Si es que no sé qué quereis saber, las cárceles son lo más aburrido que os podais imaginar: no hay historias truculentas ni morbosas, o al menos no en mi caso, porque como digo estábamos separados de los comunes y solo esporádicamente coincidíamos con ellos. Te despiertan bien de mañana, tienes un rato para ducharte, luego al comedor para desayunar, un rato de patio, celda (ahí no haces nada, nosotros nos pegábamos un huevo de horas durmiendo, con el abrigo y los guantes puestos que ya he mencionado que hacía un frío de cojones. El frío es el recuerdo más vívido que tengo de esa época, eso y el poco espacio que había, que no podías dar dos pasos sin tropezar con algo o alguien), al comedor a comer, otro rato de patio, más celda, la cena, más celda, el aviso de apagar las luces y a sobar. Y ya está. De vez en cuando tienes los vis a vis, o los que tenían suerte y conseguían apuntarse a un taller o al equipo de futbito o cosas así pues estaban más entretenidos con esas actividades, aunque era difícil acceder a ellas porque las plazas eran limitadas y había mucha demanda lógicamente. Alguna vez tocaba visita al psicólogo de la prisión o algún examen médico o te registraban la celda (como si se pudiese meter algo ahí sin que ellos lo supieran. Mejor si cortasen el tema del trapicheo de drogas dentro del maco, que lo manejan los propios carceleros).
Y lo que hacíamos en la celda, pues... prácticamente nada. Teníamos unos cuantos libros (nos poníamos de acuerdo entre todos los de la celda sobre cuáles pedir porque teníamos restringido el número de libros por preso, no sé si por falta de espacio en la celda o porque éramos FIES o vete a saber y claro, luego nos los intercambiábamos, así que era importante seleccionar unos que nos gustasen a todos) pero que no duraban nada, porque como no teníamos nada que hacer, los devorábamos a toda ostia. También teníamos un transistor. Y ya está. Yo tuve una temporada que intenté dibujar, porque me gusta mucho, pero no teníamos mesa, las paredes y el alféizar eran de piedra irregular y en el suelo no había sitio para tumbarse a dibujar, así que al final me harté y lo dejé, simplemente porque no tenía dónde apoyar los putos folios. Vamos, que os podeis imaginar el aburrimiento mayúsculo que puede llegar a ser eso.
Eso hace que la gente le de muchas vueltas al coco y nosotros sabíamos que tarde o temprano saldríamos y ganaríamos y estábamos muy altos de moral porque contínuamente recibíamos noticias del exterior donde se veía que el gobierno estaba contra las cuerdas y solo era cuestión de tiempo el forzarles a eliminar la mili y la gente en la calle estaba con nosotros, pero para los sociales, sin apoyos exteriores, sin esperanza, algunos con condenas muy largas, muchos jodidos física y mentalmente por la droga, con enfermedades incurables, las depresiones y la angustia se multiplicaban porque tenían mucho tiempo para darle vueltas a la cabeza y al final eso es lo peor que puedes hacer en una cárcel, porque anímicamente te vas hundiendo más y más.
No sé, si es que la cárcel es la cárcel, un contenedor de gente nada más, nosotros solíamos tener subidones de moral porque todos los jueves se hacía una mani enfrente de la cárcel pidiendo la despenalización de la insumisión y la abolición del ejército, luego por la noche intentábamos pillar la Eguzki Irratia, una radio libre que tenía un programa, los agurrak, donde llamaban familiares y amigos para darnos ánimos y demás y en Sanfermines se lanzaba el Txupinazo alternativo enfrente de la cárcel el mismo día y a la misma hora que el oficial del ayuntamiento al que iba mogollón de peña.
A nosotros esas cosas nos entretenían y nos animaban un huevo, porque veías que detrás tuya había miles de personas presionando para conseguir tu libertad y el objetivo de suprimir el servicio militar, no es como en el caso de los comunes, que saben que en la calle solo sus familias les recuerdan y que a la sociedad les importan un huevo.
Al que preguntaba por mi caso particular, pues fui condenado a 2 años 4 meses y 1 día (la pena "stándard", vamos, nos ponían a todos exactamente la misma, para que luego me digan a mí que los jueces no siguen órdenes políticas. ¡JA!) por un delito de Insumisión al Servicio Militar. La pena llevaba también aparejada lo que se llamaba "muerte civil", es decir, durante diez años no podía optar a ningún cargo público, ni a becas, ni a subvenciones, ni a pisos de protección oficial, ni a presentarme a oposiciones a funcionario, además de perder mi derecho al voto y cosillas así. No recuerdo exactamente cuántas cosas eran, pero era una lista muy larga.
Lo del plante pues es muy fácil de explicar: para el gobierno (entonces del PSOE) resultaba muy difícil explicar de cara a la opinión pública por qué encerraba a chicos de veinte años en la cárcel solo por negarse a ser secuestrados por el estado durante un año, así que intentó diversas tácticas para suavizar el tema sin eliminar la mili.
Se comenzó reconociendo el derecho a la objeción de conciencia y se instauró el Servicio Social Sustitutorio (mano de obra gratis para las ayuntamientos, iglesias y organizaciones varias que se aprovecharon como sanguijuelas). Con eso pensó que se acabaría el problema de quienes no querían hacer la mili por razones de conciencia: quien no quisiera coger las armas, podría pasar el año (luego lo bajaron a 9 meses) currando gratis en otra cosa. Sin embargo no contó con que muchos también se declararían insumisos a la Objeción de Conciencia. Además se dió la circunstancia de que la avalancha de gente que se hizo Objetora colapsó totalmente las plazas disponibles. Las razones para la insumisión eran de lo más variadas, había tantas como insumisos porque no todos lo hacíamos por lo mismo, pero entre ellas estaba el que no nos salía de los cojones que nos secuestraran para una empresa en lugar de para el ejército, te partían la vida exactamente igual, perdías estudios, trabajo o lo que tuvieras en una etapa crucial de tu vida y , además, qué coño, que no éramos ninguna propiedad del estado para que nos usase a su antojo.
Y, por otro lado, nosotros no queríamos que el estado articulase una vía paralela a la mili para quienes no quisieran hacerla, lo que queríamos era hacer desaparecer la mili y, si podíamos, incluso el ejército.
Así como suena.
En principio no era nada premeditado, coincidió una generación bastante peleona en ese sentido y, cuando se vió que el fenómeno tomaba dimensiones preocupantes para el gobierno, surgieron las organizaciones de asesoramiento primero y organizativas después en el entorno de la isumisión. Así, el MOC (Movimiento de Objeción de Conciencia) en el estado o Kakitzat en Euskal Herria tomaron el timón, se comenzó a difundir la idea de la insumisión que ya estaba larvada en muchos jóvenes y la respuesta fue espectacular.
Y donde más espectacular y sobre todo más masiva fué en Navarra. Es que era una cosa exageradísima. Y en Navarra, precisamente por la enorme fuerza del movimiento insumiso, fue donde tanto los antimilitaristas como el gobierno experimentaban sus pasos antes de extrapolarlos al resto del estado. Aquí la represión alcanzó sus cotas más altas y a su vez, cuanto más jodidas estaban las cosas, más y más aumentaba el número de insumisos y objetores, porque la opinión pública, la gente de la calle, estaba totalmente en contra de la mili obligatoria y no entendía los encarcelamientos. Las manis eran contínuas, algunos partidos políticos viendo los réditos electorales que podía darles comenzaron a involucrarse, muchos ayuntamientos (los ayuntamientos eran los que gestionaban los reclutamientos en los pueblos en primer lugar) se declararon insumisos y sus alcaldes fueron detenidos, juzgados y multados e inhabilitados.
Joder, se daba una caña increíble, poco a poco algunos medios de comunicación y demás empezaron a cuestionar el Servicio Militar Obligatorio.
Y bueno, que me voy de la cuestión y aún no he llegado al plante al tercer grado (es que me pierden los recuerdos

). Como decía, si la insumisión cobraba fuerza en todo el estado, en Navarra es que no iba ni dios a la mili. No había plazas de objetores, que se encontraban desbordadas por todos lados y la cárcel de Pamplona parecía un tren de esos de la India donde solo se ve un cacho de chimenea. Qué coño, no me resisto a poner una imagen

:

Lo más emocionante era la mentalidad de la juventud. No es que los chavales pensásemos si hacernos insumisos o no, es que a la mayoría ni se nos pasaba por la cabeza que pudiera existir la opción de hacer la mili, como si fuese algo impensable. Como mucho la duda era si objetar o no. Llegó un momento en que hacerse insumiso u objetor era algo tan natural e inevitable en la vida como pasar de curso o irse a la cama después de dormir, los "raros", eran los que sí iban a la mili. Vamos, es que solo conozco a dos personas de mi edad o dos años arriba o abajo que la hayan hecho. Claro que supongo que quien se moviese en círculos pijo-opusdeistas en aquella época conocerá a más gente, aunque debo decir que muchos de ellos se tiraban a la Objeción de Conciencia como locos, aunque nunca daban el paso a la insumisión.
Bueno, y por dónde iba, que esto ya parece el Quijote Versión extendida.
Vale, sí, el plante.
Pues el gobierno, para lavar su imagen sin suprimir la mili, decidió que podía castigar a los insumisos sin ganarse las antipatías de la opinión pública del siguiente modo: ordenó a SUS jueces, o sacó una ley o no recuerdo exactamente qué fue, por el que los insumisos condenados pasarían directamente al tercer grado.
El tercer grado implica que cumples tu condena en libertad vigilada durante el día y vuelves a la cárcel a dormir y los fines de semana.
Bueno, con eso el gobierno pretendía aplacar la respuesta popular, que pareciese que los insumisos no estaban reprimidos, pero entonces los movimientos antimilitaristas decidieron plantarle cara a su estrategia y eligieron para ello su plaza fuerte, Navarra. Y entonces los insumisos navarros comenzamos a boicotear el tercer grado, lo violábamos y obligábamos al gobierno a tenernos encarcelados todo el tiempo. Una situación insostenible, porque no había sitio material en las cárceles, es que éramos un huevo de peña, y cuanto más se enconaba su aparato represor, más crecía la contestación en las calles, el número de insumisos y objetores aún crecía más y lo más preocupante para ellos es que solo era el comienzo, el que de una actitud marginal como era la insumisión se pasase a una posición social de aceptación total de la misma y asimilación por parte de la población como de una reivindicación justa y necesaria, hacía presagiar malos tiempos para la mili.
Y es que el objetivo de reventar los mecanismos del estado a base de obligarle a usarlos destapando sus contradicciones y su cara menos amable y más tiránica daba muy buenos resultados, porque en el fondo todos sabemos que el tinglado político en el cual vivimos es una puta mierda montada para favorecer a los de siempre a costa de los de siempre, así que solo hay que plantarle cara para que muestre su auténtica naturaleza.
Bueno, al tema. El caso es que ese fue el famoso plante. Entonces se dió una circunstancia muy curiosa: en el resto del estado, los insumisos acudían al juzgado y aquello era una lotería: podía ser absuelto, condenado a penas muy bajas, a penas intermedias o a la máxima pena.
En Navarra, qué puta casualidad, daba igual las circunstancias de cada insumiso, el juez que le tocase o lo que fuera, la pena era siempre la misma: 2 años 4 meses y 1 día. Hasta darse la casualidad de que en un momento dado más del 50% de los encarcelados por insumisión éramos navarros, lo cual es significativo teniendo en cuenta que hablamos de una comunidad que a duras penas superaba el medio millón de habitantes. Así que yo siempre me parto el ojal cuando me dicen que si la justicia es independiente, que si la separación de poderes, que si bla, bla, bla. Los jueces son una extensión más de los aparatos gubernamentales y de ciertos partidos políticos.
Pues nada, allá estábamos nosotros jodiéndoles el plan a los sociolistos estrategas del gobierno a costa de nuestra libertad. Luego vinieron más circunstancias, yo salí del trullo, luego ganó el PP y despenalizó la insumisión (los muy hipócritas hijos de la gran puta, cuando el año anterior habían votado en contra de eso mismo en el congreso. Pero claro, vieron que la causa era popular -en el auténtico sentido de esta palabra, no en el que usan ellos- y en un alarde de oportunismo político quisieron subirse al carro). Y por cierto que continuaron encarcelando insumisos incluso después de la despenalización (a los insumisos en los cuarteles, por ejemplo, o a quienes se habían declarado insumisos antes de la despenalización pero aún no habían sido juzgados).
Por eso me subleva cuando dicen que el PP fue quien acabó con la mili. Y una polla como una olla, lo consiguió la movilización popular en las calles, el movimiento de objetores e insumisos, los ayuntamientos insumisos, la torpeza del gobierno utilizando sus aparatos represivos y, si me apuran, incluso el propio ejército, donde comenzaron a oirse voces pidiendo un ejército profesional. Pero los Peperos se apuntaron al equipo en el último segundo, cuando vieron con cifras en la mano que era un fenómeno que cada vez iba a más y que los cuarteles se estaban quedando vacíos. Era imposible mantener un ejército sustentado en el servicio obligatorio cuando año a año descendía ostensiblemente el número de gente que iba a hacerla.
Lo dejo ya antes de desgastar el teclado y vuestra paciencia, ya sé que me enrollo demasiado, pero es que empiezo a escribir de estos temas y me entusiasmo y...