Ayer mi madre me contó una anécdota curiosa.
Las protagonistas de la historia son Ana, una "simple" ama de casa que es la presidenta de la Asociación de Vecinos del Barrio de San Lorenzo de Sevilla, y la Delegada de Distrito (o algo parecido, le preguntaré a mi madre y editaré cuando sepa exactamente qué cargo político desempeña esta otra persona).
La política defendía la idea de cambiar algunos nombres de las calles del barrio.
El barrio de San Lorenzo es uno de los más antiguos de Sevilla, con un montón de historia en sus calles, y también con muchas leyendas. Los nombres de sus calles hacen referencia a algunos hechos históricos, personajes importantes y, como no, también a santos a los que se ha venerado durante generaciones en las iglesias y conventos del barrio.
Pues bien, la Delegada decía que no había nombres de mujeres en las calles. Ana contestaba que claro que las había: Santa Ana, Santa Clara, Leonor Dávalos… La Delegada interrumpe: pero eso son de santurrerías, no son mujeres importantes.
Ana respondió que Leonor Dávalos no es una santa, sino
una mujer que pasó a la historia por ser fiel hasta la muerte a su señora Doña Urraca.
Respuesta de la feminista: ah, pues si era criada es más o menos lo mismo, santas, sirvientas… No cuenta.
Bueno, pues si Leonor Dávalos, en cuyo honor por cierto se nombró un centro de atención a mujeres en situación de riesgo en Sevilla, no es válida, Ana continúa con la enumeración de mujeres ilustres que dan nombre a las calles del barrio y menciona a Fernán Caballero
(1).
Conforme mi madre me estaba contando la anécdota, adiviné cuál había sido la respuesta de la Delegada:
"¡Fernán Caballero era un hombre!"
Aquí es donde ya habría que coger a la pseudofeminista esta y darle con un libro en la cabeza, ya que parece ser que no va a encontrarle otra utilidad mejor.
Ana, ante esta demostración de arrogante ignorancia (vale que no sepas quién es Fernán Caballero, pero si te están diciendo que es una mujer tal vez deberías callarte), le ha propuesto a la Delegada que se hable de la figura de Fernán Caballero el próximo día de la Mujer. ¿No quieres feminismo? Pues ahí tienes a una mujer que tuvo que cambiar su nombre por el de un varón para que la gente la tomara en serio.
Miedo me da esto de la paridad. Los personajes estos proponen que quitemos de las calles a Leonor Dávalos, Cardenal Spínola y a Fernán Caballero (porque son “santurronas”, son desconocidos, o son hombres, o bueno, algunos creen que lo son). Y digo yo, ¿por qué no se dedican ciertos presupuestos, que algunos utilizan para inventar palabras como
marida, a hacer cosas útiles, como poner placas con breves reseñas explicando el porqué de cada nombre de calle?
Supongo que quien no quiera culturizarse seguirá siendo igual de ignorante, pero al menos se introducirán en la cultura popular ciertos datos que harán que la gente conozca parte de la historia. Y en Sevilla gusta la historia popular, las leyendas, las anécdotas. Estoy segura de que la gente acogería mejor esa iniciativa que tener que volver a aprendernos los nombres de la mitad de las calles.
(1) Para quien no lo sepa, Fernán Caballero es el pseudónimo de Cecilia Böhl de Faber, escritora del siglo XIX que ocultó su condición de mujer tras un nombre de varón a la hora de publicar sus obras.