Un capítulo más, no es muy largo pero a ver que os parece.
CAPITULO 26
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Ya avanzada la tarde coronaron la cima de la montaña más alta de la cordillera. De nuevo volvía a abrirse un nuevo horizonte para Daniel, quien presentía que cada vez se acercaba más a la fortaleza de las tinieblas, aunque no contaba con ningún mapa que le indicara el camino. Corría un viento helado en la montaña y la nieve abundaba.
Daniel divisó varias montañas con forma de cráteres; exactamente podía decir que había cuatro, colocadas estratégicamente en los cuatros extremos de una gran llanura. Para seguir la dirección noreste había que atravesar la llanura o bien rodearla por un espeso bosque que quedaba a un lado, en el lado exterior a las montañas. En último término parecía distinguirse una gran masa de agua.
- Parece que aún nos queda camino –opinó Daniel–, bajemos y tratemos de encontrar un sitio más cálido para pasar la noche.
Antes de que la oscuridad de la noche cayera, Daniel y Rosjer ya habían descendido gran parte de la montaña y se habían refugiado en una pequeña cueva, de tan solo unos cuantos metros de profundidad.
El día siguiente comenzó temprano para Daniel y Rosjer. Se despertaron decididos a avanzar en su camino. La determinación no fue vana, ya que antes del anochecer de ese día ya se encontraban en el pie de la montaña por la cara norte.
- Yo me encuentro con fuerzas –confesó Daniel–. ¿Quieres que continuemos la marcha un poco más?
- Como quieras –respondió Rosjer, pero a menos que la luna brille no veremos en la oscuridad de la noche.
Ambos continuaron por largo rato atravesando la llanura. Las luces del día fueron apagándose paulatinamente hasta que las únicas luces que quedaban eran la de la luna y las estrellas que esa noche brillaban con fuerza. Pasada la medianoche pasaron a la altura de las dos primeras montañas, quedando estas a la derecha y a la izquierda. Rosjer observó que el llano no tenía ni un solo árbol y su tierra estaba muy seca.
- ¿No te parece extraño que, al contrario de lo normal en esta zona, no haya ningún árbol en este llano y la tierra tampoco tenga vegetación? –preguntó Rosjer a Daniel.
- No había pensado en ello, puede que haya personas cerca de aquí que hayan talado los árboles –opinó Daniel.
- O quizás esta llanura no se vea regada a menudo por la lluvia –añadió Rosjer.
- O incluso podría ser que… –dijo Daniel mientras se daba la vuelta y observaba las dos montañas que ya habían dejado atrás– estas montañas sean…
Un temblor de tierra interrumpió a Daniel, quien, al igual que Rosjer, escuchaba en silencio y con nerviosismo el ruido que comenzaba a aumentar y que acompañaba al temblor. De repente una de las montañas de las que habían dejado atrás comenzó a expulsar violentamente lava ardiendo.
- ¡Volcanes! –exclamó Daniel con voz nerviosa.
Ambos comenzaron a correr, sin embargo aún les quedaba mucho hasta alcanzar el fin de la llanura, a cada lado de la cual se erguían otros dos volcanes.
Algo apareció de detrás de un montículo de piedra. Las luces rojas del fuego iluminaban a aquella criatura que se plantó en medio de la llanura, en la dirección en que huían Daniel y Rosjer, quienes se detuvieron ante aquel animal. Su apariencia era espectacular: medía unos dos metros y medio de alto, contaba con ocho enormes patas, su piel era de un color marrón oscuro, muy gruesa y rugosa; tres grandes ojos rojos que miraban hacia todas las direcciones no perdían detalle de ellos. Además, el animal tenía una gran nariz, cuyos dos orificios apuntaban al frente.
Rosjer y Daniel contemplaban atónitos a aquel monstruo. Daniel se dijo que ni en sus peores pesadillas habría podido concebir un ser así; observó también que su nariz humeaba levemente.
- Si las leyendas que oí de pequeño son ciertas esto es un tumyar, un poderoso animal que puede expulsar fuego por su nariz y cuya velocidad supera a la de cualquier otro; si es así estamos perdidos –susurró Rosjer a Daniel.
El tumyar los observaba cuidadosamente. El segundo volcán que habían dejado atrás entro en erupción. Mientras, la lava expulsada por el primero se aproximaba a donde se encontraban ellos. El tumyar emitió un fuerte sonido que aterrorizó a Daniel y Rosjer; seguidamente lanzó un zarpazo hacia donde se encontraban ellos, que consiguieron esquivarlo agachándose.
- Usa el arco –ordenó Daniel a Rosjer.
Tembloroso, Rosjer tomó el arco y una flecha, lanzándola contra el tumyar. La flecha alcanzó al animal en el estómago; su reacción no se hizo esperar, lanzó una ráfaga de fuego hacia donde se encontraban. Apenas tuvieron tiempo para esquivarlo, cada uno se lanzó hacia un lado. El tumyar se volvió hacia Daniel, levantó una pata para aplastarlo con ella pero entonces recibió otro flechazo que le alcanzó en el lomo. Se volvió hacia Rosjer, recibiendo una tercera flecha en el cuello. La lava se había acercado ya peligrosamente a Rosjer, quien solo tenía escapatoria por una dirección, precisamente en la que el tumyar le cerraba el paso. El animal se preparó para expulsar una nueva ráfaga de fuego, Rosjer le lanzó otra flecha que alcanzó al tumyar en la frente, encima del ojo central, justo cuando lanzaba fuego dirigido a Rosjer. El impacto desvió el fuego que, aun así, alcanzó la pierna izquierda de Rosjer.
Rosjer dio un grito de dolor. El fuego le había quemado gran parte de la pierna.
Daniel se lanzó sobre uno de los pies del tumyar y le clavó la espada. El animal emitió un sonido de dolor y lo lanzó a gran distancia. Los dos volcanes que se encontraban al final de la llanura comenzaron a expulsar lava con una fuerza incluso mayor a la de los dos primeros.
El tumyar observó a Rosjer, doliéndose de la pierna en el suelo. Cuando este observó que el animal volvía a centrar su atención en él preparó el arco para lanzar una nueva flecha. Antes de que pudiera hacerlo el animal lanzó una nueva ráfaga de fuego contra él; en esta ocasión alcanzó su brazo derecho, quemando además el arco y la flecha.
El dolor de este nuevo ataque fue demasiado para Rosjer, que desistió en su intento de herir al tumyar. Quedó en el suelo esperando el fuego que definitivamente acabara con su vida. Por el contrario, el animal fijó su atención en Daniel, que había quedado inconsciente al golpearse la cabeza tras ser lanzado a gran distancia. El tumyar se acercó velozmente hacia él, levantó su pie herido para aplastarlo; de repente, algo pasó velozmente bajo el pie del monstruoso animal, tras lo que Daniel no estaba. La criatura observó en la otra dirección, una joven montada sobre un caballo al galope le lanzó una gran cantidad de agua; sin tiempo a reaccionar, otra muchacha pasó detrás de él con idéntico resultado. El tumyar se debilitó y cayó rendido sobre el suelo.
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