A pesar de las bajas temperaturas, varios miles de personas se agolparon en la plaza Grand Parade, situada frente al ayuntamiento de Halifax, para participar en "La noche de las campanas", un espectáculo audiovisual que recorrió la historia del Titanic, sus víctimas y los esfuerzos por recuperar sus cuerpos.
La velada se había iniciado en el paseo marítimo, a pocos metros del muelle donde dos semanas después del hundimiento del Titanic el barco Mackay-Bennett descargó un macabro cargamento, 306 cadáveres recuperados de las frías agua del océano Atlántico.
Un carruaje fúnebre tirado por dos caballos y precedido por dos miembros de la Policía Montada que vestían de negro, en vez de su tradicional casaca roja, desfiló por el centro de Halifax, precedía un desfile de militares, bandas de gaiteros y ciudadanos de la ciudad canadiense.
En la plaza, donde se había instalado un escenario decorado con una réplica de la proa del trágico transatlántico, se sucedieron montajes audiovisuales, actuaciones musicales y actuaciones para recrear lo sucedido hace exactamente 100 años, cuando el entonces mayor navío del mundo colisionó contra un iceberg.
La mayoría de los asistentes a la ceremonia, que incluyó un minuto de silencio justo en el momento, las 00.27 hora local del domingo (las 4.27 GMT), en el que hace un siglo se recibió el último mensaje de radio del Titanic, eran adultos.
Pero entre la multitud también había niños, como había sucedido durante la mañana en el cementerio de Fairview Lawn de Halifax, donde reposan 121 víctimas del naufragio.
"Es importante que sepan lo que pasó, cómo pasó y lo que la ciudad hizo hace cien años", explicaba a Efe una madre con su hijo en brazos.
Lo que pasó fue una tragedia que marcó para siempre a Halifax, una ciudad que, como señaló uno de los presentadores de "La noche de las campanas", es quizás después de la irlandesa Belfast la más ligada al Titanic.
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