Realidad distorsionada.

Hace frío, la ciudad la dibuja una fina capa de escarcha.

Ahí está él, en mangas cortas, deambulando por la calle, con la mirada perdida y tiritando de frío, lleva los brazos entrelazados, intentando protegerse del frío. Mis ojos lo pierden cuando dobla la esquina.

Ha caído la noche, y me dirijo hacia mi casa, de repente una extraña sombra dirige mi mirada hacia el interior de una caja de ahorros, ahí está de nuevo. Entre cartones, casi sin abrigar, pasando tanto frío que hasta mí me duelen los huesos. Dirige su débil mirada hacia mí, pero rápidamente vuelve a acurrucarse. No parece molestarle mi presencia.

Estoy tumbado a altas horas de la madrugada en mi cama, sin conseguir conciliar el sueño. Estoy pensando en él, pienso en lo dichoso que soy por tener un hogar, y en lo infelices que son algunos teniéndolo todo. No puedo dormir. Su imagen permanece congelada en mi mente. Sufro. Sufro porque lo conocí.

Él es Miguel, era mi mejor amigo. Todavía recuerdo con nostalgia, los partidos de fútbol en albero, las broncas de nuestras madres, los buenos amigos que éramos, las sonrisas que descargamos, las lágrimas que guardamos.

Me siento impotente. No lo puedo ayudar, ahora está en la calle, pasando frío, me lo imagino tan joven, con esa barba desaliñada y sucia, ese cara llena de churretones, y esa vieja gorra, que casi se cae a pedazos.

De repente empiezo a llorar, hoy le echo de menos, él no me reconoce, ni siquiera creo que se acuerde de mí nombre, ha perdido el rumbo. Confíado en mí mismo, me prometo que al día siguiente le llevaría algo de ropa, dinero y un poco de comida. Al fin consigo conciliar el sueño.

Me levanto temprano, apenas habré dormido unas cuantas horas, me dirijo al lugar dónde lo ví la pasada noche. No está, sólo hay unos cuantos cartones resquebrajados en el suelo.

Ansioso por ayudarlo me recorro el barrio en su búsqueda, pero no lo veo por los sitios habituales por donde le solía ver. Harto de buscar, le pregunto a un vecino sobre su paradero, ya que todos en el barrio le conocían.

Ricardo, ¿sabe usted dónde está Miguel? - pregunto extrañado.

¿No te has enterado? - responde sorprendido.

No. - replico con un nudo en la garganta.

Lo siento chico, Miguel ha muerto esta madrugada, de frío según los médicos que le atendieron.

¿¡Qué!? - exclamo.

Gra...ci..as. - se dispara de mi boca con dificultad y una lágrima se precipita desde el borde de mi pestaña.

Casi sin digerir la mala noticia. Me siento en un trozo de césped del parque dónde solía jugar con él, a charlar con él, dónde conocimos a nuestras primeras chicas.

No puedo parar de llorar, su imagen sigue clavada en mi retina, como si quisiera darme un mensaje, es curioso, pero parece que todavía veo a Miguel caminado por la calle, con dificultad, con el rechazo de la gente, sin nada que comer, con apenas dos trapos sucios que cubren su cuerpo. En su realidad distorsionada.....



¿Qué os parece? Me encanta escribir, siempre lo he hecho, pero nunca he publicado nada por internet ni entre mis amistades, lo hago como algo personal y me relaja. Espero que os guste, y comentar lo que sea, que esto lo acabo de escribir sobre la marcha, y tendrá muchos errores.

Saludos.
simplemente genial, me ha dejado sin palabras [buuuaaaa] [buuuaaaa] [buuuaaaa]

sinceramente no me gustaría que me pasase eso....

de verdad, genial
Se agradece. [oki]

Quiero leer todo tipo de opiniones, faltas, errores, recursos mal empleados, lo que sea, quiero mejorar mis escritos.
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