Zumos que son néctares: si quieres estar sano, te tomas un zumito. Son los Granini, Disfruta, Don Simon Orange... Pero a veces no son zumos. Por ejemplo: el producto estrella de Granini es un néctar (es el más vendido y el que está en todos los lineales). Solo la mitad de un néctar es fruta. La otra mitad es azúcar con agua. Los néctares suelen ser más caros que los zumos. La clave es fijarse en la letra pequeña y no en la foto.

El York no es jamón: bajo la denominación "York" no hay jamón sino otras carnes de cerdo. Preparadas de la misma forma, pero de piezas menos nobles... y más baratas. También es habitual ver jamón "extra jugoso". En contra de lo que parece, es de menor calidad que otros (tiene más agua y menos jamón).

Rallado para gratinar... pero no es queso: pese a llamarse así no tiene queso. Es un producto lácteo con grasas vegetales más baratas que la grasa láctea. No se funde con tanta facilidad como un queso de verdad y suele quemarse al gratinar.

Carne picada que lleva otras cosas: la mayoría de las bandejas de los supermercados son en realidad preparados. Entre el 65% y el 90% es carne, pero el resto son espesantes, almidones, proteína de soja, conservantes y colorantes. Parece barata, pero quizás no lo es tanto si tenemos en cuenta que no todo es carne (y que la proporción de grasa es importante).

Calamares que son pota: parecen anillas de calamar, pero lo que solemos encontrar en supermercados y pescaderías es pota. Aunque parecida, se trata de otra especie: suelen ser más grandes y más duras. Como consecuencia de este último aspecto, se someten a un procesado con agua y fosfatos para hacerlas más tiernas y blanquearlas. Son considerablemente más baratas que el calamar y, aunque se vendan frescas, lo habitual es que sean descongeladas (debe estar indicado claramente).

Para denunciar este tipo de prácticas, la OCU ha pedido a los consumidores que fotografíen las etiquetas que consideren engañosas y las cuelguen en Twitter bajo el hashtag #EtiquetasTrampa. Estos son algunos de los mejores ejemplos de cómo la industria nos hace creer que estamos comprando una cosa cuando en realidad estamos comprando otra. Y como apunta la OCU, “no son errores, son horrores”.
Esta barra integral del Mercadona no tiene tanto de integral como parece. Si leemos los ingredientes veremos que está elaborada con harinas refinadas a las que se ha añadido un 7% de salvado de trigo. Eso por no hablar del resto de antioxidantes, antiapelmazantes y emulgentes.
Un engaño clásico de los productores de fiambre. Muchos de los embutidos con un aspecto similar al de jamón york son en realidad trozos de carne de cerdo con fécula. ¿Cómo distinguirlos? Se oculta en ellos la palabra "jamón" y se utilizan denominaciones como "fiambre de york", "fiambre de sándwich" o, como en este caso, "York Sándwich".
Estas salchichas "100% de pavo" sólo están compuestas en un 54% de este tipo de carne. ¿Por qué pueden publicitarlas de esa manera? Al indicarse que están hechas de "carne 100% de pavo" se puede interpretar que toda la carne que llevan es de pavo, lo cual es cierto, lo que no se especifica es que el resto de la salchicha se elabora con grasa de pollo.
Otro engaño muy habitual que destaparemos si leemos bien la letra pequeña. Y ahora deberíamos plantearnos ¿cuánto azúcar tienen los cereales de otras marcas? Lo mejor siempre es mirar directamente la información nutricional y los ingredientes, donde es más difícil engañarnos.
Sin comentarios.
Los productos frescos tampoco se libran del etiquetado fraudulento. Esta chuleta gallega es en realidad 100% alemana.
Vale, todo el agua viene de las montañas, pero vender agua del grifo con ese reclamo parece cuanto menos tramposo.
Así da gusto comprar un producto bajo en sal. Recuerda comparar siempre la información nutricional de los productos.
La guayaba suena exótica y apetecible pero es bastante más cara que la manzana y la uva, así que ponemos una cantidad ridícula, lo anunciamos como tal y a correr. Muy bonito.