Buenas
Como os prometí en su día, aunque con más tardanza de lo esperado, aquí os pongo las partes restantes.
Pd. os pongo el link a las dos primeras partes, por si alguno no les eschasteis algun vistazo y empezais por esto
Quebrantador, Parte I y Parte II
- Aquí empieza lo nuevo. Y, lo que dije, en su día. Esta escrito al poco del Episodio III de Star Wars, asi que no seais muy duros.
Pd.2. Sigo intentando corregir las faltas (las tildes me matan), asi que las que noteis las corregire en cuanto pueda.
PARTE III
Con los años el bebe se hizo grande. Había llegado a la edad de 18 cuando le fue revelado su destino. Sería el velador absoluto de armonía cuando el mal se diera a conocer. Pero su destino le impedía unirse a nadie. Sería el velador de todo el mundo, pero siempre estaría solo. Eso, en un principio, no parecía ser un problema, pero entonces… ella se cruzó en su camino…
En su interior algo se había gestado, no podía dejar de pensar en aquella joven, de la que ni siquiera sabía su nombre, pero que era la dueña de sus pensamientos. Así que cuando cumplía con sus obligaciones, empezó a realizar furtivas escapadas para verla. Así fue como un día evito que aquella joven sufriera un atraco. Por aquel entonces ese hecho no hubiera tenido mas importancia, pero al final, alguien llegaría a saber que el robo había sido concebido por el mal.
La joven se lo agradeció. Poco a poco, trabaron una amistad prohibida que con el tiempo se convirtió en un amor oculto. Al principio intentaron huir de sus sentimientos, pero cuanto mas lo intentaban, mas comprendían que no podían alejarse el uno del otro.
El secreto se mantuvo oculto durante mucho tiempo, hasta que un día, en una de las reuniones del consejo, el joven vio como su amada padecía la más horrible y dolorosa de las muertes. Se levantó rápidamente y sin dar ninguna explicación abandonó la reunión. Fue a donde ella se encontraba y comprobó que seguía bien. Pero en su interior ahora, reemplazando casi al amor que sentía, había aparecido un nuevo sentimiento: el miedo a perderla. Eso era algo que no podía permitirse.
En el consejo, todos expresaban su preocupación. Su más querido maestro, el que lo instruyera en sus obligaciones, percibió la verdad de lo que sucedía. Pero no lo quiso compartir con nadie. Su pupilo había escapado de sus obligaciones, por la esencia de lo que precisamente nos hacía humanos, el amor. Era un error muy grave, pero ella era el lazo que lo ataba al mundo, en el que hasta su aparición siempre había estado solo. Y ella sería el mejor ejemplo para que él impidiera el retorno del mal
El auxiliar del consejo trabó amistad con el joven. Y aprovechó la ocasión de que leía como en su interior deseaba mas poder. No podía quitarse la imagen de su amada muerta. Un día su maestro le contó que sabía la verdad de lo sucedido. Y que ella ahora debía exiliarse para que el consejo no presagiara nada. Se ofreció para acompañarla a otra esquina del mundo durante unos 10 meses, hasta que la situación se calmara.
El joven de la leyenda accedió a aquella prematura separación, porque ella le prometió que no le sucedería nada y su interior decía la verdad.
Cuando aquello sucedió, el mal apareció de nuevo en el mundo. Se hizo visible. El consejo lo temía, pero aquel no era un paso de lo mas acertado, parecía ser una treta, por lo que no permitieron que el joven se enfrentara a aquella fuerza del mal. En su interior sentía impotencia. Si su misión en este mundo era acabar con el mal, no se explicaba porque no lo dejaban intervenir. Los conflictos estallaron en más partes y el consejo tuvo que actuar por separado. El auxiliar quedo como representante de esa región del mundo y con la potestad sobre el joven.
No aguantaba mas, las visiones de tormento y sufrimiento habían vuelto con mucha nitidez. Los numerosos intentos, frustrados, de atacar a la joven sólo hacían que lo viera todo con mayor nitidez. Los veladores de la armonía no querían instruirlo plenamente por miedo de que, al adquirir su poder, se volviera incontrolable para ellos. A este sentimiento accedió su velador. Y entonces fue cuando le contó la verdad acerca de todo. Desde el principio el había querido acercarse para enseñarle la verdad: el consejo había sido sustituido por el mal y, por esa razón, no lo dejaban intervenir. El consejo era el mal y cuando, según ellos, aparecía en algún lugar el mal, que en realidad era el bien, se encargaban de destruirlo con suma rapidez para impedir que el joven se diera cuenta. Había vivido en la mentira desde siempre. Pero hasta ese momento no había podido revelárselo
Así aprovechó y le contó la verdad. Lo habían separado de su amada para que ella se olvidara de él. No querían que ella lo llevara a la visión del bien. Ella era contraria a sus principios y, como defensora de la verdad, constituía una verdadera amenaza. Su intención era la de matarla, por eso cuando decidían llevar casi a buen termino sus pensamientos el joven veía la muerte y ellos debían frenar sus maquinaciones. Pero existen cosas peores que la muerte…
Así fue como el auxiliar del consejo se reveló como el representante del bien. Ahora los dos juntos podrían poner fin a la corrupción que durante tanto tiempo había dominado los destinos de su hermoso mundo. Así se convirtió en su instructor y le enseño la verdadera naturaleza del poder. Si seguía fiel hasta el final de sus enseñanzas, le daría la llave hacia el poder para salvarla de la muerte que acechaba en sus visiones… y aquel poder sólo podía obtenerse a partir de la sangre de los miembros del consejo, junto con parte de la suya. Así que en secreto comenzó la caza. Él era el más poderoso de todos, por lo que no tendría ningún problema.
PARTE IV
Cuando el bien se dio cuenta ya era demasiado tarde. Pues en realidad quien alardeaba de ser el verdadero bien era únicamente el mal. El Mal que envenenara de temores la mente del joven, del bebe de la profecía, y que ahora era su mas aventajado discípulo. Con cada trabajo secreto que llevaba a cabo, el mal se hacía más poderoso en su interior. Cuando su maestro se dio cuenta nada podía hacerse. El joven ya era parte del mal.
Y lo peor de aquello es que, cuando ella retorno a su amado, lo notó distinto. No era el hombre bueno de cuando se enamoraran. Había dejado que el temor a la muerte le impidiera vivir. Como su mente pertenecía al mal, creyó que ella era la traidora. Que su mente había sido envenenada por las mentiras de su protector durante aquellos últimos meses. Enfureció y la atacó. Si no hubiera aparecido su viejo maestro habría terminado con la única persona que en esos momentos aún tenía la esperanza de volver a conectarlo con la humanidad.
Su maestro intentó dialogar con él, pero era imposible. Las ansias de poder se habían adueñado de su mente. Había probado el poder y ahora no aceptaba órdenes de traidores. Así que ambos se enfrentaron… pero al final… la victoria, si podía decirse así, pues ahora el auténtico mal reinaría, fue para el maestro. El joven era mucho más poderoso, pero no había adquirido la madurez necesaria para utilizar su poder. Estaba cegado y aquello supuso su derrota. Al final, en el acantilado, el combate llegó a su fin. El cuerpo del joven sucumbió a su propio ataque y quedó inservible. No podía moverse. Fue tanta la ira que descargó contra su mentor que no estaba preparado para controlar ese poder. Erró su golpe final y el rebote de su ataque le destrozó el cuerpo. Entonces ella apareció para verlo. En su cara sólo había sufrimiento. El amor de su vida estaba a punto de morir. Había sucumbido al mal y todo porque el Mal la había utilizado a ella para sembrar la desconfianza, junto con el temor, en el joven.
- ¡Traidora! Caíste bajo su maligno influjo. Me traicionaste y yo lo hecho todo para salvarte. ¡¡TE ODIO!! – esas fueron sus ultimas palabras a su amada…
El joven se precipitó por el acantilado hacia los abismos. Pero había conseguido reunir unas últimas fuerzas y lanzó contra su maestro su arma, que yaciera frente a él en el suelo. Pero al caer, no pudo ver lo que de verdad sucedió. El arma atravesó el cuerpo de la chica y acabó con su vida. Él no lo vio, pero había matado a la que fuera su amor y su maestro continuaba con vida.
Mientras, en la sede del consejo, la destrucción había sido total. El Mal había convencido a todos de que los veladores eran los traidores. Así que se alzaron en armas y comenzó la destrucción del mundo. Su belleza era una quimera, solo fue creada para engañarlos. Así fue como el mundo hermoso se volvió negro y cruel. Era necesario para que en algún momento pudiera renacer con todo su esplendor, al igual que los bosques florecen tras un incendio.
Mal, una vez controlada esa situación, se dirigió a la búsqueda de su discípulo, pues aún quedaba su maestro vivo, por lo que todavía no había conseguido que todo el poder estuviera al servicio de la oscuridad. Allí lo encontró en sus últimas, pero supo como hacerle brotar de nuevo la llama de la vida: La Venganza. Le mostró el cuerpo sin vida de ella. Su viejo maestro había acabado con su vida, pues ya no les era de utilidad. Le reveló el secreto de burlar a la muerte. La muerte no le arroparía con su cálido manto hasta que no hubiera cumplido su venganza. Así que se convirtió en el “quebrantador de cuerpos”. Sustituiría sus maltrechas partes por las de otros, pues en su sangre había poder para hacerlas funcionar, y el primer cuerpo que usó fue el de su amada.
Así fue cómo el bebe de la profecía sucumbió al mal. Su miedo, sobre todo a la muerte prematura, le cegó para diferenciar a sus amigos de sus enemigos. Y sigue caminando por el mundo para cumplir su venganza, a la vez que el Señor del Mal disfruta de su triunfo. Convirtió al que debería destruirlo en su mano derecha. El triunfo del mal.
Y nosotros seguimos aquí esperando que no nos encuentren.
El viejo profesor dejó de hablar a la clase. El aula estaba abarrotada de niños. Todos vivían en la clandestinidad y en la región mas destrozada por las batallas. Allí nadie los buscaría.
En la primera fila, una joven escuchaba con atención. No sabía explicar el porque, pero cuando oía esa historia se ponía muy triste. Sobre todo al escuchar la parte sobre la muerte de la amada. Su corazón se llenaba de lágrimas.
Cuando salían de la clase, el profesor la miró detenidamente. Pues aquella joven era la única que, llegado el momento, sería capaz de intentar redimir al bebe de la profecía. Y todo comenzaría cuando alguien observara sus ojos, pues eran los mismos ojos de su madre, la joven muerta en la historia, la amada. Esa joven era la hija de ella y de… el que ahora se hacía llamar “quebrantador”. Pues la verdad, es que aquellos diez meses en los que ella se exilio, fue para poder desarrollar sin complicaciones su embarazo y dar a luz, ya que debido a su amor con el joven se había quedado embarazada. Pero por consejo de su maestro, que ya intuía el peligro ante ese hecho, no le había dicho nada. Así la niña podría vivir al margen del posible mal que envenenaría el mundo y, quizá, a su padre. Pero si todo hubiera sido una falsa alarma, hubiera vuelto antes y el joven habría sido padre.
El profesor respiró profundamente y se sentó en la silla cuando todos salieron. Vio el reflejo de su rostro y sólo pudo pedir más tiempo. La Chica no estaba preparada para afrontarlo. Y él aún no podía contarle la verdad, pues el viejo profesor, en verdad era el antiguo maestro y mentor del joven de la profecía, el último miembro con vida del consejo de los “veladores de la armonía”