La tarde avanzaba, la penumbra ocupaba el lugar que dejaba el Sol y se empezaban a confundir las sombras, ya nada continuaría igual. La luz se volvía oscuridad y en esos momentos tan sólo quería encontrar un lugar donde reposar después del largo viaje. Al final, cuando las piernas ya le fallaban, pudo encontrar un rincón donde descansar, un riachulo corría cerca, donde densos sauces descansaban en el borde. Todo parecía mágico, pero para él había sido una jornada dura. Después del largo invierno había sobrevivido en el bosque, sólo, sin nada ni nadie con quién hablar. Tan sólo podía recordar aquellos parajes de otros días cuando había sido un buen hombre, un hombre que todos respetaban y querían. Pero las cosas no son siempre lo que parecen y después de todos aquellos estraños sucesos, se tenía que buscar a un culpable y sin más le tocó a él. Por eso emprendió este largo viaje, para encontrar la tranquilidad que le faltaba y volver a ser él mismo.