Acabo de rescatar uno de los pocos correos chorras que me llegan a lo largo del dia y que conservo.
Que conste que no va con segundas, solo he recordado...
Este correo está dedicado a las personas que saben quienes son El Piraña,
la Abeja Maya, M.A.del Equipo A, Donovan y la comandante Lydia, Don Gato y Chema el Panadero. La verdad es que no sé como hemos podido sobrevivir.
Fuimos la generación de la "espera"; nos pasamos nuestra infancia y
juventud esperando. Teníamos que hacer "dos horas de digestión" para no
morirnos en el agua, dos horas de siesta para poder descansar, nos
dejaban en ayunas toda la mañana y los dolores se curaban esperando.
Mirando atrás, es difícil creer que estemos vivos: Nosotros viajábamos en
coches sin cinturones de seguridad y sin airbag, hacíamos viajes de 10-12
h. con cinco personas en un 600 o un Renault 12, o 18, o un Renault 4 (que
aún tiene mi padre en perfecto estado), SIMCA 1000 y qué decir de ese
Chrysler de techo negro y no sufríamos el síndrome de la clase turista.
No tuvimos puertas, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de
niños, acordaros del calcio-20. Andábamos en bicicleta sin casco, hacíamos
auto-stop, más tarde en moto, sin papeles. Los columpios eran de metal y
con esquinas en pico. Jugábamos a ver quien era el más bestia. Pasábamos
horas construyendo carros para bajar por las cuestas
o simplemente en
cartones y sólo entonces descubríamos que habíamos olvidado los frenos.
Jugábamos a "churro mediamanga mangotero" y (cuchara,cuchillo, ojo de
buey) nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales. Salíamos de casa
por la mañana con una mochila llena de libros que pesaba 10 kilos y no
sabíamos que era un troley, jugábamos todo el día, y sólo volvíamos
cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos. No
había móviles.
Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, nos mordia un perro y era cosa de niños y se curaban con mercromina y unos puntos. Nadie a quién culpar, sólo a nosotros mismos. Tuvimos peleas y nos zurrabamos a golpes unos a
otros y
aprendimos a superarlo.
Merendábamos bocadillos de nocilla y de salchichón, y no yogures bio, lunchables, ni comida bifidus activa. Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto. Compartimos botellas de refrescos o lo que se pudiera beber y nadie se contagió de nada. Nos contagiábamos los piojos en el cole y nuestras madres lo arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente o con "Cruz Verde".
Quedábamos con los amigos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos a las chapas, a los chinches, al escondite, palico inglés, a cambiar cromos..., en fin, tecnología punta. Íbamos en bici o andando hasta casa de los amigos y llamábamos a la puerta. ¡Imagínense!, sin pedir
permiso a los padres, y nosotros solos, allá
fuera, en el mundo cruel ¡Sin ningún responsable! ¿Cómo lo conseguimos?
Hicimos juegos con palos, perdimos mil balones de fútbol. Bebíamos agua
directamente del grifo, sin embotellar, y algunos incluso chupaban el
grifo. Íbamos a cazar lagartijas y pájaros con la "escopeta de perdigones", antes de ser mayores de edad y sin adultos, ¡¡DIOS MÍO!!
En los juegos de la escuela, todos participaban en los equipos y los que
no lo hacían, tuvieron que aprender a lidiar con la decepción. Algunos
estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repetían curso.
¡Qué horror, no inventaban exámenes extra! Veraneábamos durante 3 meses seguidos, y pasábamos horas en la piscina o en las balsas de riego, sin crema de protección solar, sin clases de natación, dee paddle o de
golf,
sin palos de espuma, sólo una recamara negra de coche y sabíamos
construir fantásticas cabañas con palos y plasticos, campos de fútbol en
cualquier sitio con porterías de imaginación, con dos piedras.
Ligábamos con las chicas persiguiéndolas para tocarles el culo, no en un Chat diciendo ": )" ": D" ": P". Tuvimos libertad, fracaso, éxito y
responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello. No te extrañe que
ahora los niños salgan gilipollas. Si tú eres de los de antes...
¡Enhorabuena! Pasa esto a otros que tuvieron la suerte de crecer como niños.
YO me siento totalmente identificado
Un saludo.