Las luces estáticas aportan algo de orden a la entropia de la oscuridad, el alambre trenzado se extiende a través de un espacio de inexistente medida y el público como viene siendo habitual se muestra impasible momentos antes del comienzo, ya que nunca se ha especificado con absoluta claridad el principio y el final de tales eventos.
Sin previo aviso los primeros pasos han sido ya dados de una manera un tanto insegura, cosa bastante comprensible debido a que el único elemento que impide la caida al vacío mostraba cierto aspecto quebradizo por situaciones no del todo ajenas al individuo en si mismo.
La firmeza se afianza a través de determinados atisbos racionales, restableciendo la cadencia de las pisadas, al menos durante parte de la travesía, hasta que diversos reveses empiristas provocan un cambio de orientación procedimental, lo que conlleva a la contemplación una vez más de la eterna noche donde los sueños se desvanecen y el ensimismamiento de lo que puede estar oculto a nuestra visión, la incertidumbre de la ausencia de red en este dificil equilibrio....