Dirección y un beso en el sello.
Remitente y cuatro besos en la pestaña.
Dentro, una carta, mi primera carta. Y no he escrito ni una palabra. Te envío un sol. Una estrella efervescente de besos, sonrisas y abrazos.
Te envío la energía que hace moverse a mi corazón para que te suba los pómulos y tus labios formen esa sonrisa que ya casi has olvidado: la sincera.
En este sobre caben mil deseos de alegría. Caben caricias revoltosas, de las que te hacen cosquillas; y caben también miradas de admiración sincera, miradas maravilladas y sonrisas de miradas.
Envueltas en papel te llegarán mis sentimientos para ti, que son los únicos que tenía en mí, con la esperanza de que un día, tal vez, de forma natural, te gires y al verme vuelvas a sonreír.
La postdata es un abrazo teñido de despedida, un sonrisa de nostalgia y la rúbrica es la chispa de esperanza que aún me baila dentro.