Recorre el camino solitario junto a la casa negra.
Cuéntame como es el paisaje muerto en la lejanía.
Como se mueven las sombras al oírte pasar,
devorando tus sentimientos a placer.
El cuervo revolotea sobre el ahorcado,
y el sol de la mañana se refleja en sus blancos ojos.
El hombre del ataúd lo descuelga para robar sus abalorios,
su único pago por liberarlo.
La calavera sonríe, chilla de entusiasmo,
y el niño la acaricia con admiración.
Fuerte es el viento que azota el árbol del ahorcado,
sus ramas gimen y se quiebran,
como briznas de paja ante la guadaña de la muerte.
La soga es cortada y guardada por la mujer amante,
que entre sollozos de dolor guarda su tristeza como último recuerdo.