Atardecer.

Sin darme cuenta me había quedado durmiendo encima de los apuntes en mi escritorio, desperté lentamente, como si me pesaran los párpados, la cabeza, la vida... Me dolía la cabeza y tenía marcas de libreta por la cara, después de tantas horas de estudio podría decirse que estaba preparado para cualquier cosa, pero lo que ví a continuación me hizo pensar que nunca se ha visto lo suficiente como para decir que has visto demasiado.

Era preciosa, una chica de melena dorada revuelta por el viento de la tarde y ojos del color de un día de lluvia, la delicadeza de su cuerpo envuelto en un vestido negro de algodón chocaba con su gesto endurecido por la vida. Su mirada se perdía en el horizonte, queriendo mirar más allá de este mundo.

Si olvidamos que las lagrimas surcaban su rostro, no habría sido más que una guapa chica fumando un cigarro en la terraza del edificio de enfrente. Pero lloraba y mucho. Cómo quién no tiene consuelo pero si mucho por lo que llorar.

No sé cuanto tiempo permanecí mirándo aquella escena, hipnotizado por una belleza que era triste y real a partes iguales, dejando que el cristal de mi ventana se empañase por mi respiración tranquila, sintiéndome espía de vidas ajenas, olvidando por un momento el agobio de los estudios, dejando a un lado el peso de mi vida, peleádome conmigo mismo.

En ese momento lo habría dado todo por compartir mi hombro con aquella chica, un abrazo quizás, de esos fuertes, de los que secan lágrimas y ahogan malos momentos. Su tristeza era tal que habría dado mi vida por verla sonreir.

Pero todo lo que pasaba por mi cabeza encogió, se heló mi sangre y se cortó mi aliento, parecía como si el tiempo se hubiese detenido para mirar como un espectador más.

Y es que se le habían secado las lágrimas al tiempo que se ponía de pie, acercándose peligrosamente a la cornisa, decidida a hacer aquello que exige tanta cobardía como valor, decidida a pasar página de una vez por todas.

Fue entonces cuando me vió, siempre recordaré esos ojos escrutándome de una manera que no encuentra palabras para ser descrita, su mirada me llegó directamente al corazón, ni siquiera pude pestañear, pero ella esbozó una ligera sonrisa que me robó el corazón y en ese mismo instante saltó.

No pude evitar que escapase un grito ahogado de mi garganta, no tenía valor para mirar pero se me empañaron los ojos y miré, juro que se me paró el corazón al mirar al suelo y ver sólo hojas secas y polvo arremolinándose por el viento, como si nada hubiese sucedido, como si ella nunca hubiese estado allí, como si me hubiese robado el corazón una mujer que nunca había existido.

Engañado de nuevo por la vida desperté lentamente, como si me pesaran los párpados, la cabeza, la vida... Me dolía la cabeza y tenía marcas de libreta por la cara, quizás hoy, si había estudiado demasiado.


FIN.
Puff se me han puesto la piel de gallina. Me ha encantado, tu forma de describirlo ha hecho que estuviera viendo la escena. Te felicito
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