuando terminó de hacer los trámites, volvió a su apartamento alquilado, donde su novia Clarisse O´Hara lo esperaba con una tarta de manzana casera recién hecha.
—Se me hace raro ser una persona que no soy —dijo Frederick nada más llegar y tras darle un beso de saludo.
—Lo sé, cariño, pero hay mucho en juego.
—¿Es tarta de manzana? Te cojo un trozo.
—Usa un cuchillo, aquí tienes uno —dijo Clarisse mientras le daba uno con la punta redonda.
—¡¡Hum… riquísima!! ¿De verdad eres tú? Si no sabías cocinar…
—¡Chis! A partir de ahora tú serás Frederick y yo Clarisse, para siempre. Nuestras vidas anteriores no existen. Cuando la historia humana se examine en el futuro, no deben quedar dudas de este periodo. Nos jugamos mucho.
—Soy consciente de ello. ¿Te apetece…? Me había olvidado de lo que era ser joven de nuevo…
—Claro que sí… —respondió Clarisse con deseo—. Vayamos al dormitorio.
AQUÍ UN SALTO DE PÁRRAFO
Para Frederick, lo malo de volver a hacer un doctorado era aparentar ser un joven ingenuo que no sabe nada y tiene que ir aprendiendo de su mentor todo lo relacionado con el mundo de la investigación. Sin embargo, la combinación de todos los conocimientos anteriores de Francisco en la joven mente de Frederick dio como resultado una tesis exitosa. Predijo una nueva partícula usando la teoría de cuerdas que fue descubierta en el CERN antes de acabar su tesis, la cual obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude. Ese mismo día, su director de tesis, el famoso físico Harold T. Timbaud, le dio la gran noticia:
—El rector me ha autorizado a decirte que en la próxima junta aprobarán una plaza de profesor para ti. Será un contrato temporal de tres años, pero si sigues con esta progresión en tu carrera en poco tiempo pasarás a ser personal permanente de esta universidad.
—Muchas gracias. Sin ti no habría llegado a donde estoy ahora —agradeció un emocionado Frederick.
—Tonterías, eras un diamante en bruto cuando te conocí. Solo he tenido que pulirte un poco.
AQUÍ UN SALTO DE PÁRRAFO
Continuaron con la celebración todo el día y por la noche lo pasó en grande con Clarisse yendo a cenar al mejor restaurante de Berkeley. Durante la cena, Frederick habló en clave, no con Clarisse, sino con su alter ego, la diosa.
—Gracias por haber dejado que lo descubriera yo casi todo. Al principio pensaba que iba a ser solo un escriba de tus instrucciones, pero solo me has orientado muy sutilmente, aunque hay una cosa que no te he preguntado.
—Dime.
—¿Por qué dejaste que perdiera el tiempo con una resonancia que parecía ser una partícula y luego se demostró que no existía? Perdí un par de meses en ello.
—Perdóname. Es verdad que el éxito es todo tuyo, sin embargo, no podías hacerlo cien por cien perfecto, porque sería sospechoso.
—¿Para quién?
—Para mí —contestó en voz baja Clarisse.
—¿Por qué? —preguntó extrañado Frederick.
—Nunca te lo había dicho, pero cuando elegí este rumbo de acción, y creé estos dos cuerpos, borré todo recuerdo de este pequeño personal proyecto mío, en la mente de la diosa que está por ahí fuera, dirigiendo el universo.
—¿Puedes hacerlo? —preguntó extrañado Frederick.
—Sí, es un atributo que tenemos los de nuestra especie, poder elegir la amnesia perfecta.
—¿Vuestra especie? ¿Hay más como vosotros?
—Hay infinitos universos en el multiverso. ¿Creías que yo los gestionaba todos? Con uno ya tengo suficiente.
—Bueno, vamos a brindar por nosotros.
—Brindemos por nosotros y porque te den el premio Nobel —sugirió Clarisse.
—No adelantemos acontecimientos, pero brindemos, ¡salud!
—¡Salud!
AQUÍ UN SALTO DE PÁRRAFO
Al final el premio Nobel llegó, tardó un poco más de lo esperado, pero Frederick era ya famoso por ser el científico que había enunciado la teoría del Todo en su forma canónica, la cual era usada por físicos de todo el mundo. Un Frederick ya cincuentón se dirigía junto con Clarisse al aeropuerto de Los Angeles para tomar el avión que llevaría a los dos a Estocolmo. Ambos se dirigían a la parada de taxis, bajo una lluvia torrencial, cuando Clarisse se resbaló y cayó. Frederick se volvió para ayudarla a ponerse en pie y cuando ambos reanudaron la marcha observaron cómo el único taxi de la parada había sido cogido por otra pareja y les tocó esperar cinco minutos más bajo la lluvia. Ya en el taxi, Clarisse volvió la cabeza hacia la izquierda al pasar por un cruce. Allí vio al taxi anterior subido en una acera tras colisionar con un autobús. “Bien, el sistema protector de peligros para él funciona perfectamente”, pensó Clarisse. A su lado, Frederick miraba la lluvia, ajeno a que estaba siendo protegido de los lances peligrosos de la vida por una especie de ángel de la guarda.
La ceremonia de entrega de los premios Nobel fue perfecta, pero esa noche el mundo de Frederick se derrumbó al volver al hotel.
—Clarisse, ¿has visto cómo me miraba la reina durante la cena de gala? —comentaba divertido Frederick— ¿Clarisse? ¿Me oyes?
—No vengas…
—¿Qué te pasa? —preguntó asustado Frederick mientras se dirigía al cuarto de baño.
—¡No entres!
Pero ya era tarde. Frederick entró y vio una escena dantesca. Clarisse arrodillada delante del wáter tras vomitar un montón de sangre. Se quedó en estado de shock, aunque en seguida se repuso y se inclinó para ayudarla.
—¡Vamos al hospital!
—No, por favor…
AQUÍ UN SALTO DE PÁRRAFO
En el hospital de Estocolmo le dieron el fatídico diagnóstico: cáncer de estómago con metástasis por todo el tórax. Frederick se quedó allí los siguientes días mientras Clarisse se recuperaba con transfusiones de sangre. Cuando estuvo lo suficientemente recuperada, se atrevió a preguntar a su alter ego, la diosa, la pregunta que le corroía por dentro.
—No lo entiendo. Si resucitaste a Marisa, con todos sus recuerdos y ADN, ¿porque no eliminaste su tendencia a contraer cáncer?
—Bueno, es difícil de explicar —habló Clarisse lentamente con el somier de la cama semilevantado para poder estar sentada durante el día— pero el caso es que yo no debía estar viva para cuando llegaran los andromedanos. Así no se descubriría el engaño.
—Pero tú misma me has dicho que quedan cientos de años para que lleguen a la galaxia y desarrollar el viaje interestelar a partir de mi teoría me costará décadas y para entonces yo seré muy viejo, si no me muero antes. Entonces, ¿por qué?
—Siento dejarte solo, además tengo que decirte una cosa importante: No puedes morir hasta que desarrolles el viaje interestelar. Luego, serás liberado y podrás seguir tu propio destino. No te preocupes, con el tiempo acabarás entendiendo mis palabras y el porqué de mi decisión.

El segundo funeral se le hizo infinitamente más doloroso que el primero. Clarisse fue incinerada, a diferencia de Marisa, que seguía enterrada en el cementerio de La Almudena, en Madrid. Cuando abandonaba llorando el cementerio de Berkeley, una limusina aparcó delante de él. Un guardaespaldas se bajó por el lado opuesto y fue a abrir la puerta que estaba enfrente de él. A continuación, apareció el empresario más conocido de Estados Unidos, el magnate de los viajes espaciales, Thorsten Kilburn.
—Siento mucho su pérdida, profesor Heinlein —dijo Thorsten dándole la mano.
—Muchas gracias, señor Kilburn. Me ha sorprendido que haya venido al funeral, aunque es tarde, ya ha acabado.
—En realidad venía a verle a usted.
—¿Qué quiere de mí?
—Sabe que desarrollé los cohetes reutilizables para poder colonizar Marte y el resto del sistema solar, en lo cual estoy centrado ahora, pero quiero más. Mis científicos dicen que con su teoría se podría encontrar una forma de deformar el espacio tiempo para poder viajar más rápido a las estrellas.
—En principio, sí. Es mi principal línea de investigación ahora. Bueno, cuando retome de nuevo la investigación. Estoy en excedencia desde el diagnóstico de Clarisse.
—Eso es muy conveniente. Puede seguir en excedencia y venirse a trabajar conmigo.
—Tengo que pensármelo, porque ahora no deseo hacer nada. La vida ha perdido todo el sentido para mí.
—Lo comprendo. Pero mis científicos me han dado otra utilidad para su teoría. ¿Quiere saber cuál es?
—¿Qué utilidad?
—Podemos curar las células desde dentro, incluido el cáncer y hacer virtualmente inmortales a los humanos.
—¡¿Cómo?!
—En teoría se pueden abrir diminutos portales dentro de las células para matar a las cancerosas y modificar el ADN de las sanas.
—Es posible…
—Acompáñeme en mi visión de traer hoy a la humanidad la tecnología del mañana —declamó de forma grandilocuente Thorsten.
—Le responderé cuando acabe con todo esto del funeral y los trámites del fallecimiento de Clarisse.
—De acuerdo. Espero su respuesta.

Me saca del texto que ocurra todo tan de repente, la plaza de universidad, el nobel a las pocas palabras, el cáncer de nuevo, el entierro, luego aparece el personaje este, de golpe, justo en el momento del cementerio...
Te he hecho unas cuantas separaciones de párrafo.
Ese "declamó" me suena raro. Volvamos al "dijo".

kaluza5 escribió:El tener una nueva meta ayudó a Frederick a superar el duelo. Fue a trabajar a la sede central de las empresas Kilburn, en Seattle, donde fundó un excelente equipo para el desarrollo del viaje interestelar. También asesoraba al grupo de investigación en cáncer, que acabó teniendo éxito una década antes que el otro proyecto. Cuando el viaje interestelar fue una realidad, la humanidad ya disfrutaba de una salud perfecta. Frederick también, pero porque se cuidaba, no porque se hubiera sometido a ningún tratamiento, lo que se evidenciaba en cómo la vejez había hecho mella en su cuerpo.
El primer viaje interestelar de la humanidad se dirigió al planeta que orbitaba la estrella Próxima Centauri y que había sido estudiado por los astrónomos durante todo el siglo XXI. Aunque era habitable, no había desarrollado vida. El planeta estaba anclado gravitacionalmente a su estrella y en un hemisferio había un día perpetuo y en otro una noche perpetua y una fina atmósfera de nitrógeno y otros gases. En un principio se habitaría la zona crepuscular, entre el día y la noche, mientras se densificaba la atmósfera para comenzar la terraformación del planeta entero.
Además, Thorsten Kilburn inició una campaña para cambiar el nombre provisional del planeta, Próxima Centauri b, a planeta Frederick, en honor al descubridor del viaje interestelar y de la teoría del Todo. En diez años se estableció la primera colonia en el planeta Frederick con una población de diez mil habitantes.
AQUÍ UN SALTO DE PÁRRAFO
Un envejecido Frederick, entró con andar pausado en las oficinas de Thorsten, en Seattle.
—¿Qué tal viejo amigo? Te veo bien, pese a no haberte sometido a ningún tratamiento rejuvenecedor —comentó un jovencísimo Thorsten al venerable anciano que tenía delante suya.
—Bueno, sigo practicando ejercicio, comiendo fruta y en el último chequeo médico me han dicho que estoy bien, para mi edad. No sin antes intentar venderme un tratamiento rejuvenecedor.
—La verdad es que te da un porte distinguido, como un sabio de la antigüedad. Pero ya en serio, ¿sabes que estás eligiendo el suicidio por senescencia? —preguntó Thorsten con tono triste.
—Hemos tenido esta conversación muchas veces. Como ya te he explicado en otras ocasiones, sin Clarisse a mi lado, no deseo vivir una vida eterna.
—Bueno, perdóname por insistir. ¿Qué te trae en esta ocasión a mis oficinas? Me has pillado de casualidad, mañana parto a Marte y quizás viaje una temporada a Ganimedes y ya estoy preparando mi viaje al planeta Frederick.
—Te dije que no le dieras ese nombre, pero te encabezonaste…
—Te lo mereces.
—Pues bien, con respecto al planeta Frederick quería hablarte. Deseo viajar allí y establecerme como colono, para terminar mis días allí.
—En principio solo enviamos colonizadores jóvenes, pero si este es tu deseo, por supuesto que se te concederá. Aunque tengo que advertirte: las condiciones de Frederick son más duras que las de la Tierra. No podrás salir de la cúpula presurizada sin usar un traje espacial.
—No me importa. Seguro que me adapto pronto.
AQUÍ UN SALTO DE PÁRRAFO
Los habitantes de la ciudad de Nueva Tierra le tenían un respeto reverencial a la única persona anciana que se encontraba entre ellos y más si era un científico de renombre a la misma altura que Galileo, Newton y Einstein. Por eso, cuando Frederick pasó por el control de entrada con su traje espacial puesto, nadie se opuso a sus deseos de dar un paseo afuera de la cúpula.
—Que tenga un buen día, profesor Heinlein. Se prevén vientos suaves y constantes durante las próximas diez horas —anunció el oficial al mando.
—Gracias, volveré pronto —comentó un afable Frederick.
Salió a dar un paseo por su camino habitual, siguiendo una escorrentía formada por la fusión del hielo del lado nocturno. Llegó a la roca donde siempre se paraba a descansar y se sentó. En ese sitio, tan especial para Frederick, el enorme sol rojo estaba parcialmente tapado por el horizonte de un valle, lo cual le daba el aspecto de un eterno crepúsculo. Allí rememoró un momento especial de su antigua vida, cuando era Francisco y estaba casado con Marisa. Recordaba una puesta de sol en la playa de Mazagón, con un sol más pequeño y brillante, sentados en la arena y besándose mutuamente. Francisco pensó <<Marisa, ¡cuánto te echo de menos!>> y en ese instante su corazón se paró. Al día siguiente, el grupo de rescate se encontró a Frederick sentado en la roca con el casco rozando su pecho, como si estuviera durmiendo.

Como dije antes, ocurre todo demasiado rápido, son fogonazos de secuencias de la vida de Frederick, parece que para justificar su viaje al planeta necesitemos la conversación con el millonario.... Quiero ver el final del relato, pero creo que ,a priori, hay mucho donde podría acortarse, o al menos que no parezca que el relato da tirones en la acción.
Fíjate en el uso de "donde siempre se paraba a descansar"; hace unas cuantas líneas acaba de llegar al planeta y de repente tenemos que tomar esa acción como algo que ya hace desde hace mucho.

kaluza5 escribió:Doscientos treinta y siete años después, los andromedanos llegaron al sector de la galaxia controlado por los humanos. Aunque fueron siempre muy pacíficos en sus contactos con los humanos, decidieron plantear una querella por el control político de la Vía Láctea. Thorsten Kilburn fue elegido embajador y representante de los humanos, ante la sesión que se llevó a cabo ante el gestor del universo y representantes de otras galaxias.
El gestor del universose presentaba como una esfera luminiscente que hablaba directamente en los altavoces de los cascos de los participantes en sus respectivos idiomas maternos. Thorsten esperaba ansioso en la gran sala de la nave exploradora de los andromedanos, donde se celebraba la sesión que decidiría el futuro de la Vía Láctea. Nunca pensó que llegaría a estar frente a frente con el ser que había creado el universo y lo gestionaba, es decir el ser supremo. Tras escuchar a las partes, la esfera que representaba al creador emitió su veredicto.
—Tras analizar los acontecimientos históricos pasados, no he visto ninguna inconsistencia en los hechos planteados por ambas partes. Los humanos viajaron a Próxima Centauri seis años antes de que los andromedanos llegaran a la primera estrella que colonizaron en esta galaxia. Además, está demostrado que los humanos descubrieron el viaje interestelar por sí mismos, con la teoría de Frederick C. Heinlein y los prototipos desarrollados por la compañía de Thorsten Kilburn, sin contacto alguno con ninguna otra especie del universo. Es lógico concluir que los humanos son los gestores de esta galaxia, aunque los andromedanos conservarán las colonias establecidas antes del contacto entre ambas especies. Sin embargo, no podrán establecerse en nuevas colonias, ni seguir viajando por el resto de la galaxia sin el permiso expreso de la especie humana. Esta es mi decisión.
Thorsten estaba aliviado por el veredicto, ojalá su amigo Frederick lo hubiera visto. Sin darse cuenta, la esfera se acercó a él.
—Embajador Kilburn, aunque he visto al físico Heinlein en imágenes del pasado, me hubiera gustado mucho interactuar con él en persona. Qué pena que no decidiera extender su vida, pese a tener la posibilidad.
—Así es. Era un gran amigo y siempre le echaré de menos. Muchas gracias por el veredicto.
—El caso estaba claro. Tienen todo el derecho a gestionar esta galaxia, pero con la enorme responsabilidad de respetar todas las formas de vida que descubran en esta
—Así lo haremos —contestó Thorsten, mientras, la esfera ya se estaba dirigiendo al grupo de los andromedanos.

Los pronombres perdieron sus tildes: este, esta.

kaluza5 escribió:El universo que contenía a la Vía Láctea continuó su expansión por muchos eones. Cuando solo quedaban fotones aislados, neutrinos y algunos pocos electrones en un inmenso mar de oscuridad, el gestor se pasó por allí y vio que ya no quedaba ninguna inteligencia viva. Era hora de desmantelar el universo, pero antes de eso debía llamar a su asociado, Escatón, para que lo recorriera desde el presente al más lejano pasado, para recolectar todas las inteligencias que pudiera y llevarlas a su propia simulación. Lo que ocurría en dicha simulación, ninguna de las otras entidades que gestionaban el resto de universos lo sabía. En ese momento, saltó una alarma interna. Ante el gestor se desplegó una orden para recolectar dos inteligencias en concreto, antes de que Escatón empezara con su trabajo. << ¿Qué cosa más rara? ¿Por qué tendré esta orden archivada tanto tiempo?>>
Otra vez Francisco/Frederick se despertó en la misma playa desierta, aunque esta vez no le sorprendió tanto, casi se lo esperaba. Por suerte, el sol volvía a tener el mismo aspecto que el terrestre, no le gustaba mucho el enorme sol rojo de Próxima Centauri. Recorrió el mismo camino que la primera vez y allí estaba Marisa/Clarisse hablando con una esfera luminiscente.
—Hola, Paco —le saludó Marisa—. Estaba poniéndome al día a mí misma sobre nosotros y porqué me había borrado la memoria.
—Es un placer conocerle en persona —contestó la esfera— aunque tuviese mi ayuda, realmente es un gran físico y merecía ser el descubridor de la teoría del Todo por méritos propios.
—Gracias, aunque me hubieran faltado años de mi primera vida. Fue una suerte que me la extendiera, la lástima es que tuviera que ver como Marisa volvía a morir de cáncer por segunda vez.
—Perdona por no decirte que volveríamos a resucitar de nuevo —se disculpó Marisa—. Quería que pensaras que esa segunda vez era realmente la última para que así tomaras la decisión correcta.
—Así fue. Sin ti no quería seguir viviendo. También me di cuenta años más tarde, de que una vez establecido el viaje interestelar era mejor que no siguiera vivo para cuando llegaran los andromedanos y se investigase el descubrimiento del viaje interestelar.
—Gracias, Paco. ¿Qué te parece este planeta? Lo tenemos para nosotros solos. Aquí, la esfera ha creado un universo de bolsillo con un único sol y este planeta, para que lo repoblemos en plan Adán y Eva.
—¿Y el resto de nuestros seres queridos? —preguntó Francisco.
—Bueno… Existe una entidad llamada Escatón con su propia simulación, a la cual lleva todas las almas. Nadie sabe si es una simulación buena o mala o si solo es un inmenso archivador donde mantener congeladas nuestras mentes, cual copia de seguridad. Ni yo misma lo sé. Así que, para no arriesgarnos, aquí la esfera y yo hemos decidido que lo mejor es un comienzo desde cero en este planeta.
—En fin, algo es algo, ¿esta vez te volverás morir de cáncer?
—¡No! Seremos jóvenes por muchas décadas y viviremos varios siglos. Además, nuestras almas quedarán almacenadas en este universo, porque, al fin y al cabo, esto es un asunto al margen de Escatón.
—Me estoy acostumbrando a los chanchullos con los dioses —contestó alegre Paco—. Por mí, vale.
—Este será el último —dijo Marisa con cara de felicidad para, a continuación, besar apasionadamente a Francisco.



Uff... falta pulir mucho, creo que le faltan muchas revisiones y , sinceramente, creo que no las has hecho.
Y esto es muy importante si encima lo has presentado a una competición de relatos.

No digo que esté mal escrito, de hecho los diálogos están correctamente puntuados. El problema está en la estructura, se salta de un lado a otro, se frena en un hecho que podría ser importante y no lo es tanto, se cuentan cosas que no sirven para gran cosa.....

La cena inicial no es necesaria en el relato, sobran todos los personajes; pero en el caso de María aparece casi de casualidad y para nada, porque la pobre no vuelve a salir. Se puede sustituir toda esa parte con un párrafo introductorio de la vida actual de Francisco si al final lo que pesa en el relato es su historia con Marisa.

No aportan nada muchos de los párrafos del texto, muchas secuencias que sólo valen porque quieres meter algo concreto, como el sistema antidaños y los taxis. Muchos de estos pasajes parecen a conveniencia tuya, porque te viene bien que ocurran o te parece que están bien ahí. Incluso me da que pensar que has escrito cosas que luego te duele borrar y piensas que mejor que se queden.

Además tienes un problema añadido al querer contar una historia demasiado grande en poco tiempo, y ya no demasiado grande, sino hacer al protagonista del relato el gran protagonista salvador del universo, en un sólo relato, y meter los multiversos, todas las movidas de las galaxias, etc....

Creo que habría que hacer una buena limpieza. Intenta rehacer el escrito separándolo en capítulos, te darás cuenta de que tienes capítulos de un párrafo, otro de tres, otro de una frase, otro larguísimo... Intenta buscar coherencia a esos capítulos, que tengan más o menos una extensión similar, y que cuenten las cosas en un mismo intervalo de tiempo.

También te recomiedo recortar todos los adverbios acabados en -mente, no suelen estar bien vistos en literatura.


Un último apunte: dices que tienes una novela corta; me da que pensar que será como esto, algo escrito con una extensión larga y que tú dices que es una "novela corta" , pero que necesitará revisiones y tendrá cositas que pulir. Bien, pues sea o no sea así, enhorabuena, yo soy un puto vago con mil ideas que nunca me pongo a escribir, y por eso nunca consigo decir que tengo una novela. Así que al menos tienes algo por donde empezar.

Y no se te olvide lo más importante: a escribir se aprende escribiendo.
kroatonthejoker escribió:Uff... falta pulir mucho, creo que le faltan muchas revisiones y , sinceramente, creo que no las has hecho.
Y esto es muy importante si encima lo has presentado a una competición de relatos.

No digo que esté mal escrito, de hecho los diálogos están correctamente puntuados. El problema está en la estructura, se salta de un lado a otro, se frena en un hecho que podría ser importante y no lo es tanto, se cuentan cosas que no sirven para gran cosa.....

La cena inicial no es necesaria en el relato, sobran todos los personajes; pero en el caso de María aparece casi de casualidad y para nada, porque la pobre no vuelve a salir. Se puede sustituir toda esa parte con un párrafo introductorio de la vida actual de Francisco si al final lo que pesa en el relato es su historia con Marisa.

No aportan nada muchos de los párrafos del texto, muchas secuencias que sólo valen porque quieres meter algo concreto, como el sistema antidaños y los taxis. Muchos de estos pasajes parecen a conveniencia tuya, porque te viene bien que ocurran o te parece que están bien ahí. Incluso me da que pensar que has escrito cosas que luego te duele borrar y piensas que mejor que se queden.

Además tienes un problema añadido al querer contar una historia demasiado grande en poco tiempo, y ya no demasiado grande, sino hacer al protagonista del relato el gran protagonista salvador del universo, en un sólo relato, y meter los multiversos, todas las movidas de las galaxias, etc....

Creo que habría que hacer una buena limpieza. Intenta rehacer el escrito separándolo en capítulos, te darás cuenta de que tienes capítulos de un párrafo, otro de tres, otro de una frase, otro larguísimo... Intenta buscar coherencia a esos capítulos, que tengan más o menos una extensión similar, y que cuenten las cosas en un mismo intervalo de tiempo.

También te recomiedo recortar todos los adverbios acabados en -mente, no suelen estar bien vistos en literatura.


Un último apunte: dices que tienes una novela corta; me da que pensar que será como esto, algo escrito con una extensión larga y que tú dices que es una "novela corta" , pero que necesitará revisiones y tendrá cositas que pulir. Bien, pues sea o no sea así, enhorabuena, yo soy un puto vago con mil ideas que nunca me pongo a escribir, y por eso nunca consigo decir que tengo una novela. Así que al menos tienes algo por donde empezar.

Y no se te olvide lo más importante: a escribir se aprende escribiendo.


Muchas gracias por todos los consejos y cosas a mejorar. En cuanto pueda, volveré a revisar el texto, sobre todo en el tema ortográfico y de redundancias. La estructura se quedará como está, porque el día que me ponga a reescribirlo lo haré como novela corta o novela. La verdad es que la historia era demasiado ambiciosa para la extensión máxima del concurso, 6000 palabras, pero bueno, ahí queda.

Con respecto a la novela corta que tengo publicada, sí, lo es. Un texto de 37000 palabras entra dentro de esa categoría. También soy consciente de que cuatro ojos ven más que dos y la novela se la dí a revisar a una amiga que me corrigió muchísimas cosas.

Además, me doy cuenta de que tengo mucha fluidez en escribir y me vienen muchas ideas, pero luego, al releer lo escrito, veo que hay bastante que corregir. Después no tengo inconveniente en que me señalen los fallos. El problema está en que tampoco puedo recurrir a mi amiga cada dos por tres, sino que prefiero que me ayude con los proyectos de más envergadura y por eso este relato lo revisé yo mismo (por lo que puedo ver, no lo suficientemente bien).

Te daría un +1, pero este foro es un poco restrictivo y ya me he dado cuenta de que si he dado uno antes, ya no puedo volver a darlo en esta conversación.
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