Alas rotas

ALAS ROTAS


Yo siempre he querido volar. Volar hacia lo más alto posible. Pero para mi desgracia, los demás siempre han volado más alto que yo. Todos tienen oportunidades, todos tienen sus alas en condiciones para hacerlo, todos pueden rondar libremente por la calle sin que la gente murmure, todos poseen el don de la visión intacto.
Así es, soy ciego. De nacimiento. Un invidente en un mundo egoísta donde la gente no se digna ni tan siquiera a avisarme si viene un coche más rápido de lo debido en un paso de peatones, donde todo el mundo me mira con malos ojos, porque pueden hacerlo. Sé que lo hacen, lo siento al pasar por su lado. El mundo es egoísta y los que tenemos algún problema no podríamos sobrevivir si la ciudad fuera una jungla, y sinceramente no estoy seguro de que la ciudad diste mucho de ella. Me atrevería a decir que la jungla es un paraje incluso mejor que el hábitat que han construido los humanos: si un depredador caza a otro ser es debido a que es más poderoso que él, pero en la ciudad las personas, todas de la misma calaña, son las que no se respetan y se destruyen entre si. En el mundo animal los animales colaboran entre ellos, ¿Qué pasaría sin en un hormiguero de cuarenta hormigas veinticinco de ellas se dedicaran a desbaratar la labor de las otras? Justamente lo que sucede en la ciudad pero multiplicado por millones.
Mi familia siempre ha sido de clase media-baja, nunca nos hemos podido permitir muchos lujos. Un perro guía no está a mi alcance, por lo que he me he visto obligado a aprenderme los callejones de la ciudad, no voluntariamente, sino por costumbre, de tanto pasar por ellos buscando un destino en muchas ocasiones difuso. Los semáforos que alertan con algún tipo de señal sonora cuando el peatón está autorizado para cruzar la calzada escasean, por no decir que en mi ciudad sólo hay uno. Las palabras de las personas que prometen ayudas no solo a mi, sino al resto de pobres presas, se quedan en eso, promesas. Ha pasado mucho tiempo y aún la cosa no ha mejorado en demasía.
Yo desde pequeño siempre me interesé por las cosas que me gustaban. Quise estudiar, y estudié. Mi bastón fue el único aliado que tuve durante mucho tiempo, debido al pronto fallecimiento de mis padres. Algunas instituciones me quisieron ayudar, pero yo estaba cegado por la indignación, no podía ver a la gente que querían apoyarme. Y hablo de ceguera y visión consciente de lo que digo, ya que los ojos en muchos casos engañan, y yo lo sé demasiado bien aunque no pueda usarlos. Llegué a terminar una carrera, a pesar de tantas alimañas que querían dificultar mi paso, ya que mis alas no estaban en condiciones para ir por encima de ellos sin siquiera notar su presencia. Lo que esos depredadores y esas alimañas no saben es que a pesar de todo, a pesar del egoísmo de la sociedad, los animales débiles siempre tenemos a alguien más fuerte, o a muchos igual que nosotros, para que nos ayuden. Por eso llegó el momento en que dejé de resentirme de la sociedad, y apoyarme en las personas que están en mi alrededor. Si mis alas no están en las mismas condiciones que las de los demás, me confeccionaré yo otras, ayudado de la gente de mi entorno que me aprecia a pesar de ser un pobre animal desvalido en una selva de seres carnívoros deseosos de probar bocado de carne fresca de otros que son más débiles que ellos.
Yo, junto con la gente que me aprecia, me fabricaré otras alas nuevas para poder volar igual de alto que los demás, e incluso más.


--Aquél que reparó sus alas rotas.
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Lo escribí hace un tiempo ya, pero de todos modos, saber opiniones nunca viene mal. El personaje del texto es ficticio.
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