Sin Rumbo...

Camino sin rumbo por las calle de la vida, desciendo resbalando por los ríos de barro en los que se convierten las calles bajo mis pies, viendo edificios convertirse en gigantes que me asolan a cada vuelta de una esquina, armados de presión social, e injusticia barata.

Resbalo calle abajo sin ramas a las que agarrarme, sin un maldito resquicio de este miserable mundo que me permita mantenerme en pie. Tengo que buscar la forma de parar, no puedo seguir resbalando por este maldito río que me lleva a ninguna parte.

Ayúdame, tiéndeme una mano, aunque sea al cuello, y frena la caída en la que me encuentro…

Sigo cayendo y no encuentro nada, solo resbalo por un río de barro que no me mancha, que tan solo, me lleva a ninguna parte. ¿Qué es lo que veo? Allí abajo, hay una roca, y sobre esa roca… una guitarra… intentaré alcanzarla, puede que consiga cogerla al menos el viaje será “ameno”.

Vamos, vamos, solo he de estirar un poco más el brazo…

SI, es mía.

Ahora…

Rasgare sus cuerdas con mis manos, hasta que ellas rasguen mi mismísima alma. Tocaré sin miedo sus notas, hasta que la sangre brote de mis dedos por las heridas producidas por sus cuerdas. Derramaré mis lágrimas sobre su mástil, ese que la mantiene con vida. Tocaré con tantas ganas, que mis notas resonarán en el mismo infierno, que el mismísimo diablo escuchará el réquiem que toca al fin de mi NO existencia. Tocaré tan alto, que los ángeles se deleitarán con mi melodía, y bailarán al son de mis notas Tocaré tan fuerte que el río se secara y volveré a caminar por estas calles, y al menos, en caso de que no lo haga, no podré decir que no lo he intentando, y que al menos, alguien, aunque sea una guitarra, me entendió, y me hizo feliz.
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